El salvajismo del exterminio en desarrollo en Gaza y la absoluta impunidad de los genocidas israelíes, respaldados por sus patrocinadores occidentales, han provocado oleadas de indignación en todo el mundo. Esto, además, desencadenó una intifada global de solidaridad con Palestina
Alberto Acevedo
Rahaf Saad es una niña palestina que recientemente cumplió cinco años de edad. Al igual que sus compañeritas, estaba llena de sueños e ilusiones. A pesar de vivir en un país en guerra, era feliz y sonreía a la vida. Pero, justo al cumplir sus cinco años, la sorprendió uno de los bombardeos cotidianos de la aviación israelí. Ni siquiera sintió el cimbronazo.
Tiempo después, despertó en la sala de un hospital. No sabía que había estado inconsciente durante muchas horas, que, a pesar de su corta edad, había perdido mucha sangre y había sido sometida a varias cirugías. Al recobrar el conocimiento, vio a su padre a su lado y, en una mirada rápida, se reconoció a sí misma. Notó que su cuerpo no estaba completo. Le preguntó a su padre: “Papá, ¿Dónde están mis piernas?”.
Su padre le ofreció alguna explicación, pero, en medio de su inocencia, ella creyó que habían llevado a sus piernas para aliviarlas y que, más tarde, las traerían sanas para colocárselas de nuevo. En cuanto a la respuesta de su padre, no hay palabras para narrar la emoción de tener viva a su hija y, al mismo tiempo, el dolor de saber que ella tendría que afrontar una discapacidad por el resto de su existencia.
Primeras víctimas
Este caso es relevante porque, en un año de agresión contra el pueblo palestino por parte de las tropas sionistas de Israel, los niños han sido las primeras víctimas. De acuerdo con un reporte de ONU Mujeres, del pasado mes de abril, los ataques aéreos y las incursiones militares por tierra han dejado 19.000 niñas y niños huérfanos en Gaza.
No solo eso. “Estimamos que más de 50.000 niños sufren desnutrición aguda y necesitan ahora un tratamiento que les salve la vida”, dijo el pasado 5 de septiembre el director de Nutrición y Desarrollo Infantil de la Unicef, Víctor Aguayo.
La afirmación se agrega a informes de la ONU, la FAO y el Programa Mundial de Alimentos, que describen la situación en Gaza como “una de las crisis alimentaria y nutricional más graves de la historia. Es importante recordar que casi la mitad de la población de Gaza que sufre esta desnutrición, son niños”, aseguró Aguayo.
El coordinador residente para Palestina de Asuntos Humanitarios de la ONU, Muhannad Hadi, ha señalado que, en lugar de asistir a la escuela o jugar, los niños de Gaza se han visto obligados a recolectar leña debido a la falta de electricidad y gas para cocinar. Entre tanto, el Observatorio Euro Mediterráneo de Derechos Humanos, EuroMed, en un comunicado difundido el 14 de agosto pasado, calificó de “alarmante y sin precedentes” la situación de los niños de Gaza, tras el estallido de la guerra genocida de Israel. Desde que comenzó el conflicto, 2100 bebés fueron asesinados en Gaza por las tropas israelíes, dijo la organización.

Objetivos principales
EuroMed señaló también que, desde el estallido de su guerra, Israel asesinó casi 17.000 infantes. Los niños palestinos se han convertido en objetivos principales, directos y deliberados del régimen israelí, lo que representa el rostro más sangriento del genocidio flagrante en la Franja de Gaza.
Junto al drama de los niños, se encuentra el de las mujeres, de sus madres, de sus hermanas. La cifra más reciente de la que se dispone es que, en doce meses de agresión sionista, 11.269 mujeres han sido asesinadas, entre ellas seis mil madres. Esto significa que, de 40.800 muertes registradas en Gaza hasta ahora, la mayoría han sido mujeres y niños.
Pero el sufrimiento de las mujeres se extiende aún más: 60 mil mujeres embarazadas se encuentran en riesgo debido a la falta de atención médica adecuada. En toda la población que sobrevive a la agresión, 557.000 mujeres padecen inseguridad alimentaria. Este dato fue entregado la semana pasada por la Oficina de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género, y se refiere a aquellas que enfrentan inseguridad alimentaria aguda. Según esta entidad, la guerra contra Gaza es también una guerra contra las mujeres.
La sangre de los periodistas
Por elemental solidaridad, compañerismo y humanidad, es fundamental recordar a los periodistas caídos en esta guerra genocida. Podemos ilustrar la situación de la siguiente manera: durante la Segunda Guerra Mundial, el mayor holocausto de la historia, murieron 40 millones de civiles y 20 millones de soldados. Entre ellos, 69 periodistas perdieron la vida.
La cifra de periodistas asesinados, bien sea por los bombardeos o por ejecuciones sumarias, asciende, a octubre, a 170. En febrero pasado, el Comité para la Protección de los Periodistas indicó que más del 70 por ciento de los comunicadores asesinados en el mundo eran palestinos. El año pasado, el número de periodistas asesinados en ejercicio de su profesión a nivel global aumentó en un 44 por ciento. El catalizador de este incremento fue la guerra en Gaza.
Para el analista Stephen Rohde, “la cantidad de periodistas asesinados en Gaza ya es mayor que los que murieron en la Segunda Guerra Mundial y en la de Corea, sumados”. En la guerra de Corea murieron 17 periodistas, en la de Vietnam, 62.
Irene Khan, relatora especial de la ONU sobre la Libertad de Opinión y de Expresión, pidió a la Corte Penal Internacional que “actúe con rapidez para enjuiciar los asesinatos de periodistas en Gaza como crímenes de guerra”. Es una ofensiva total para asesinar la verdad, la criminalización del periodismo, incluido el acoso legal y judicial, puntualizó la funcionaria.
Infraestructura destruida

Otro aspecto que muestra las dimensiones de la tragedia del pueblo palestino es la destrucción de su infraestructura. La Oficina de Medios del Gobierno de Gaza se refirió a esto hace un mes. Desde el inicio de la guerra de agresión, el 7 de octubre del año pasado, Israel ha arrojado 80 mil toneladas de explosivos sobre la Franja de Gaza. Esto significa unos 36 kilos de explosivos por cada hombre, mujer o niño.
Israel ha atacado sistemáticamente instalaciones civiles, incluidos hospitales, escuelas, templos religiosos, centros de albergue de refugiados, edificios de apartamentos. El Centro de Satélites de las Naciones Unidas, Unosat, midió esta destrucción. Aseguró que la guerra de agresión ha provocado que Gaza acumule, hasta ahora, 41.95 millones de toneladas métricas de escombros.
Según la nota informativa, los ataques de Israel al territorio gazatí han generado un volumen de escombros catorce veces mayor que el total combinado de todos los conflictos de los últimos dieciséis años. Se han generado 114 kilos de escombros por cada metro cuadrado en Gaza. Unos 151.265 edificios han sido destruidos, esto representa el 63 por ciento total de estructuras de la zona.
Más dramático aún, además de los muertos y heridos, las autoridades sanitarias de Gaza hablan de unos diez mil desaparecidos, cuyos cuerpos podrían estar en medio de los escombros. La particularidad, en estos momentos, es que no existe un trabajo planificado para su rescate, porque los bombardeos cotidianos, que aún siguen, no lo permiten.
Otros sectores de la sociedad han sido afectados de manera cruel por los bombardeos israelíes. El ministro palestino de Salud, Mayed Abu Ramadan, reveló la semana pasada que Israel asesinó, en doce meses de agresión, a 990 trabajadores de la salud, entre ellos médicos, enfermeras, especialistas, personal de apoyo, personal administrativo y paramédicos. Trescientos trabajadores más de la salud han sido encarcelados por Israel, acusados de complicidad con Hamás.
Una marca lúgubre

Los ataques aéreos han dejado 131 ambulancias fuera de servicio, 34 hospitales destruidos. Al margen de esta tragedia, diez mil pacientes con cáncer se encuentran en riesgo de muerte por la falta de atención de los facultativos. El sistema de salud de Cisjordania está desestabilizado como consecuencia de la guerra de agresión israelí.
Al cierre de esta nota, las autoridades de salud de Palestina informaron que la cifra total de muertos, por acción de los bombardeos israelíes en la Franja de Gaza, ascendía a 41.995, mientras que el número de heridos era de 96.000.
Al conocer esta cifra, el responsable de Derechos Humanos de la ONU, Volker Turk, afirmó: “el día de hoy el mundo llega a una marca lúgubre” y destacó que “la mayoría de los muertos son mujeres y niños”. Turk dijo que en los últimos diez meses han sido asesinadas unas 130 personas cada día y atribuyó gran parte de esta masacre al incumplimiento del Ejército israelí de las leyes de la guerra.
El salvajismo del genocidio en desarrollo en Gaza y la absoluta impunidad de los genocidas israelíes, con sus patrocinadores occidentales, han provocado oleadas de indignación en todo el mundo y desencadenado una intifada global de solidaridad con Palestina. Los palestinos están luchando contra más de 75 años de colonialismo, ocupación y apartheid. Que de esto no quepa duda.
En la ONU

El repudio mundial al genocidio en Gaza se hizo evidente la semana pasada en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Los representantes de numerosos países, uno a uno, condenaron los crímenes y la alevosía de un régimen genocida contra la vida de un pueblo entero. Cuando el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, tomó el micrófono, la gran mayoría de los jefes de Estado y de gobierno de las naciones miembros del organismo se retiraron del escenario en señal de rechazo.
El presidente colombiano Gustavo Petro fue uno de los que protagonizó ese rechazo. Además, celebró que “la inmensa mayoría de la humanidad allí representada optó por retirarse cuando pronunció su discurso porque no estimaría relevantes las palabras de un ‘genocida’”.
Los bombardeos en la Franja de Gaza y, más recientemente, en el Líbano fueron repudiados por muchos países del sistema de Naciones Unidas. En el contexto del 79° período ordinario de sesiones de la Asamblea General, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva instó a los países patrocinadores de Israel a detener el genocidio, mientras naciones como Irán han exigido que las autoridades del país hebreo paguen por sus “crímenes atroces”.