A través del análisis de Hildegart y la eugenesia, se explora cómo estas ideas han evolucionado y continúan resonando en el mundo actual
Anna Margoliner
@marxoliner
Concebida por su madre como un «experimento» para forjar a la mujer del futuro, Hildegart se convirtió en una brillante activista feminista y socialista, cuyo pensamiento desafió los límites impuestos por su tiempo. Sin embargo, su creciente independencia la llevó a un desenlace brutal: el asesinato a manos de quien la había moldeado desde su nacimiento.
Roja y feminista
Hildegart Rodríguez Carballeira nacida en 1914 y asesinada por su madre en 1933, fue una joven intelectual, feminista y activista española, reconocida por su brillantez precoz y su trágico destino. Su vida estuvo marcada por el control absoluto de su madre, Aurora Rodríguez Carballeira, quien la concibió con el propósito de criarla como una «mujer perfecta» destinada a liderar una revolución social y feminista.
Desde su nacimiento, Hildegart fue criada bajo un estricto programa educativo diseñado por su madre, quien la sometió a una educación intensiva desde los primeros años de vida. Como resultado aprendió a leer y escribir a los dos años, a los 10 ya hablaba varios idiomas, a los 13 comenzó a estudiar Derecho en la Universidad de Madrid y publicó ensayos y libros sobre sexualidad, feminismo y política en su adolescencia.
Hildegart se convirtió en una destacada intelectual en la Segunda República Española. Sus principales áreas de trabajo fueron la defensa de la emancipación de las mujeres a través de la educación y la autonomía sobre su propio cuerpo; militó en el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y en la Liga Española para la Reforma Sexual, escribió artículos y libros promoviendo la educación sexual y el control de la natalidad, temas controvertidos en la España de la época.
A medida que Hildegart ganaba independencia y comenzaba a cuestionar el control de su madre, esta sintió que su «proyecto» se desmoronaba. En 1933, cuando Hildegart tenía solo 18 años, Aurora Rodríguez Carballeira la asesinó disparándole cuatro veces mientras dormía. Su madre argumentó que lo hizo para «salvarla» de lo que consideraba una traición a sus ideales.
A pesar de su corta vida, Hildegart dejó una huella en el pensamiento feminista y socialista de la España republicana. Su historia ha sido objeto de estudios, novelas y películas, como La Virgen Roja de Paula Ortiz en 2024. Su caso también sirvió para reflexionar sobre el control parental extremo.
Darwinismo social y eugenesia
La eugenesia es una teoría y práctica social que busca mejorar las características genéticas de una población humana mediante la intervención en la reproducción. Aunque hoy es considerada pseudocientífica y profundamente problemática debido a sus fundamentos éticos y morales, sus principios se basaban en ideas que surgieron en el siglo XIX y XX, influenciadas por el darwinismo social.
Algunos de los principios clave de la eugenesia en su desarrollo histórico implicaban la selección artificial aplicada a los humanos, proponía intervenir en la reproducción humana para «mejorar» la raza o eliminar «características indeseables».
Esto implicaba fomentar la reproducción de personas con «rasgos deseables» y desalentar o impedir la de personas con «rasgos indeseables». Según Fabiola Villela Cortés en su artículo Eugenesia. Un análisis histórico y una posible propuesta, la eugenesia positiva “buscaba conservar las características de los mejores elementos que conformaban la parte hegemónica de la sociedad, así como prohibir el mestizaje para evitar la «degeneración» de una población que se consideraba homogénea. Estas medidas consistían en favorecer la unión entre jóvenes idóneos para la sociedad”
Por otro lado, la eugenesia negativa: “se caracterizó por limitar los derechos reproductivos individuales en aras de la salud genética de las generaciones futuras, y consistía en la eliminación de caracteres indeseables mediante segregación sexual y racial, restricciones de inmigración (principalmente en EE.UU., México, Brasil, Alemania), prohibición legal de matrimonios «interraciales» y esterilización involuntaria.”
Entonces, se dividía a las personas en categorías de «aptos» (los más deseables, generalmente definidos como blancos, de clase alta y con rasgos físicos específicos) y «no aptos» (pobres, discapacitados, minorías étnicas o raciales). Estas clasificaciones justificaban políticas de exclusión, discriminación y control social.
La eugenesia estuvo estrechamente vinculada con ideologías racistas y colonialistas, promoviendo la idea de la superioridad de ciertas razas (generalmente caucásicas) sobre otras, siendo utilizada como justificación para la segregación, la esclavitud y el genocidio, como es el caso de la Alemania Nazi.
Una idea que permanece
Más allá del experimento social que buscó Aurora Rodríguez con la “mujer del futuro” encarnada en Hildegart, los ideales de la eugenesia buscaban exaltar características específicas que terminaron relacionándose con los nacionalismos consolidados entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, derivando en políticas extremas justificadas por el carácter “científico” de la eugenesia social.
Si bien después del Holocausto, impulsado por una tendencia ideológica de extrema derecha encarnada en el Nacional-socialismo, la sociedad juzgó duramente el proceso eugenésico durante la segunda mitad del siglo XX, estamos enfrentándonos a un renacimiento de ideas fascistas que promueven lugares de discriminación ante las dinámicas actuales como la inmigración, la pobreza y el avance de las mujeres y la población LGBTIQA+ en pro de sus derechos. Tal vez no es explicita, pero las políticas de eugenesia siguen rondando las mentes de los líderes neofascistas.