El gobierno islámico ha desmentido siempre que su pretensión sea construir una bomba nuclear y aclara que su programa se orienta con fines pacíficos. Diferente es que, a partir de ahora, con ocasión de los ataques norteamericanos e israelíes decida adelantar un programa defensivo
Alberto Acevedo
Finalizada la incursión militar norteamericana sobre un conjunto de instalaciones de investigación nuclear iraníes y a las puertas del anuncio de una tregua entre Irán e Israel, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció con gran bombo que “las instalaciones se destruyeron completamente”. Simultáneamente, el Pentágono indicó que la operación militar se desarrolló según lo previsto y que fue un “éxito abrumador”.
No pasaron muchas horas antes de que las propias agencias de inteligencia estadounidenses desmintieran las afirmaciones del presidente, poniéndolo en evidencia como el gran mentiroso. No es la primera vez que Trump desvirtúa la realidad y tergiversa una información o un acontecimiento para favorecer los intereses económicos o militares de su país o para posar de gran redentor y salvador de la humanidad. Es un complejo del que han sufrido muchos gobernantes que han ocupado el despacho oval de la Casa Blanca.
Pero el caso de Trump supera los límites de esa tradición y cae en una situación de simple mitomanía. La academia indica que, al hablar de mitómano, “nos podríamos imaginar a una persona que miente con una intención detrás, para conseguir algo en su beneficio. Pero la realidad es que los mitómanos acostumbran a mentir en forma compulsiva, sin necesariamente tener un motivo aparente”.
Algo inútil
Miremos ese desbarajuste. Andrew Kloster, asesor jurídico de la Oficina de Gestión de Personal de la Presidencia, publicó ─y luego borró─ una serie de tuits en los que criticó al país norteamericano por haber enviado anteriormente ‘ayudas’ a Israel.
En uno de los mensajes, calificó de ‘inútiles’ los ataques aéreos que Washington lanzó contra las instalaciones nucleares iraníes y sugirió que la decisión fue tomada por miembros del ‘Estado profundo’, de acuerdo con información vertida por el New York Post.
En respuesta a un usuario que alcanzó a leer sus tuiters, Kloster indicó que “la destrucción de las instalaciones nucleares de Irán parece un beneficio a largo plazo”, pero ahora, precisó, “creo que fue un poco inútil”.
El medio señala que las publicaciones de Kloster reflejan la inquietud generalizada entre los partidarios no intervencionistas de Trump, que temen que la participación de Estados Unidos en el bombardeo a Irán desencadene un conflicto prolongado en la región, genere un gasto adicional de billones de dólares para el Tesoro estadounidense y provoque la muerte de ciudadanos estadounidenses.
Programa defensivo
Los ataques de EE. UU. sobre las instalaciones nucleares iraníes no lograron destruir los componentes centrales del programa atómico de Teherán y, en el peor de los casos, solo lograron retrasarlo unos seis meses. Es la conclusión de las agencias de inteligencia de este país, descrita por fuentes citadas por CNN, NBC News y The New York Times.
El informe confidencial indica que los sitios de Fordo, Natanz e Isfahán no sufrieron tantos daños como algunos funcionarios de la Casa Blanca esperaban y que la República Islámica conserva el control de todo su material nuclear, lo que significa que si decide fabricar un arma nuclear aún puede hacerlo con relativa rapidez.
En este sentido, hay que recordar que el gobierno islámico ha desmentido siempre que esta sea su pretensión y aclara que su programa nuclear se orienta con fines pacíficos. Diferente es que, a partir de ahora, con ocasión de los ataques norteamericanos e israelíes decida adelantar un programa nuclear defensivo.
Centrifugadoras intactas
El reporte mencionado indica que gran parte de las reservas iraníes de uranio enriquecido lograron ser trasladadas antes de los ataques, que destruyeron solo una pequeña parte del material nuclear. El componente clave podría haber sido llevado a instalaciones nucleares secretas, de las que, al parecer, ni Israel ni Estados Unidos tienen información precisa. Incluso una fuente reveló que las centrifugadoras están prácticamente intactas.
En efecto, casi al mismo tiempo en que Irán confirmó haber acordado un cese el fuego con Israel, la dirigencia del país persa mencionó su intención de reanudar su programa nuclear.
El ministro de Asuntos Exteriores iraní, Seyed Abbas Araghchi, declaró al rotativo The New Arab que: “Hemos realizado grandes esfuerzos para lograr esta tecnología, y nuestros científicos han hecho enormes sacrificios, incluso perdiendo la vida por este objetivo”.
Respondiendo a una pregunta sobre el enriquecimiento de uranio, razón esbozada por Israel para atacar a su país, Araghchi manifestó que el programa nuclear iraní “ha sido transparente”. “Nuestro pueblo ha soportado sanciones por ello, y se le impuso una guerra a nuestra nación por este asunto. Sin duda, nadie en Irán abandonará esta tecnología”, puntualizó.
El alto el fuego
En esa misma dirección, evaluaciones iniciales de la destrucción realizadas por Israel, coinciden con las estadounidenses en cuestionar la efectividad de los ataques a Irán. Funcionarios de Defensa del país hebreo afirmaron haber recopilado pruebas de que las instalaciones subterráneas de Fordo no fueron destruidas.
Más aún, el general retirado israelí Yom Tov Samia, quien dirigió el Comando Sur del Ejército israelí entre 2001 y 2003, dijo que la ofensiva militar sionista para supuestamente destruir las instalaciones nucleares de Irán le costó muy caro a Israel.
Con estos antecedentes de fondo, el martes 24 de junio, tanto Washington como Tel Aviv y Teherán anunciaron un alto el fuego, en medio de la escalada bélica entre Israel e Irán, iniciada después de que Netanyahu, de forma unilateral, lanzara el 13 de junio un ataque no provocado contra las instalaciones nucleares y militares persas. Inicialmente, el alto el fuego no fue respetado por las partes y Trump debió intervenir en forma enérgica para que se respetara lo pactado.