La realización del X Foro Internacional de Víctimas, FIV, del 31 de julio al 2 de agosto en Riohacha, suscita varias reflexiones en el plano ideológico. Algunas de carácter histórico y otras relacionadas con los hechos del presente, fuera y dentro del contexto colombiano
Pietro Lora Alarcón
@plalarcon
La perversidad del modelo neoliberal arroja incontables víctimas. Basta con recordar las consecuencias de una reciente pandemia en países donde el neoliberalismo fue aplicado a rajatabla.
En 1918, en su Carta a los Obreros Norteamericanos, Lenin mencionaba al revolucionario Eugenio Debs, quien escribiera un texto llamado Por qué voy a luchar, en el cual afirmaba que las guerras desatadas por las oligarquías internacionales reaccionarias eran incomparablemente opuestas a las luchas de los obreros y revolucionarios.
Lenin notaba que para el imperialismo las víctimas son un resultado inevitable de los conflictos que promueven, para configurar el orden mundial que le conviene. Desde luego, las víctimas ocasionadas por las respuestas violentas al desafío de la lucha popular son justificadas incluso cuando se apela al terror, que consideran legítimo, porque se trata de la defensa de sus intereses de clase.
Gaza resiste
En esta cuadra de la historia, el desarrollo de la táctica criminal de exterminio para lograr una reconfiguración geopolítica en puntos estratégicos del planeta constituye el centro de los intereses imperialistas. Su estructura militar y económica activa al Estado de Israel para agenciar el genocidio en Gaza.
El descaro y la ignominia no tienen límites. Una caravana de camiones con alimentos se encontró con multitudes de civiles hambrientos sobre los cuales dispararon las fuerzas israelitas. Claramente, continúan acciones para provocar el desplazamiento forzado de los que aún resisten en ese ataque a la humanidad, ante la evidente e indignante incapacidad de la ONU para mantener la paz y la seguridad,
Las víctimas que recorren el mundo pidiendo refugio y buscando acogida ante la persecución y la muerte, las deportadas forzadamente y los y las migrantes que sufren la persecución en Estados Unidos, son una muestra del carácter de la época.
En Colombia
Como acontece en otros lugares, las palabras “víctima” o “desplazados” se usan con infeliz frecuencia, como un retrato de la realidad de violencia histórica engendrada especialmente desde el Estado. Pero también, más allá de las fronteras, las palabras “migración forzada”, “refugio” o la simple expresión “nos tocó salir” son asociadas en muchos casos a la colombianidad, identificando el legado de décadas de conflicto.
Una mirada a la migración forzada colombiana permite distinguir las lesiones a la habilidad natural de encontrarse y comunicarse y a la estabilidad emocional. Sin embargo, las experiencias y testimonios dejan claro que es una migración que al tiempo que confronta el desafío de la reproducción de su vida material exige respeto a su identidad cultural y social, a la participación política y la plenitud de sus derechos.
Por eso, comprender la situación de las víctimas es mucho más que describirlas, porque significa reconocer la dignidad del sujeto víctima, es decir, su condición ética, autodeterminación y capacidad de interpretación de su entorno existencial. Visiones diferentes conducen a la parálisis de su capacidad de organización, movilización y contribución a la transformación de la realidad.
Para los comunistas, en este terreno, hay dos cuestiones relevantes, que envuelven la presencia de la conciencia crítica y distinguen la acción revolucionaria: el internacionalismo y la solidaridad. Las dos se complementan para promover la unidad de las víctimas contra los agentes de la guerra, bajo una perspectiva responsable en sentido emancipatorio. Las víctimas exhortan a la condena de la causa de su grito sin perder la visión contra el sistema, en ejercicio de una praxis libertadora.
En tal sentido, la atención a las víctimas no se puede confundir con la caridad o la simple tolerancia. En esa óptica se reproduce un tipo de revictimización permanente que las incapacita para encontrar las causas reales del conflicto que origina su situación. Para los revolucionarios, el trabajo al lado de las víctimas no hay opción por la indiferencia y se construye en colectivo, pasando de la subjetividad a la intersubjetividad.
Ya está claro que el exilio y el refugio son, de por sí, hechos victimizantes. Pero exiliados y refugiados continúan padeciendo de falta de atención consular, violencia, estigmatización y cortes de derechos. En los países de llegada, regularmente los sistemas de reconocimiento de la calidad de refugiado funcionan a distancia.
La paz y las víctimas
En Colombia, el punto 5 del Acuerdo de Paz del 2016 es transversalizado por el reconocimiento de la dignidad de las víctimas del conflicto, destacando principios para su interpretación y aplicación. Entre ellos el de reconocimiento, que establece que todas son sujetos con derechos; el de la responsabilidad, que es necesaria la averiguación y verificación sobre los hechos victimizantes; el de la participación, que implica considerar que cada víctima puede opinar y decidir en todos los procesos a ellas relacionados. Hay otros principios como el del esclarecimiento de la verdad, la garantía de no repetición y la reparación, las garantías de protección y seguridad.
El Acuerdo destaca que la atención a los derechos fundamentales de las víctimas no es una concesión, sino un deber estatal tanto en Colombia como fuera del país, atendiendo a la universalidad, progresividad y resarcimiento de derechos.
Al lado de otras valiosas experiencias organizativas de víctimas en el exterior, el FIV llega a su X Encuentro, con una filosofía internacionalista y solidaria.