“La dedocracia no es recomendable. Es bueno que los candidatos a las diferentes corporaciones sean el resultado de procesos de elecciones primarias. La democracia entra por casa y hay que hacerla dentro de los partidos”, expresó el escritor barranquillero
Pablo Oviedo A.
El frío bogotano se ha ausentado durante varias horas, dando lugar a un ambiente tibio, purificado por la fraternidad. En medio de ese espacio magnífico, hemos tenido la alegría de encontrarnos con Yezid Arteta Dávila, quien luego del saludo y del abrazo cordial, aceptó dialogar con VOZ.
¿Quién es Yezid Arteta Dávila?
Nací en la ciudad de Barranquilla, donde realicé estudios de secundaria y universitarios. Fui dirigente estudiantil y militante de la Juco. Luego, a comienzos de los años 80, tomé el camino de las armas, permaneciendo en la montaña por más de trece años.
Fui capturado en una operación militar en el río Caguán y llevado a prisión. Permanecí por más de diez años recluido en varios penales del país. Cuando recobro la libertad, cierro el capítulo de la lucha armada, viajo al exterior con el deseo de trabajar por la paz y la reconciliación de Colombia desde la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad Autónoma de Barcelona, España.
Participé en los procesos de negociación de La Habana entre el Gobierno colombiano y las Farc, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores de Noruega, del Centro Henri Dunant para el Diálogo Humanitario, con sede en Ginebra. Ahora, volví al país para echarle una mano a la Paz Total, que es uno de los proyectos importantes para transformar la realidad del país, para reducir la violencia en Colombia y poder llegar a una paz aceptable a través de una política de Estado.
Usted escribió un nuevo libro ‘Rebelde dentro de los Rebeldes’, ¿qué encuentran los lectores en estas nuevas líneas?
Mi reciente libro Rebelde dentro de los rebeldes hace parte de una trilogía que comencé a escribir hace aproximadamente un poco más de un año. Este libro fue presentado en la Filbo 2024; esta primera parte trata de la experiencia política en la Juco y la trashumancia guerrillera; una segunda parte, en la cual trabajo actualmente, cubre todo el tema de la prisión por más de una década y un tercer libro que proyecto, tendrá que ver con la nueva realidad desde que recupero mi libertad en el año 2006.
Como integrante de la delegación del Gobierno que negocia con el EMC FARC-EP, podrías contarnos ¿cómo avanza este proceso?
Cuando Petro asume el Gobierno se encuentra con una serie de grupos armados en todo el territorio nacional, organizaciones a las que yo llamo pedazos bélicos; son una serie de organizaciones que se han ido transformando en organizaciones híbridas residuales que quedaron después del proceso de paz en el año 2016 y de procesos anteriores con las AUC, con el M19, con el EPL, entre otros.
Existe una acumulación de grupos de diferentes naturaleza que ocupan zonas del territorio nacional que, pienso yo, se deben tratar territorialmente a cada uno de ellos. Por eso, la oferta que hace el Gobierno es diferenciada sobre la base del análisis de cada grupo y de sus áreas de influencia, de cuáles son sus objetivos.
Estas negociaciones traen dos ventajas, en primer lugar, en algunos lugares se ha logrado aclimatar esa tendencia violenta endémica, como en el caso del Catatumbo, se ha podido lograr una disminución importante en la confrontación, pero también hay un alivio de la situación existencial de las comunidades que ocupan esa parte del territorio colombiano; lo mismo ocurre en otros lugares.
En segundo lugar, la más importante además, es que estas negociaciones permiten también que el Estado pueda tener una visión en tiempo real de lo que está ocurriendo en los lugares para poder llegar a asumir un papel en ellos y transformar esa realidad.
¿Qué opinión tiene del Gobierno del cambio y, en especial, del presidente Gustavo Petro?
Creo que el presidente Petro está piloteando un Gobierno con todas las dificultades que eso contrae. Veo avances importantes en la medida en que por primera vez un Gobierno se ha metido a la provincia y a los territorios. Es un Gobierno que ha mostrado la otra cara del país, esa que muchas veces transcurre en la periferia y en los bordes del territorio nacional.
Se ha podido también mostrar una realidad estructural, endémica, dentro del Estado colombiano que es la corrupción y otras prácticas que desdicen mucho de un Estado moderno, lo que deriva en un deterioro de la cultura política, amén del derrame presupuestal para el Estado. Hay que procurar un cambio cultural.
Este Gobierno ha soportado una arremetida mediática sin antecedentes; ningún Gobierno anterior tuvo tantos ataques de manera simultánea y permanente. Empero, contra viento y marea, este Gobierno ha salido adelante. Resalto el cambio generacional, jóvenes fraguados en la lucha estudiantil y social están asumiendo roles de una manera ejecutiva, limpia y responsable, lo cual hace pensar en que el proyecto de la izquierda colombiana tiene futuro.
¿Cree usted que la propuesta de partido único se podría concretar?, ¿qué mensaje enviaría a los diferentes partidos progresistas y de izquierdas para llegar a unificar criterios?
Hay que pensar en el relevo generacional. Hay gente que dio lo que tenía que dar, y no es que llame a que esa gente se retire, sino que, por el contrario, se ubiquen en una segunda o tercera línea para poder hacer un complemento con las nuevas generaciones. Este recambio es necesario porque la cultura política del pasado de alguna manera ha afectado a muchos de nuestros dirigentes, entonces para mí eso es necesario.
Es esencial que los partidos de izquierda, que conforman el Pacto Histórico, puedan llevar a cabo procesos de elecciones primarias. La dedocracia no es recomendable. Es bueno que los candidatos a las diferentes corporaciones sean el resultado de estos procesos primarios, ya que la democracia comienza en casa y debe practicarse dentro de los partidos.