Carolina Tejada Sánchez
El nuevo Sistema de Protección Integral para la Vejez y Muerte, que empezaría a regir desde el 1 de julio del 2025, cuenta con una estructura de cuatro pilares, con un umbral de 2.3 salarios mínimos y, además, acaba con el viejo sistema de competencia asimétrico que venía rigiendo hasta el momento.
Los/as uribistas y las clases dominantes del país, amenazan con demandar ante la Corte Constitucional, el procedimiento que la sacó adelante en el Congreso. ¡Faltó difusión!, dicen. Pero no es una reforma a las pensiones lo que les molesta, les incomoda si, que no sean ellos quienes ahora administren la caja menor de los ahorros de la gente.
No es ceguera lo que tienen, es aporofobia y miedo a que las clases más desfavorecidas tengan una mínima posibilidad de autonomía económica con el ingreso solidario que otorgara la reforma, para librarse de las cadenas de marginalidad, de mendicidad, del sometimiento y la humillación por un plato de comida o un techo para sobrevivir.
Y no es que la reforma saqué de la pobreza absoluta a toda la población colombiana, no. Pero si garantiza que un gran porcentaje de ella, 3 millones de personas aproximadamente, puedan acostarse con la tranquilidad de que, con el pilar solidario, el plato de comida con el que se acuestan hoy, también lo podrán tener mañana. Y que ese recurso saldrá de las arcas del Estado, como lo demanda la ley, y no quedara a la deriva para llenar los bolsillos de quienes, en gobiernos anteriores, se enriquecían a costa del ahorro trabajado por años de la gente.
Con esta reforma, concertada y discutida ampliamente en el país, como ha recordado la ministra del Trabajo, Gloria Inés Ramírez, ¡Colombia avanzará! y se cerrarán brechas como las de género. Se acoge la sentencia de la Corte Constitucional que reduce las semanas de cotización para las mujeres a mil semanas, y se añade un bono que permitirá desde el próximo 2025, que las mujeres puedan tener 50 semanas de cotización por cada hijo o hija, hasta un máximo de tres.
Esto es justicia con las mujeres que han dedicado su vida a las labores del cuidado no remunerado y, a la par, han trabajado con contratos de miseria y al llegar a su vejez, sobreviven en una profunda inequidad.
Aquellos que dicen que no saben de política, pero se oponen a la reforma, si saben contar, pues que de ahora en adelante no cuenten con la plata de las pensiones del pueblo trabajador. #PensionarseUnaRealidad