La publicación, en 1949, de El segundo sexo marcó un antes y un después en el pensamiento feminista. Con profunda crítica existencialista y estructural del lugar que ha ocupado la mujer en la historia, Simone de Beauvoir abrió un camino para el análisis contemporáneo del género y la desigualdad
Anna Margoliner
@marxoliner
En 1949, Simone de Beauvoir publicó una obra que no solo estremeció los cimientos del pensamiento occidental, sino que reconfiguró la manera en que entendemos la feminidad, la historia y la libertad. El segundo sexo no fue simplemente un libro: es un manifiesto filosófico y político que cuestiona las bases mismas sobre las que se ha construido la subordinación de las mujeres en la cultura occidental.
Simone de Beauvoir (1908-1986) fue una escritora, filósofa existencialista y feminista francesa. Intelectual comprometida con las causas sociales y políticas de su tiempo, es reconocida también por su estrecha relación con Jean-Paul Sartre, con quien compartió una visión del mundo que ponía en el centro la libertad humana, la responsabilidad y la construcción del sujeto. A lo largo de su vida, Beauvoir escribió novelas, ensayos, memorias y artículos, pero El segundo sexo permanece como su obra más influyente y revolucionaria.
Un tratado existencial sobre la opresión
Dividido en dos tomos ─“Hechos y mitos” y “La experiencia vivida”─, El segundo sexo es una investigación ambiciosa y multidisciplinaria. Beauvoir recurre a la biología, el psicoanálisis, la historia, la literatura y la filosofía para explorar cómo la mujer ha sido construida como “el otro” del hombre a lo largo de los siglos. Lejos de aceptar explicaciones esencialistas, Beauvoir sostiene que la condición femenina no es una condena biológica ni un destino natural, sino una construcción social e histórica.
Uno de sus planteamientos centrales es la afirmación: “No se nace mujer: llega una a serlo”. Con esta frase, Simone de Beauvoir inaugura una reflexión que cambiaría para siempre los estudios sobre género, señalando que la feminidad no está determinada por la biología, sino que es el resultado de un proceso de socialización que produce, a lo largo de la vida, un sujeto subordinado. Las mujeres, según Beauvoir, han sido definidas siempre en relación al varón, como su complemento o su opuesto, jamás como un sujeto en sí mismo.
En su análisis de las etapas de la vida femenina ─la infancia, la adolescencia, el matrimonio, la maternidad, la vejez─, Beauvoir muestra cómo cada una de ellas está atravesada por mecanismos de control y dominación que niegan la autonomía de las mujeres. Su apuesta es existencialista: liberar a las mujeres significa reconocerlas como sujetos libres, capaces de trascender, de elegir, de construirse más allá de los mandatos patriarcales.
Un escándalo para su tiempo
Publicado en la posguerra europea, el libro causó un enorme escándalo. Francia aún conservaba fuertes estructuras patriarcales y católicas, y el atrevimiento de una mujer joven hablando abiertamente sobre sexualidad, aborto, prostitución y maternidad fue considerado por muchos como una provocación.
En Estados Unidos, país que Beauvoir analiza con especial atención por su desarrollo capitalista y su modelo familiar tradicional, la obra fue leída con suspicacia. Y ese mismo espíritu llegó a Colombia. En 1953, Luis de Zulueta, columnista de El Tiempo, publicaba una columna de opinión respecto a la recepción que tenía el libro fijando su mirada en Estados Unidos, y citando a un periodista neoyorquino:
“Hasta el más entusiasta partidario de la igualdad de los sexos ─opina el citado comentarista─ llega a sospechar que la autora de este enorme volumen ha escrito tantos centenares de páginas, movida por el simple resentimiento de no ser un varón”.
Esto revela cómo los primeros acercamientos a El segundo sexo en Colombia estuvieron marcados por el prejuicio y la incomprensión. Beauvoir fue acusada de resentida, de destructora del orden familiar, de enemiga del amor.
Su pensamiento, sin embargo, empezaría a circular más ampliamente en los años sesenta, en el marco de una ola global de renovación política y cultural que también tocó el continente latinoamericano. Fue entonces cuando feministas, estudiantes, escritoras y militantes comenzaron a leer y discutir el libro en círculos universitarios, organizaciones de mujeres y espacios intelectuales.
Legado e impacto
A 75 años de su publicación, El segundo sexo sigue siendo una referencia imprescindible. No solo inauguró una forma radical de pensar el género y la opresión, sino que abrió el camino a generaciones de pensadoras y movimientos feministas. La obra ha sido clave para los estudios de género, la teoría crítica, los debates sobre el cuerpo, la maternidad, el trabajo, el deseo, la política y los derechos de las mujeres.
Aunque algunas de sus ideas han sido revisadas y debatidas por corrientes feministas posteriores ─como el feminismo decolonial o el feminismo negro─, el gesto fundacional de Beauvoir permanece vigente: el de preguntarse por qué las mujeres han sido históricamente oprimidas y cómo construir una existencia auténtica y libre.
En Colombia, donde los feminismos han crecido de manera sostenida desde finales del siglo XX, el legado de El segundo sexo se siente hoy en las luchas por el aborto legal, la igualdad laboral, el reconocimiento del trabajo de cuidado, la diversidad sexual y de género, y la crítica a la violencia estructural.
Simone de Beauvoir no ofreció respuestas cerradas, sino herramientas para pensar y actuar. Su apuesta sigue siendo urgente: que ninguna mujer esté condenada a ser lo que no ha elegido.