Ana María Martínez Sagi, poeta, periodista, atleta y feminista española, desafió las convenciones de su época. Marcada por el exilio, el amor lésbico y la lucha por la justicia social, ha sido rescatada del olvido, revelando un legado que ilumina los desafíos y logros de las mujeres en el siglo XX
Anna Margoliner
@marxoliner
La palabra es y ha sido la mayor virtud que puede tener el ser humano. Gracias a ella hemos creado el mundo que conocemos y los mundos que imaginamos. Así como la realidad en que vivimos es narrada a través de la poesía y de la prensa. A través de la primera viajamos al interior de nuestras emociones y gracias a la segunda nos mantenemos informados de los acontecimientos.
Una mujer española, poeta y periodista en una época en la que las mujeres comenzaban a alzar la voz para reclamar sus derechos y forjar sus luchas a través del poder de la palabra, destacando a su vez como deportista, algo que aún hoy parece casi una paradoja. Su vida permaneció en la sombra hasta finales del siglo pasado, cuando su testimonio fue rescatado del olvido, emergiendo de entre el polvo de los archivos históricos para ser recordado y valorado.
Andanzas de la memoria
Ana María Martínez Sagi nació en 1907 y falleció en el 2000. Fue una figura excepcional en la sociedad española del siglo XX. Nacida en Barcelona, destacó como poeta, periodista, atleta, feminista y activista política. Provenía de una familia burguesa conservadora de Barcelona. Sin embargo, su vida estuvo marcada por el rechazo a las convenciones sociales tradicionales.
Participó en el primer campeonato nacional de atletismo femenino y ganó una Medalla de Oro en lanzamiento de jabalina en 1931 y fue la primera mujer que asumió un cargo de dirección en un equipo de fútbol en la historia: el FC Barcelona en 1934. Aunque escribió principalmente en castellano, ganó el premio Joaquim Cabot con un poema catalán titulado Estiu. Su obra literaria refleja su compromiso con el feminismo y la justicia social. Una hija de su época.
Las Noticias
Martínez fue igualmente sindicalista y periodista. El documental La Sagi, una pionera del Barca cuenta su participación desde los 19 años en periódicos de la República como el diario Las Noticias, donde escribía principalmente en el suplemento femenino y después en el periódico La Rambla. Fue reconocida como una de las principales periodistas de este tiempo, puesto que entrevistó por igual a mendigos, prostitutas y políticos catalanes.
Se involucró activamente durante la Segunda República Española. Militó inicialmente en ambientes catalanistas, como la Esquerra Republicana de Catalunya antes de virar hacia el anarquismo durante la Guerra Civil Española donde fue la única mujer que actuó como corresponsal fotográfica desde el frente anarquista de Aragón. Durante este tiempo sufrió heridas graves tras un bombardeo que la dejaron en coma y sin visión internada en un hospital.
Asuntos del corazón
Según Jaime Cedillo, en su artículo Ana María Sagi: pasión lésbica, exilio y olvido, buena parte de su obra y la historia de sus amores tiene que ver con ese primer encuentro que tuvo con otra mujer: “Donde viven las almas, escrito entre 1932 y 1935, evoca los días con Elisabeth Mulder (autora recuperada también en Obra Fundamental) en Mallorca (“¡Isla de la calma!”, dice en un pasaje) durante la Pascua de 1932.
»Sagi conoció a Mulder en mayo de 1930, después de que esta elogiara Caminos, y mantuvieron un romance clandestino y fervoroso hasta 1933. Aquella relación, hecha ‘de dolor y felicidad a un tiempo’, marcaría a Sagi para siempre”.
Por más curiosidad que puedan generar los vínculos amorosos que sostuvo a lo largo de su vida, su obra no solamente nos acerca a una perspectiva sobre el amor lésbico apasionado, sino que nos permite ver a la sociedad europea del siglo XX, las guerras que la aquejaron, la resistencia a los regímenes totalitarios que parecían perseguirla desde Franco hasta Hitler y, por supuesto, la experiencia del exilio.
Para siempre
Después de la Guerra Civil se exilió en Francia entre 1939 y 1960, donde vivió bajo ocupación nazi colaborando con la Resistencia Francesa. Posteriormente, se trasladó a Estados Unidos hasta 1978. A pesar de sus logros, Ana María cayó gradualmente en el olvido, en buena medida porque decidió hacer uso de su buen retiro y pasar desapercibida desde su regreso a España. Su legado es un testimonio poderoso del activismo feminista y político durante uno de los períodos más turbulentos del siglo XX español.
Su historia de vida y manuscritos, relatada y entregados a Juan Manuel de Prada con la condición de ser publicados y editados veinte años después de su muerte, empiezan a maravillar a la sociedad española actual. Su obra, que tiende a la autobiografía a través de los versos, fue calificada de “desfasada” en los años 60. Hoy, en cambio, es un viaje hacia los recovecos del siglo pasado, visto por una mujer atrevida y decidida.