domingo, febrero 23, 2025
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La decadencia de “el mejor oficio del mundo”

La crisis del Estado liberal redunda en la degradación de esta profesión, cooptada por élites económicas y políticas. ¿Cuáles son los retos para que se adecúe a las nuevas realidades?

Juan Carlos Hurtado Fonseca
@aurelianolatino

Este 9 de febrero se conmemora otro año de la aparición del primer periódico en Bogotá en 1.791, el Papel Periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá, dirigido por el cubano Manuel del Socorro Rodríguez, y por lo cual se celebra el Día del Periodista.

Pero, 234 años después de transformaciones sociales, tecnológicas, económicas, democráticas y de las instituciones, ¿cómo se ejerce esta profesión calificada por Gabriel García Márquez como “el mejor oficio del mundo”?

Desde diversas visiones se coincide en afirmar que ha sufrido drásticos cambios y experimentado un declive, al punto de que no cuenta con el mismo respeto o reconocimiento en la sociedad.

En ese sentido, Fernando Millán, periodista y politólogo, creador y director de los diarios ADN y Mío, quien también fue editor nocturno de la unidad investigativa de El Tiempo, asegura que la crisis actual del periodismo colombiano es la más profunda de la historia.

Para él, esta es causada por la desinformación y la mentira por cuenta de periodistas y medios de comunicación de la mal llamada “gran prensa”: “Olvidaron los mínimos valores del oficio y se entregaron sin asco a los brazos de los poderes políticos y económicos, la mayoría de los cuales se apropiaron de buena parte de los medios tradicionales”.

Algunas facetas

Analistas coinciden en afirmar que el declive de los Mass media, como instituciones democráticas, está directamente relacionado con la crisis del Estado liberal burgués, de sus instituciones y de su incapacidad de resolver las necesidades básicas de los ciudadanos. En otras palabras, de la falta de democracia.

Para Millán hay varias facetas. “Una es la de los periodistas que responden a conciencia a la línea de los dueños de los medios, defendiendo sus intereses y respondiendo a una política de descrédito, mentira y desinformación de lo que hace o deja de hacer el gobierno de Gustavo Petro. La discusión no está en respaldar o no a este o a cualquier gobierno. Está en que debe ser fiscalizador, pero desde los principios del oficio”.

Otra faceta se basa en la existencia de periodistas ignorantes que tragan entero y que solo obedecen las órdenes de sus jefes sin la menor reflexión: “Peligroso porque es el espacio de la autocensura”

En respuesta, las audiencias acuden a otros canales de información, alternativos, ya no corporativos y abren espacio a influenciadores, quienes están ocupando el espacio de los medios masivos.

También está el ecosistema de las redes sociales, en el que hay creadores de contenidos que alimentan la mentira y la desinformación.

Los retos

El periodista y profesor comenta que todos estos “desinformadores”, en redes o en medios, están ignorando su responsabilidad social y profundizan una polarización que se traduce en violencia: “Ha ocurrido que periodistas, desconociendo las implicaciones penales, hacen llamados a la fuerza pública a desobedecer al presidente de la República”, ejemplifica.

Para identificar más retos del problema o para que los medios y las experiencias comunicativas se adapten a los nuevos tiempos y se recupere el rigor y la ética en esta profesión, VOZ también habló con Diego García, doctor en Comunicación y profesor del programa de Periodismo y Opinión Pública de la Universidad del Rosario.

“Uno de los mayores desafíos del periodismo colombiano es su relación y dependencia con los poderes, tanto con el poder económico como con el poder político, que ha sido una dependencia histórica.

“Mientras en Colombia el periodismo siga empleándose para defender intereses y agendas particulares y, no tanto la ciudadanía o al interés público en general, seguirá estando muy lejos de la función social que debe cumplir”, explica el docente.

Las redes sociales

García también señala como desafío que los periodistas entiendan cómo funciona y cuáles son las lógicas de la propia industria de los medios, porque -indica- estos profesionales están entre quienes menos entienden cómo se desarrollan esos procesos.

“Si los medios y los periodistas entendieran, por ejemplo, cómo funcionan las grandes plataformas y cómo afectan su oficio y su modelo de negocio, tendrían o establecerían una relación más cautelosa con las plataformas de distribución de contenidos. Hablo de YouTube, de Facebook, del propio Google, de Instagram o X”, complementa advirtiendo el peligro para el derecho a la información de calidad que representa el ecosistema de las redes sociales.

Agrega que también es evidente que medios y periodistas se convirtieron en productores de contenidos para la circulación en plataformas.

“Se produce un periodismo banal, de circulación rápida y no un periodismo comprometido con la ciudadanía, con la verificación, con el rigor y este tipo de características que han hecho históricamente esta una labor de importancia y relevancia social”, anota el investigador.

El papel de la universidad

Como académico sabe que tienen una responsabilidad por ser formadores de comunicadores: “El principal reto que enfrentamos las universidades es de adaptabilidad y reacción frente a los cambios que se están dando desde hace unas dos décadas en el ecosistema de medios. Si bien las universidades no debemos formar simplemente trabajadores para los medios; sí creo que hay que pensar qué periodistas necesita la sociedad”.

No obstante, no se puede dejar de lado la importancia en la formación de habilidades y conocimientos técnicos, por supuesto, pero el profesor García asegura que es urgente que el periodista desarrolle un pensamiento crítico, una capacidad de análisis e interpretación, porque “si algo abunda hoy en el mundo digital es el exceso de información y escasea la capacidad de análisis e interpretación que le dé sentido a la realidad de la información, que hoy inunda internet y las redes sociales”.

Esta capacidad debe marcar una diferencia entre el periodista comprometido, estudiado, con capacidad crítica y quienes solo se dedican a producir contenidos livianos y de circulación rápida en redes sociales. Una diferencia que debe contribuir a tener capacidad de analizar los fenómenos complejos de la economía, la política, y la cultura que vive la sociedad contemporánea.

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