sábado, agosto 31, 2024
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La segunda oportunidad de Colombia

El entusiasmo, las lágrimas y las sonrisas por el triunfo popular estuvieron presentes durante toda la jornada. Así se vivió la posesión presidencial desde el corredor cultural en Bogotá

Miguel Camacho Quintero
@miguelcamacho91

Es Ley Seca por la posesión presidencial pero el sonido de “guaro, guaro, guaro” y el “clic” refrescante y amargo de una “pola” recién destapada eran parte del marco de la fiesta. Dicen por ahí, fiesta sin bebida no es fiesta.

Presenciamos pues la fiesta de la democracia, la fiesta de la victoria de los “nadies”, una fiesta que desbordó todo pronóstico. Las personas llegaban al centro de Bogotá en compañía de sus amigos y familiares con camisetas de Colombia, con banderas.

La calle 19, principal puerta de acceso a lo que sería el acto de posesión del presidente Gustavo Petro era un río desbordado de felicidad. “Yo no veía tanta gente junta con los colores de Colombia desde que jugamos el Mundial de Brasil en 2014”, decía uno de los vendedores populares que ofrecía manillas y banderitas de Colombia con el apellido del nuevo presidente.

A pesar de algunos inconvenientes logísticos para el ingreso a lo que serían tres kilómetros cuadrados de plazas y calles atestadas de personas frente a pantallas gigantes para disfrutar del triunfo de Petro, la alegría y la emotividad no se perdieron, mucho menos los espacios vacíos, que fueron llenados antes de las tres de la tarde por más de 100 mil personas. ¡Histórico!

La naturaleza fue una aliada

Llegué al Parque de los Periodistas, un sitio emblemático para el Pacto Histórico. Allí se realizó el cierre de campaña de los candidatos a la Cámara por Bogotá, una de las sorpresas en las pasadas elecciones en marzo por el número de curules alcanzadas. Es una plaza ganadora, es un buen augurio.

“Estamos aquí con un parche de amigos. Desde el pregrado salíamos a marchar por estas calles, nos encerraba el Esmad aquí, precisamente, frente al edificio del Icetex. Por años, desde que marchaba como estudiante, llenamos plazas pidiendo cambio. Hoy llenamos otra vez las plazas, pero celebrando el cambio”, me cuenta un comunicador social de Uniminuto.

La fiesta no fue solo en el Parque de los Periodistas, también había pantallas en varias calles aledañas a la Plaza de Bolívar, además del Parque Santander, la plazoleta de Las Nieves y la del Rosario.

Esta plazoleta tenía un marco maravilloso para lo que se vendría simbólicamente con la posesión del presidente. El sol brillaba diferente, era como si la fuerza de la naturaleza estuviese también dispuesta a presenciar la llegada del gobierno popular, como si el corazón de la madre tierra, de los vientos, de los árboles y las montañas latieran al unísono, al mismo tiempo con los corazones de la ciudadanía que estaba ahí, delante del templete del libertador en el Parque de los Periodistas.

Niños, niñas, jóvenes, ancianos y familias enteras estaban atentas, segundo a segundo de lo que las pantallas iban proyectando desde la Plaza de Bolívar.

La esperanza en Palacio

El templete al Libertador, ubicado en la entrada del Parque de los Periodistas, resultó siendo un símbolo y un mandamiento de que Bolívar y su espada están donde esté el pueblo. Las personas celebraron la orden de traer la espada de Bolívar del Palacio de Nariño a la Plaza de Bolívar como si fuese un gol de la selección, como si nos hubiésemos ganado un mundial. Ese acto significó que muchos y muchas colombianas sintieran que por fin se hacía su voluntad, por fin ganaba el pueblo, así fuera con un simple acto simbólico y político.

El entusiasmo, las lágrimas de emoción y las sonrisas por el triunfo estuvieron presentes durante toda la jornada. Cayó la noche y nuevamente la 19 se llenó de miles y miles de personas que regresaban a sus casas, solo que este regreso era diferente: habíamos sido testigos de un hecho histórico. Acabábamos de ver el primer presidente del pueblo, la primera vicepresidenta de la Colombia Profunda, el primer acto de posesión abierto al público.

Acabábamos de escuchar ‘vivas’ a Boric, el presidente de Chile con orígenes de líder estudiantil y abucheos al representante de la monarquía española, vimos como la espada de Bolívar inició nuevamente su camino por América Latina, vimos a las fuerzas militares en pleno rendirle honores al exguerrillero del “Eme” que se convirtió en presidente. Vimos salir al uribismo a pasos veloces por la Plaza de Armas, vimos entrar a la Casa de Nariño un nuevo gobierno de paz, de justicia social, de productividad y desarrollo para la gente.

Entró a Palacio la esperanza por una Colombia del tamaño de los sueños de Bolívar, de los sueños del pueblo que ruega no fallar en esta segunda oportunidad sobre la tierra.

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