lunes, diciembre 9, 2024
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Ochenta y cinco años de lucha contra la explotación

Desde su inicio el partido recién creado trabajó por la unidad, la organización y movilización de los trabajadores en defensa de sus intereses de clase, y del movimiento campesino e indígena enfrentado a un latifundismo semi-feudal que los despojaba, y aún los despoja violentamente de sus tierras

Marcha con banderas PCC-2
El Partido Comunista siempre presente en las luchas populares por la paz, la democracia y el socialismo. Foto HC.

Alfonso Conde C.*

Parafraseando a los viejos maestros, todas las fuerzas de la reacción se han conjurado a través de nuestra historia en santa cruzada para acosar a ese espectro del comunismo.

El comunismo pregona la necesidad de construir un modelo nuevo de sociedad en la cual no exista la apropiación, por unos, de lo creado por los otros, la mayoría; una sociedad sin explotadores ni explotados. Sus enemigos, las fuerzas de la reacción, son aquellos que se benefician de la explotación, aquellos que ven amenazados sus privilegios como parásitos de la sociedad; quienes plantean la conveniencia del sostenimiento de una estructura social según el “orden natural” que indica que debe haber siempre una clase que trabaja y produce riqueza para su apropiación por otra clase, la dominante, a la cual ellos pertenecen. No les preocupa la miseria de esas mayorías que los enriquecen. Con el fanatismo de una cruzada se han enfrentado a quienes, a través de la historia, han negado esa concepción y la validez de esos intereses. La forma del enfrentamiento ha sido diversa: desde la lucha ideológica y política hasta la violencia asesina.

En Colombia, esta última forma de lucha ha sido particularmente cruenta. Aún desde antes de la constitución de la organización política de los explotados, cuando sólo existían organizaciones gremiales embrionarias y voceros de la idea de una nueva sociedad prácticamente aislados, con el sambenito de detener la sublevación comunista se inauguró el asesinato de trabajadores en 1919 cuando se masacraron en Bogotá decenas de artesanos que defendían su derecho al trabajo; se persiguió y encarceló a dirigentes sindicales (huelga de la SUO – ahora USO – en 1924); también se presentaron por esa época los desplazamientos forzados por acción de los militares (1927, 4000 desplazados de Barrancabermeja) y la más cruenta masacre asesina de trabajadores de nuestra historia, la llamada “masacre de las bananeras” en Ciénaga el 6 de diciembre de 1928, cuando el ejército colombiano en una sola acción arrebató la vida de cientos o miles de sindicalistas en huelga (nunca se concretó el número) que trabajaban para la empresa norteamericana United Fruit Company.

La fundación el Partido Comunista

Dos años después de esa masacre y motivada también por ella, el 17 de julio de 1930, se funda el Partido Comunista de Colombia (desde 1991 Partido Comunista Colombiano) afiliado entonces a la Internacional Comunista, con la intención expresa de abolir esa estructura inhumana que antepone los intereses de unos pocos a la vida de la mayoría.

Obreros portuarios y del transporte, artesanos, campesinos, indígenas y trabajadores de la cultura y la academia conformaron el PCC hace ochenta y cinco años. Desde su inicio el partido recién creado trabajó por la unidad, la organización y movilización de los trabajadores en defensa de sus intereses de clase, y del movimiento campesino e indígena enfrentado a un latifundismo semi-feudal que los despojaba, y aún los despoja violentamente de sus tierras. En 1935 contribuyó eficazmente, con los liberales, a la construcción de la CTC, confederación sindical de la cual fue expulsado posteriormente el movimiento de influencia comunista por la acción del Partido Liberal y del presidente de la república, Alberto Lleras Camargo. A raíz de esa expulsión se conforma el CUASS que ya en 1964 se transforma en la CSTC, central clasista con influencia mayoritaria de la militancia del PCC. En la permanente búsqueda de la unidad de los trabajadores el partido promovió y logró la fusión de la CSTC, la UTC, parte de la CTC y el sindicalismo independiente para conformar la actual CUT en 1986, la cual, a pesar de sus dificultades ideológicas y políticas de hoy, sigue siendo la primera central de trabajadores colombianos.

Alianza obrero-campesina

La alianza obrero-campesina siempre ha estado en la mira del PCC como elemento estratégico de su política. Afiliada a la CUT, con asiento en su dirección actual, desde su fundación en 1976 se encuentra la organización agraria Fensuagro (antes Fensa) que defiende los intereses de los campesinos y trabajadores del campo bajo orientación comunista. A pesar de la agresión estatal-paramilitar que ha diezmado a sus integrantes, hoy se fortalece nuevamente dentro de la Cumbre Agraria, construye nuevos sindicatos y afilia a otros ya existentes. En la última época, con Marcha Patriótica y la mencionada Cumbre Agraria, ha demostrado la mayor capacidad de movilización representada en paros campesinos y marchas nacionales.

Sería excesivo para este escrito relacionar los espacios de masas en los cuales el PCC ha tenido o tiene influencia determinante. Mencionamos solo algunos: los trabajadores del petróleo, abanderados de la lucha por la defensa de nuestros recursos no renovables, de la industria de la construcción, de los alimentos, del sector educativo en todos sus niveles al lado de la Juventud Comunista, de la salud, de la vivienda en donde tiene lugar destacado la Central Nacional Provivienda y sus luchas históricas, en fin… el PCC se ha ganado con creces un lugar preponderante en la historia de las luchas del pueblo colombiano.

En su labor política el PCC ha tratado siempre de construir la más amplia unidad por la paz y por una sociedad verdaderamente democrática, que respete al ser humano y valore la capacidad de decidir colectivamente la orientación social que deba cobijar a todos.

La unidad popular

En esa dirección, y después de superar períodos de ilegalización, persecución y encarcelamientos, ha integrado alianzas con sectores de izquierda democrática como la Unión Nacional de Oposición y el Frente Democrático, llegando, en 1985, a la construcción de la Unión Patriótica, organización fruto de un proceso de paz adelantado entre la insurgencia y el gobierno de Belisario Betancur. Cuando ya la UP demostraba el crecimiento vertiginoso del apoyo popular, la extrema reacción de los enemigos de siempre desató una campaña de exterminio que, además de asesinar a candidatos presidenciales, congresistas y dirigentes populares, causó el aislamiento, por temor, de la naciente organización política. El proceso de paz de entonces fracasó por ese genocidio político y la UP desapareció formalmente del escenario.

El PCC, disminuido numéricamente pero siempre dispuesto a continuar y profundizar su lucha, avanza en la construcción de la unidad y, con otras fuerzas democráticas y de izquierda conforma, en 2005, el Polo Democrático Alternativo, organización que nuevamente recibe el apoyo popular e insinúa entonces convertirse en alternativa cierta de poder. Luego de debates internos sobre la necesidad de apoyar y participar en la movilización nacional agraria adelantada por el movimiento social y político Marcha Patriótica, integrado, entre otros por el PCC, el sector mayoritario del Polo decide la expulsión del partido alegando supuesta doble militancia. Esta salida, que fue acompañada por otros sectores políticos, debilitó al PDA que ha intentado ser hegemonizado por un sector de difusa política.

El PCC, sin abandonar la búsqueda permanente de la unidad popular a pesar de las incomprensiones, participa en la reestructuración de la ya histórica y martirizada UP, y con esa figura retoma su vocería pública y su actividad electoral, en desarrollo de su consigna del XXI Congreso: Por la Paz, la Democracia y la Soberanía, juntar todas las rebeldías. Integra el Frente Amplio por la Paz, que impulsa la continuidad y culminación exitosa de las conversaciones entre las FARC y el gobierno nacional, bajo la consideración de la paz como el bien más necesario para la vida de la sociedad.

Porque somos el partido de la vida y la esperanza, continuaremos tercamente en nuestra lucha por la eliminación de la explotación, hasta lograrla.

* Profesor universitario y dirigente del Partido Comunista Colombiano.

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