lunes, abril 28, 2025
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Marx en los años 50 del siglo XIX

El materialismo contemplativo no valora la actividad de los individuos y su capacidad transformadora

José Ramón Llanos

Un lector de los artículos anteriores sobre Marx publicados en este semanario me preguntó: “¿A partir de qué fecha pudiéramos considerar que Marx devino materialista?”. Sin lugar a dudas, la respuesta más acertada sería hacia finales de la primera mitad de los años 40 del siglo XIX.

Esta respuesta se fundamenta en el hecho de que, en las Tesis sobre Feuerbach, encontramos un giro radical de Marx: la sociedad y los mismos procesos históricos dejan de explicarse exclusivamente todo en las ideas y comienza a valorarse la práctica como elemento central para encontrar una explicación del devenir histórico y la dinámica humana en general.

En las Tesis sobre Feuerbach, Carlos Marx sostiene: “El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica en donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico”.

Marx y Engels escribieron, entre noviembre de 1845 y agosto de 1846, en Bruselas, el texto Feuerbach. Oposición entre las concepciones materialista e idealistas, En el segundo acápite titulado Premisas de las que arranca la concepción materialista de la historia leemos:

“Las premisas de las que partimos no son arbitrarias, no son dogmas, sino premisas reales, de las que solo es posible abstraerse en la imaginación. Son los individuos reales, su acción y sus condiciones reales de vida, tanto aquellas con que se han encontrado ya hechas, como engendradas por su propia acción. Estas premisas pueden comprobarse, consiguientemente, por la vida puramente empírica”.

Por su parte, Lenin considera que Marx es materialista a partir de los años 44. El líder ruso dijo: “Época en que se forman sus ideas, Marx es materialista y, concretamente, sigue a Feuerbach, cuyo lado débil fue para él, entonces y más tarde la falta de consecuencia y de universalidad de que adolecía su materialismo”.

Las consecuencias del materialismo anterior a Marx

Más adelante, en otro escrito de 1845, Marx establece más claramente sus diferencias con Feuerbach y el materialismo anterior. Al respecto, llama la atención de que el materialismo anterior al histórico, por supuesto, el de Feuerbach, definía la realidad como un “objeto de contemplación”. Por tanto, no incluía la praxis humana, actividad que podría transformar la realidad. Por esta razón, no se entendía el valor de la acción humana que puede ser revolucionaria y transformar la realidad, cualificándola.

Esta forma de definir la realidad condenaba al hombre a tener que soportar las condiciones sociales y políticas en que vivía sin tener ninguna posibilidad de transformarlas. Por tanto, no percibía la posibilidad de transformar radicalmente las posiciones de explotación que soportaba el hombre, en otras palabras, el materialismo previo al de Marx y Engels era antirrevolucionario.

El materialismo histórico denomina a la concepción filosófica de Feuerbach y a otros que se identifican con su concepción como materialismo contemplativo, porque no valora la actividad de los individuos y su capacidad transformadora. En parte esta carencia se fundamentaba en su naturaleza mecanicista lo que le impidió analizar el progreso del hombre y, por tanto, devino una especie de materialismo vulgar. Por eso, no incluyó en la cuestión humana, la dinámica de la ciencia, especialmente los avances de la química, de la biología y de la teoría eléctrica de la materia, avances de entonces.

En el fondo, el vetusto materialismo de la primera parte del siglo XIX no identificó el carácter histórico, ni dialéctico del mundo y de las relaciones humanas. Por esta razón, ese mismo materialismo no tuvo en cuenta que la realidad del hombre transcurre, como dice el marxismo, “Incluyendo el conjunto de las relaciones sociales y las posibilidades de transformarlas”.

La acción transformadora del hombre

En la concepción marxista, la realidad humana no solo hay que interpretarla, sino que, además, debe ser transformada. Cuestión que corresponde a lo que el marxismo llama “La actuación revolucionaria práctica”. Sin embargo, Marx y Engels tuvieron en cuenta, además, en la valoración de la realidad, uno de los más importantes aportes de la filosofía clásica alemana, la Dialéctica hegeliana.

La aparición de las clases antagónicas 

La dialéctica permite a Marx conocer más en profundidad la dinámica de la sociedad, las transformaciones producidas a lo largo de la historia en las relaciones entre los hombres, más precisamente entre las distintas clases sociales aparecidas después de superado el comunismo primitivo. Aquí es donde aparecen los distintos momentos de la historia en que la sociedad se divide en clases antagónicas y que la lucha entre estas clases dinamiza los cambios en las sociedades humanas hasta culminar en aquella formación económico social en donde desaparecen la clases antagónicas, el comunismo.

Superado el comunismo primitivo, las distintas formaciones económico sociales que aparecieron a lo largo de la historia ─el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo─ dinamizaron su desarrollo con fundamento en la lucha de las distintas clases sociales que las integraron. En el feudalismo, las clases antagónicas estaban representadas por los señores feudales, dueños de la tierra, y los siervos, explotados por los primeros.

En el Manifiesto Comunista, Marx y Engels explicaron la aparición de estas clases sociales y sus intereses, así: “La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales; en una palabra opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces, otras francas y abiertas; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad…”.

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