Dos estudios recientes, publicados el 17 de junio, coinciden en señalar que las tensiones mundiales han disparado el gasto en estas armas
Ricardo Arenales
Las potencias nucleares emulan entre sí en el propósito de renovar paulatinamente sus arsenales. Esta competencia representa siempre el peligro de que cualquier provocación, cualquier malentendido, pueda desatar una confrontación bélica, un apocalipsis que, en palabras de los especialistas, se sabe cómo comienza, pero no cómo termina. O sí, terminará inexorablemente con la destrucción de la humanidad. De hecho, la suma de las armas nucleares alcanza para destruir, cinco o seis veces, el planeta entero.
Lo nuevo en esta ocasión es que a las principales potencias, que poseen arsenal nuclear, armas de destrucción masiva, les ha dado por mostrarse los dientes y formalizar amenazas, que se hacen cada vez más reales, cada vez más cercanas a la hoguera final.
Estados Unidos, a la cabeza de las potencias occidentales, traslada nuevos arsenales a Ucrania, en el empeño por intentar ganar una confrontación bélica a Rusia; cuestión que importantes estrategas han dicho, eso no es posible. En materia de ojivas nucleares, por ejemplo, Rusia supera con creces el arsenal de todos los países de la OTAN juntos.
Cerco sobre las fronteras con Rusia
Y no solo los supera. El viernes de la semana pasada, cuando estábamos en preparación de esta nota, el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció la disposición de su país de ampliar aún más su arsenal nuclear, para desarrollar un equilibrio a nivel mundial. La intención es contar con el más grande arsenal del mundo, como garantía de disuasión estratégica.
Y el problema no es tanto que Ucrania vaya a disparar un misil con ojiva nuclear contra Rusia, que aún no lo tiene; o, al menos se espera que no, sino que la OTAN estimuló la concentración de este tipo de armas en varios países, que limitan con Rusia y que sí tienen esa capacidad. Y, en la medida en que se agudice el conflicto en Ucrania, la posibilidad de una confrontación nuclear se hace más cercana.
Más que eso, ante la imposibilidad de derrotar a Rusia en el campo de batalla ucraniano, la OTAN parece dispuesta, a través del régimen de Kiev, a bombardear objetivos estratégicos rusos con armas que los países occidentales ‘prestan’ o ‘ceden’ al mando militar ucraniano. Moscú no va a quedarse con los brazos cruzados. La paciencia de sus jefes militares tiene un límite.
Arsenal en modo operativo
El 23 de mayo, según Asia Times, “drones lanzados desde Ucrania impactaron en una estación de radar estratégica rusa en Armavir”. El medio de prensa recordó que no es la primera vez que instalaciones nucleares en Rusia son atacadas. Pero lo sucedido ahora “representa una escalada significativa que podría desencadenar represalias rusas contra los proveedores de la OTAN o incluso una respuesta nuclear por parte de Rusia. Se corre el riesgo de un conflicto nuclear, ya que el núcleo de angustia rusa es que Ucrania pueda convertirse en una base de misiles nucleares de la OTAN”, anota Asia Times.
La OTAN está estudiando poner en modo operativo su arsenal nuclear, con el fin de lanzar una advertencia a sus enemigos, declaró el 16 de junio pasado el secretario general de esa alianza militar, Jens Stoltenberg. Según el jefe del organismo, los miembros del grupo han iniciado conversaciones entre ellos acerca de la preparación de los misiles (con cabeza nuclear).
Anterior a este anuncio, la OTAN realizó ejercicios militares, los más grandes desde la segunda guerra mundial, en la región báltica, en una actitud de clara provocación a la vecina Rusia. Moscú a su vez respondió realizando ejercicios de distinta índole y en diversas regiones. Los últimos fueron unos ejercicios navales en donde las fuerzas nucleares rusas hicieron ejercicios defensivos con misiles tácticos Iskánder, con un poder de fuego devastador.
Crece el gasto mundial
Esta febril actividad nuclear no se reduce sólo a Ucrania y sus alrededores. Occidente lanza acusaciones contra Corea del Norte por realizar pruebas nucleares de manera constante, mes tras mes. Acusa también a China de desarrollar su arsenal nuclear prácticamente sin control, e incluso de incursionar en el espacio sideral, disputándole a Estados Unidos un cierto liderazgo en la militarización del espacio extraterrestre.
Pakistán, India, Irán no son indiferentes a esta carrera frenética y realizan también sus experimentos nucleares.
Dos estudios recientes, publicados el 17 de junio pasado, coinciden en señalar que las tensiones mundiales han disparado el gasto en armas nucleares por parte de las potencias que disponen de este arsenal.
Juntas han incrementado en un tercio el gasto en esta línea, en los últimos cinco años. Los Estados dotados de armas nucleares ─Rusia, Estados Unidos, China, Francia, India, Israel, el Reino Unido, Pakistán y Corea del Norte─ gastaron el año pasado 91.000 millones de dólares en arsenal nuclear, un 13,4 por ciento más que un año atrás.
Casi tres mil dólares por segundo
De acuerdo con una investigación del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, Sipri, estas naciones, en conjunto, a principios de este año tenían un total de 12.121 ojivas nucleares, de las cuales 2100 están en estado de “alerta operacional elevada”, para ser usadas en misiles balísticos.
Según la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares, Ican, el gasto en armas nucleares en todo el mundo aumentó en 10.800 millones de dólares en 2023, con respecto al año anterior. Las potencias nucleares gastaron en total 2898 dólares por segundo el año pasado para financiar estas armas.
Más que lo que el Programa Mundial de Alimentos, PMA, estima como necesario para poner fin al hambre en el mundo.
