“Los fiscales a quienes les ha tocado el caso lo único que dicen es que hay que tener paciencia y esperar, porque que así es la Justicia en Colombia”.

Alejandra Cano
Adriana Díaz Castillo, una joven comerciante que vive en Bogotá, hace unos días buscaba con desasosiego quien pudiera servir de eco para su denuncia sobre el feminicidio de su hermana Liliana, que se mantiene en la impunidad. Fue así como VOZ la contactó y en una conversación contó los hechos lamentables que, según dice, no le permitirán descansar hasta que se castigue al responsable.
Pero no solo le inquieta el hecho de que el asesino de su hermana se encuentre en libertad como si nada, como si matar a una mujer, en este país, fuese, en pleno siglo XXI, un acto aceptable, sin ninguna trascendencia, como cuando el delito era perdonado por tratarse de “ira e intenso dolor” o como aún los medios convencionales lo minimizan, colocando titulares como “crimen pasional”. Le preocupa también su sobrino que hoy es huérfano de madre por culpa de un macho feminicida más. La tía afirma: “Dos años y medio después de la muerte de mi hermana, en dos ocasiones, él ha intentado robarme al niño y a mí me ha amenazado porque sabe que yo soy quien está a cargo de toda la parte judicial. Todo lo tengo denunciado, y sé que tengo que cuidarme porque ya sabemos que la Justicia no hace nada: con todas las pruebas y los indicios que hay, ni siquiera lo han detenido y él está como si nada, dándose la gran vida, cuando le ha causado tanto daño a personas inocentes”.
Y sobre el asesinato de su hermana, Adriana, con voz de esperanza, porque sabe que este medio será una verdadera caja de resonancia ante su caso, nos cuenta:
“Ella le permitió llevarse al niño, el día 4 de enero y él debía regresarlo el 20 del mismo mes. Él se lo llevaba de vacaciones a Planadas, Tolima. Estaba en la vereda El Diviso, en donde vive mucha familia de él. Cuando se lo llevó, la primera semana de enero, la llamó y le dijo que iba a matar al niño y que se iba a matar él. Que si ella quería volver a ver a su hijo, tenía que ir hasta allá. Ella, desesperada, fue sin consultarnos nada. El día 14 de enero, ella me llama en horas de la mañana y me comenta que había tenido un problema muy grande con él y que él no le quería dejar traer el niño para Bogotá y que primero la mataría”.
Y así fue. Según nos cuenta Adriana, efectivamente, ella no volvió: “Me dijo que después me llamaba y no lo hizo. Cuando ella desapareció, Uriel Tique Puente (presunto feminicida) nunca se tomó la molestia de ayudar a buscarla, yo lo llamé y me dijo que por ahí habían visto a una mujer muerta en la vía a Bogotá. Pero nosotros aún no habíamos puesto denuncia por desaparición. Entonces él sabía dónde la había dejado y efectivamente en la vía a Bogotá la encontramos en alto grado de descomposición.
El caso en la impunidad
“Los fiscales a quienes les ha tocado el caso lo único que dicen es que hay que tener paciencia y esperar, porque que así es la Justicia en Colombia. Lo tiene la fiscalía 51 de Chaparral, Tolima, y hasta ahora están haciendo prueba de los teléfonos. El mismo fiscal dice que ya sabe que él la mató pero necesita pruebas físicas y según los hechos todo da indicios de que el señor fue quien la mató.
Antecedentes
“Ellos se habían separado hacía dos años porque él intentó matarla en varias ocasiones y ella denunció. Él le pegaba, la amenazaba con matarla y hasta delante de nosotros dijo que un día le iba pegar un tiro en la cabeza, que viva no la iba a dejar.
“No queremos que el caso se quede en la impunidad, no queremos que sea un feminicidio más y el responsable esté feliz haciendo su vida, mientras frustró los sueños que ella tenía y dejó un niño huérfano”, dice Adriana con impotencia.