domingo, septiembre 7, 2025
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Lo que no te pagan, sostiene al mundo

Con un lenguaje agudo y militante, Dalla Costa denunció que el capitalismo se sostenía sobre una base invisible: el trabajo doméstico no remunerado de las mujeres

Anna Margoliner
@marxoliner

La obra de Dalla Costa surge en la Europa de los años setenta, una década atravesada por fuertes movilizaciones obreras, estudiantiles y feministas. En Italia, país donde residía, el movimiento feminista se encontraba en plena ebullición, discutiendo tanto los derechos sexuales y reproductivos como el papel de las mujeres en el mercado laboral.

Fue en ese contexto que nació la campaña “Salarios para el trabajo doméstico”, impulsada por el International Feminist Collective, del cual Dalla Costa fue una de las principales referentes. Este movimiento buscaba visibilizar que el hogar, lejos de ser un espacio natural o privado, era en realidad una institución económica y política fundamental para la reproducción del capitalismo.

La potencia política del trabajo reproductivo 

En El poder de la mujer y la subversión de la comunidad, Dalla Costa plantea que el trabajo doméstico —cocinar, limpiar, cuidar, criar— es indispensable para la producción capitalista, aunque el sistema lo mantenga en la sombra al no reconocerlo como trabajo asalariado. De esta manera, las mujeres sostienen el bienestar de la fuerza de trabajo y garantizan su reproducción, mientras permanecen invisibilizadas y explotadas.

Su denuncia central es que esta forma de explotación no es secundaria, sino estructural: sin el trabajo reproductivo gratuito, el capital no podría funcionar. Por ello, exigir un salario por el trabajo doméstico no significaba únicamente pedir una retribución económica, sino politizar la esfera privada, sacarla del ámbito del amor y el deber naturalizado, y reconocerla como campo de lucha.

Dalla Costa sostiene: “La casa es la fábrica donde se produce la fuerza de trabajo, y la mujer es la productora. Mientras este trabajo permanezca oculto, la explotación capitalista tendrá siempre un sostén gratuito e inagotable”. Con esta afirmación, la autora dinamita la separación tradicional entre lo productivo y lo reproductivo, cuestionando los límites de la economía y de la política tal como estaban concebidos.

Una vida dedicada a la crítica social

Mariarosa Dalla Costa nació en Italia en 1943. Filósofa, activista y militante feminista, formó parte del movimiento obrero y del feminismo autónomo italiano, siendo una de las fundadoras del International Feminist Collective. Su trabajo académico y político se ha centrado en la teoría de la reproducción social, la crítica al capitalismo y la articulación entre feminismo y luchas anticapitalistas.

A lo largo de su vida, ha publicado diversos libros y artículos que profundizan en los vínculos entre economía, género y poder. Además, ejerció como profesora de Sociología Política en la Universidad de Padua, desde donde continuó su labor de investigación y activismo.

La vigencia del pensamiento de Dalla Costa

Más de cincuenta años después de su publicación, El poder de la mujer y la subversión de la comunidad conserva una vigencia notable. El planteamiento de que el trabajo reproductivo no remunerado es la base oculta de la acumulación capitalista anticipó debates actuales sobre la economía del cuidado, la crisis de reproducción social y el agotamiento de las mujeres como sostén invisible del sistema.

Hoy, en un mundo marcado por la precarización laboral, el aumento del trabajo informal y la intensificación de las dobles y triples jornadas que recaen sobre las mujeres, las ideas de Dalla Costa ofrecen una clave para entender las contradicciones del capitalismo contemporáneo. Su propuesta de politizar la vida cotidiana y reconocer la potencia del trabajo doméstico como terreno de lucha y de transformación se conecta con discusiones actuales sobre la redistribución del cuidado, el salario social universal, la justicia reproductiva y la crisis climática, que también impacta en las formas de sostener la vida.

Además, en tiempos de debate sobre la economía feminista, la obra de Dalla Costa aporta un recordatorio incómodo: la emancipación de las mujeres no puede reducirse a su inserción en el mercado laboral formal, si al mismo tiempo no se resuelve la desigual organización del trabajo reproductivo. Como ella advirtió en los años setenta, sin transformar la base material de la vida cotidiana, la igualdad legal y política corre el riesgo de ser solo una promesa vacía.

Subvertir la comunidad, transformar el mundo

El aporte de Mariarosa Dalla Costa consiste en haber revelado que la verdadera subversión social no se juega únicamente en las fábricas o en el parlamento, sino en los hogares, en el cuidado, en lo cotidiano. Allí donde el capitalismo se refugia en la gratuidad y la naturalización, ella propuso ver un campo de resistencia y emancipación.

Su legado nos recuerda que la lucha por la igualdad de género no puede separarse de la crítica radical al sistema económico que se sostiene en la explotación de la vida misma. Poner la reproducción social en el centro es, todavía hoy, un acto profundamente revolucionario.

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