Cientos de habitantes de calle padecen a diario el olvido estatal y la persecución policial. La ausencia de una política integral para esta población, los ha arrojado al más húmedo e inhumano vivir
Por: Carolina Tejada
Desafortunadas imágenes rodaron esta semana en redes sociales y en algunos noticieros mientras se hablaba de cómo la creciente del caño Comuneros, gracias a las fuertes lluvias, arrastraban a un grupo grande de personas que dormían allí.
Las imágenes muestran cómo hombres y mujeres de manera desesperada tratan de sobrevivir al arroyo. La solidaridad entre sí, hacía que por medio de escalas humanas y con cuerdas se trataran de auxiliar y huir de la corriente. Fueron imágenes fuertes que algunos transeúntes registraban desde la vía del puente mientras otros trataban de buscar ayuda desesperadamente.
Una tragedia que no se puede ocultar
Algunos habitantes de calle buscaban la manera de encontrar a sus compañeros, se afirma que el arroyo se los llevó, que no escaparon a la furia del agua. Esa mañana fría en el centro de la capital se reportaron varias personas heridas, una mujer mayor yacía muerta sobre el suelo. Las autoridades locales, los bomberos y Medicina Legal también acudieron al lugar para brindar apoyo. Sin embargo, las denuncias acerca de los desaparecidos no fueron diligenciadas correctamente, pues quienes habitan la calle, no portan documentación y según las autoridades, sin ello es difícil diligenciar una denuncia para la búsqueda de desaparecidos.
Los días lluviosos siguen pasando, y miles de personas continúan resguardándose de la noche y el agua debajo de estos mismos puentes, pues pasada la noticia el drama sigue. Este grupo poblacional sobrepasa las tres mil personas que a diario deambulan solo por el centro de la ciudad y que corresponden al grueso de habitantes de calle que la administración del actual alcalde de Bogotá desplazó a la fuerza del conocido Bronx.
Desalojos brutales
Después de salir del Bronx, muchos decidieron ubicarse en la Plaza España o en el Parque de la Mariposa, de allí también fueron desplazados a la fuerza. El centro de la ciudad se ha convertido en escenario de una cacería a diaria de personas en condición de indigencia. Unos 400 habitantes de la calle han creado hogares transitorios, pero son amedrantados por la policía, sin que se brinde una asistencia integral por parte de la administración.
Otro grupo de personas que han logrado escapar de la brutalidad policial, deambulan por la ciudad, ocupan los puentes, caños, y se han venido asentando en zonas comerciales como las de la calle 6 con 30, más especialmente en los barrios Mártires, Estanzuela y Santafé. Muchos más se encuentran deambulando en localidades aledañas, e incluso se ha denunciado que muchos de ellos han sido enviados en buses a ciudades intermedias. Las administraciones locales de las ciudades del eje cafetero por ejemplo, han denunciado la presencia de personas traídas de la capital, así lo aseguró el secretario de Desarrollo Social y Político de la Alcaldía de Pereira, Jhon Jairo Lemus, “Del ‘Bronx’ salieron más de dos mil personas con destino al Eje Cafetero y se repartieron entre Pereira, Manizales y Armenia, y algunos se fueron para Medellín”. Además se dice que unas 60 personas han desaparecido desde los hechos que se dieron en el Bronx.
Un tratamiento humano a un problema social
Según un estudio de georreferenciación adelantando por la Secretaria de Integración Social realizado en el 2014, en tres localidades se ubican muchos habitantes de calle, Puente Aranda, con el 11,7 por ciento, Kennedy, 11,2 por ciento y Los Mártires, 10 por ciento. Para el año 2011, la SIDS, declaró que en la capital el 59,17% de la población es oriunda de Bogotá, el 40,18% nació en otro municipio, el 0,24% es nativa de otro país y no se tiene información del 0,41%.
En la pasada administración se venía adelantando un plan de atención integral a este grupo poblacional, que incluía acceso integral a servicios de salud, manejo básico del consumo de sustancias psicoactivas y una red que garantice la salud oral. Además de los hogares de paso, entre otros. Pero para este periodo, la inversión en estos planes bajó, lo cual impide dar continuidad a una política pública que asuma como un compromiso social y humano, el tratamiento a este grupo de personas.
¿Qué más existe detrás de esta población?
Lo que también se observa detrás de esta población flotante, es que si bien una sentencia de tutela de la Corte Constitucional, la T-043 del 2015 impide obligar a los habitantes de la calle a recibir ayuda en contra de su voluntad, también es cierto que la actual administración de Peñalosa adoptó como iniciativa política, el desalojo por medio del ejercicio de la fuerza y la violencia, para “limpiar” ciertas zonas de la ciudad, en las que sin lugar a dudas existe un alto grado de delincuencia, expendio de drogas, prostitución etc., pero que hasta ahora, tal y como lo señala la misma comunidad circunvecina del centro, esa solución solo “llevó un problema local a las localidades, generándonos más inseguridad y desorden”. Mientras tanto estas personas continúan deambulando las diferentes calles de las localidades de la capital.
Por otra parte, detrás del desalojo del Bronx, estaba la idea de desmantelar las mafias y el tráfico, pero hasta el día de hoy, solo se han registrado capturas aisladas que no han permitido desmantelar dichas estructuras. Además también se encuentra el problema de la corrupción en la fuerza pública, algunos policías están siendo investigados por tener relaciones con bandas y distribuidores de drogas. Este es el caso de la investigación que se adelanta en contra el coronel Gerardo Rivera Gutiérrez, excomandante de de policía de Los Mártires.
Fue a causa de situaciones como estas, que el operativo que se realizara en el Bronx, contara con policías de otras ciudades del país, pues según la Fiscalía, había indicios de que algunos agentes de Bogotá estaban a sueldo de las bandas del Bronx, situación que podía poner en evidencia el operativo.
Mientras situaciones como estas sigan latentes, los miles de habitantes de calle, seguirán deambulando por la ciudad, seguramente tratando de sobrevivir al día, de escapar de una golpiza policial, del frio o de los arroyos que cuando crecen arrasan con la poca tranquilidad que pueden hallar debajo de un puente húmedo, ante la mirada celosa de la ciudad que los ve con prejuicio.