viernes, abril 19, 2024
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Por no asesinar a dos jóvenes, soldado es asesinado: Su padre clama justicia

Según Raúl Carvajal, su hijo que era soldado al parecer fue asesinado por los mismos militares al negarse a asesinar dos jóvenes para luego ser pasados como guerrilleros muertos en combate. Se negó y a los 18 días fue asesinado, según relato.

Raúl Carvajal

Nelson Lombana Silva

El terrible conflicto que vive Colombia más de cincuenta años, cada vez se degrada más, bajo el silencio sepulcral de los grandes medios de comunicación y la complicidad de la Justicia de un régimen criminal y antidemocrático que supera con creces las dictaduras de los 70 en el Cono Sur de nuestro continente.

El terrorismo de estado se ahonda a lo largo y ancho del territorio nacional con entera libertad y saña que en modo alguno pareciera que los hechos tuvieran relación con comportamientos propios de los seres humanos.

Sin embargo, no es una pesadilla, tampoco una obra literaria de Allan Poe, es una realidad dolorosa e infame que padecemos los colombianos permanentemente bajo el lúgubre ropaje de la supuesta democracia de un régimen descompuesto, desnaturalizado e inhumano que, por no ceder un ápice a sus apetitos, personas cometen hechos horripilantes que ciertamente parecen ciencia ficción.

El relato que hace Raúl Carvajal es conmovedor, relato que en vez de generar pesar debe generar indignación y necesidad histórica de buscar la paz con justicia social, apoyar los diálogos de La Habana y asumir una posición crítica y consecuente frente a la dictadura de la actual clase dirigente. Basta ya de indiferencia y de pensar que a todos les puede pasar menos a mí.

Según Raúl Carvajal, campesino nacido en San José de la Montaña (Antioquia), pero que vivió durante 45 años en Montería, su hijo que era soldado al parecer fue asesinado por los mismos militares al negarse a asesinar dos jóvenes para luego ser pasados como guerrilleros muertos en combate. Se negó y a los 18 días fue asesinado, según relato.

El crimen sucedió hace siete años. La última llamada que recibió de su hijo que llevaba nueve años y aspiraba a la pensioncita para retirarse, fue el 22 de septiembre de 2006 a las 8:38 am. Hablaron cuatro minutos, relata su acongojado padre. Hablaron que era padre de una niña y que en diciembre iría para que la conociera. Raúl le preguntó sobre la situación de orden público y el militar le comentó la complejidad: “A mí me mandaron a asesinar dos muchachos para hacerlos pasar como guerrilleros muertos en combate y yo no quise”, relata Raúl Carvajal.

Planteó la gravedad de los hechos que se venían presentando al interior del batallón, señalando que el comandante de varios batallones e incluso, edecán del presidente Uribe durante algún tiempo, Álvaro Diego Tamayo Hoyos, habría sido quien le dio semejante orden. Al no cumplir la siniestra orden, a los 18 días siguientes fue sacado del batallón en helicóptero y llevado a otro sitio donde fue asesinado al parecer a quemarropa y luego presentado a sus familiares como víctima de un francotirador.

Con los restos de su hijo, Raúl Carvajal llegó a la plaza de Bolívar en Bogotá para protestar y exigir justicia, pero fue duramente reprimido. Visitó la finca El Ubérrimo del narcoparamilitar ex presidente Uribe Vélez y también fue hostigado. Ha sido amenazado de muerte al parecer. Sin embargo, Raúl Carvajal, a la edad de 67 años, vendió su casita, se compró un carrito y deambula por las distintas ciudades del país buscando justicia para que este abominable crimen, conocido genéricamente como “falso positivo”, no quede en la impunidad.

El conocido periodista tolimense José Noé Espinosa, que labora actualmente en el ya famoso noticiero “Sucesos y noticias” de la emisora Voz del Tolima, que dirige el conocido periodista Édgar Antonio Valderrama Zabala, entrevistó a don Raúl Carvajal y amablemente nos cedió la grabación para transcribirla y presentarla a todos nuestros gentiles lectores de Colombia y el mundo, sobre un hecho que casi se podría decir que es frecuente en esta dictadura colombiana disfrazada de “democracia”.

Es una nota periodística extraordinaria y, valiente por cierto, del colega José Noé Espinosa y que intentamos transcribir lo más fiel posible. La entrevista es la siguiente:

—Buenas tardes, ¿cuál es su nombre?

—Raúl Carvajal.

—Señor Carvajal, ¿usted viene procedente de dónde?

—Yo estoy andando en todo el país porque a mí hijo lo asesinaron hace siete años y yo tuve que abandonar la tierra donde vivía y abandonar la familia porque…

—¿De dónde es usted?

—Yo soy de San José de la Montaña (Antioquia), pero tenía 45 años de vivir en Montería. Entonces cuando a mi hijo yo no pude darle más estudio y cuando terminó el bachillerato le tocó irse a prestar el servicio, porque yo no tenía para darle estudio, porque yo soy una persona pobre. Entonces, él se fue y se quedó; ahora ya tenía nueve años, me había dicho que estaba buscando siquiera conseguir media pensioncita para retirarse y lo mataron.

Ese muchacho me llamó a mí el 22 de septiembre de 2006, a las 8:38 am. Hablamos cuatro minutos; me dijo que me llamaba para decirme que tenía un nuevo nieto y que en diciembre iba para que… yo le pregunté: ¿Qué? Me dijo: una niña muy linda, en diciembre voy para que la conozca.

Fue cuando yo le pregunté: ¿Qué, cómo está eso por allá? En septiembre. Me dijo: Esto está muy malo, a mí me mandaron a asesinar dos muchachos para hacerlos pasar como guerrilleros muertos en combate y yo no quise.

—¿A él le habían dado la orden de que participara en un falso positivo?

—Eso me dijo, por eso lo estoy diciendo, porque él me dijo: Me mandaron a matar dos muchachos para hacerlos pasar como guerrilleros muertos en combate y yo no quise. Yo me voy a retirar.

—Después, ¿Qué pasa con su hijo?

—Lo asesinaron a los 18 días. Porque a él lo llevaron de Bucaramanga, que el pertenecía al batallón Ricaurte de Bucaramanga y lo llevaron al Tarra para asesinarlo.

—¿Desde ahí nadie le ha dado respuesta efectivamente qué fue lo que pasó y quién fue el responsable?

—Eso es una historia demasiado grande que para contarla tenía que ser como cuatro o cinco horas, porque yo tengo todo lo que he hecho punto por punto y muchas cosas que hay ahí, porque inclusive allá mandaron dizque una psicóloga y no era psicóloga, sino que era la esposa de un asesino del ejército en Bucaramanga.

—Usted en este momento vemos que está recorriendo el país con un vehículo y dice recompensa hasta cinco millones y ahí está pidiendo justicia, siete años que lleva usted en este proceso clamando por la verdad y la justicia en relación con lo que ocurrió con su hijo…

—Sí, yo llevé un camión a la plaza de Bolívar pidiendo justicia y allá metí el carro a la plaza de Bolívar (Bogotá) con los restos de mi hijo; me tiraron del camión arriba la policía, me sacaron, me maltrataron, me metieron a la Sijín, después yo duré 14 días esperando los resultados de Medicina Legal; ahí es donde yo estoy comprobando que a mi hijo lo mataron a quemarropa, porque eso Medicina Legal lo dice y ellos dicen que fue un francotirador a larga distancia.

—¿Desde qué fecha decide recorrer el país para mostrar, para contar su historia y exigir respuesta por parte del gobierno?

—Yo le llevé una carta al presidente Uribe a la finca El Ubérrimo y pidiéndole que se hiciera una investigación y lo que hicieron fue maltratarme en palabras y todo eso me maltrataron. Entonces fue cuando yo le llevé a Álvaro Uribe, pero yo pensando que Álvaro Uribe podía ser una persona que me podría ayudar para que hiciera la investigación, porque mi hijo era miembro del ejército, entonces fui a hacerle protesta. Le hice protesta en la finca.

Allá me quitaron toda la pancarta, me las quitaron, me las botaron. Después le hice protesta en una inauguración, fue cuando me puso a hablar dizque con un general y ahí comenzaron a tapar porque yo estoy culpando a Álvaro Diego Tamayo Hoyos, que fue quien lo mandó a hacer los falsos positivos en el Norte de Santander, para hacerle ver al mundo de que estaban acabando con la guerrilla.

—¿Cuánto tiempo lleva y qué ciudades ha visitado hasta el momento?

—No, pues hace como siete años. Como a los tres años comencé yo a hacer recorridos y llevo siete años y yo debo dejar de hacer recorridos porque tengo que trabajar para poder sostener esto. Yo tuve que vender… es decir vendí mi casa para comprar ese carro para hacer protestas porque nadie me ayuda, porque nadie me ayuda a cargar las pancartas entonces ven que con el carro ese yo podía cargar las pancartas hasta que me mataran.

Dándole gracias a Dios que hasta el momento no me han dado; yo quiero que no me asesinen, no me manden a asesinar Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos, ni el general Padilla. No me manden a asesinar hasta que no se haga la investigación, se aclaren… después que me manden a asesinar, eso me importa muy poquito.

—En estos momentos, con todo lo que ha recorrido y el tiempo y el temor de lo que le pueda ocurrir a usted, ¿en ningún sitio de nuestra geografía ha tenido de pronto amenazas directas?

—En Bogotá tuve uno que dijo que era amigo de Álvaro Diego Tamayo Hoyos; es que Álvaro Diego Tamayo Hoyos era el comandante de mi hijo, porque Álvaro Diego Tamayo Hoyos era el edecán de Álvaro Uribe y era el comandante del Batallón Ricaurte, del Batallón Energético Número Diez y el Batallón Rafael Reyes y la Brigada 30 Militar. Él era el comandante en esa época, en el 2006.

—Los organismos de control en nuestro país: Procuraduría, Fiscalía, Contraloría, ¿qué le han dicho al respecto?

—La Procuraduría me pusieron a un señor que pa que atendiera el caso mío, un señor Juvenal Arévalo; Juvenal Arévalo no me recibe ni en la oficina de él, me recibe en un callejón cuando habla conmigo o cuando hablaba, porque ya ni me recibe. Y él dice que sí… esos no hicieron nada.

Estuve,para que me pudieran atender a mí, en Montería en la Defensoría del Pueblo. Tuve que ir hasta donde la doctora Martha Reina de la Defensoría del Pueblo. Allá fui, me pusieron una asesora; el abogado que pusieron fue un abogado del ejército y el coronel del ejército me dijo: Esto es una olla podrida, yo no le trabajo, yo no le hago nada de eso.

—¿Cuántos años tiene usted?

—Yo tengo 67 años.

—¿Piensa ir hasta las últimas consecuencias, me refiero hasta que tenga una claridad frente a la muerte de su hijo?

—Sí, es que yo lo que estoy pidiendo es que se haga justicia. Si mañana mismo me dicen vea: Le vamos a hacer una investigación a fondo, pero con todas las de la ley, como es debido, yo acepto, me quedo callado, pero que yo pueda fiscalizar la investigación.

Es todo lo que voy a pedir, que se haga la investigación, que se haga. A cuántas personas tienen que llamar y en qué forma, porque me tienen que llamar hasta el piloto del helicóptero que lo llevó allá y al que lo trajo.

—¿El resto de familia suya dónde está?

—Mmm… no o no… es decir, ellos les dio miedo que me iban a matar, entonces yo me abrí de ellos…

—¿Decidió tomar el camino solo?

—No sé dónde están, ni cómo están, ni de qué viven, ni nada de eso… no me interesan, porque…

—¿Por seguridad?

—No por seguridad, porque eso lo saben; el teléfono mío lo tienen chuzado, a donde voy a llegar ya van llegando ellos. Aquí, aquí, me metieron preso por orden del teniente Padilla, el comandante Padilla; aquí me metieron preso siete horas, cuando venía a hacerle protesta a Juan Manuel Santos, aquí en la plaza (Parque Manuel Murillo Toro de Ibagué) donde se iba a entregar un poco de motos a la policía.

A mí me metieron antes de llegar, me metieron siete horas…hace poquito hace como… no me acuerdo, porque yo casi no tengo memoria, pero eso fue aquí, aquí. Ayer lo insulté aquí, aquí, no me metieron preso porque cuando se dieron cuenta yo ya estaba metido. En Santafé de Antioquia le hice protesta. Ahí están los videos. En Santafé de Antioquia allá me metieron preso. En Montería me mandaron a meter preso; en Bogotá le hice protesta cuando dijo que iba a desaparecer las ollas, allá estaba, allá Riaño me mandó a meter preso, cuatro horas, cinco horas, hasta que se fue… y así… eso conmigo es una persecución.

Ellos saben por dónde van; allá, a Ayapel que fui a cargar un viaje de pescado, yo estaba allá cuando supieron que yo estaba allá, él le iba dizque a entregar las fincas, las cartas dizque a los campesinos y no las entregó, no fue dizque porque yo le iba a hacer un atentado. Eso me pusieron como cincuenta de la Sijín y gente vestida.

Es decir, que a mí… yo no me muevo aquí en Colombia sin ellos saber…

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