El Partido Comunista Colombiano, PCC desarrolló su Conferencia Nacional Agraria y Campesina en Bogotá. Un acontecimiento político de primer orden dada la relevancia del tema y la línea política que se debatió para el avance y consolidación de una Reforma Agraria Integral
Carlos A. Morales
Grupo de Investigación SumaPaz
Participaron en esta, delegadas y delegados del Partido Comunista de distintas regiones del país, del Frente Agrario de la Juventud Comunista, de las territorialidades campesinas, liderazgos agrarios, académicos, militantes del agrarismo y trabajadores por la Reforma Agraria.
Tres días de intensos análisis, debates y definiciones, que reafirmaron que el campo colombiano sigue siendo un epicentro de disputa estratégica y que el Partido tiene la responsabilidad política de orientar, organizar y proyectar una ruta para profundizar en un proceso de Reforma Agraria que repare la deuda histórica con los despojados, la democratización de la tierra, la defensa de la naturaleza, el cierre de la frontera agraria y colocar la producción agropecuaria en el primer orden.
Contó con escenarios de debate, un panel nacional sobre el problema de la tierra y un panel internacional sobre experiencias de reforma agraria en distintas partes del mundo. Con un robusto documento de tesis y aportes desde las regiones se dieron discusiones temáticas por mesas de trabajo, que aportaron elementos para la construcción de un plan de acción y la ruta para avanzar en un Programa Agrario de las y los Comunistas.
La Reforma Agraria en el gobierno del cambio
Se reconoció que, durante el Gobierno del Cambio, el país presenció un reimpulso histórico de la Reforma Agraria. La compra directa de tierras con recursos específicos, voluntad política y un nuevo enfoque territorial, representó un quiebre frente a las contrarreformas de los gobiernos neoliberales.
Esta política permitió iniciar procesos de redistribución en regiones donde el latifundio había resistido durante décadas, al tiempo que se reactivaron mecanismos de acceso a tierra para comunidades étnicas y campesinas. El avance en la constitución de nuevas Zonas de Reserva Campesina – ZRC y la incorporación del campesinado como sujeto de especial protección constitucional.
Estos avances conviven con tensiones estructurales que limitan su alcance. La especulación de terratenientes, la resistencia de sectores institucionales capturados por élites rurales, la persistencia de actores armados que controlan territorios y la presión de modelos agroindustriales y extractivos generan obstáculos significativos. Se hace necesario colocar el debate en procesos de redistribución de la tierra más allá de la compra de tierras, que genera un peso enorme en el presupuesto que debería estar dirigido a la inversión en infraestructura y modernización para el fortalecimiento de la producción y economía campesina.
La Unidad del Movimiento Agrario

La unidad es una condición estratégica para cualquier transformación real en el campo colombiano. Lejos de ser una consigna abstracta, esta debe debe construirse desde las luchas concretas y desde las territorialidades vivas: ZRC, resguardos indígenas, consejos comunitarios, asociaciones campesinas, cooperativas, sindicatos y organizaciones regionales. Ninguna fuerza del campo, por más historia, tradición o capacidad organizativa que tenga, puede enfrentar sola al bloque de poder latifundista, agroindustrial y transnacional.
La tarea es articular agendas, superar desconfianzas, reconocer la pluralidad del sujeto rural y converger en un horizonte de Reforma Agraria Integral, Soberanía Alimentaria y Defensa del Territorio.
El PCC debe jugar un papel decisivo en tejer puentes, impulsar la unidad de acción y promover una interculturalidad revolucionaria que articule campesinos, indígenas y afrodescendientes desde sus propias identidades y proyectos territoriales. La unidad del movimiento agrario debe entenderse como un proyecto político en construcción permanente, indispensable para disputar el modelo agrario dominante y avanzar hacia las transformaciones que exige el país rural.
Territorialidades étnicas y campesinas
Desde una lectura de clase, la conferencia aporta en la búsqueda de superar las falsas contradicciones y los conflictos existentes entre las territorialidades étnicas y campesinas. Buscando generar escenarios de dialogo entre los movimientos indígena, afro y campesinos y demás sectores populares, en pro de los derechos de todos los actores y el avance conjunto hacia una Reforma Agraria Integral.
En el sector campesino, hay que seguir avanzando e impulsando una estrategia política y organizativa que oriente la constitución de ZRC, y fortalecimiento político de las constituidas. Apoyando el desarrollo de una perspectiva estratégica al interior del movimiento campesino, entendiéndolas como un instrumento para el ejercicio del poder popular y la construcción de una democracia profunda en los territorios, y como la consolidación del avance de la reforma agraria, anclando en sus instrumentos acciones para la soberanía alimentaria, la agroecología, identidad y cultura campesina.
Estratégicamente, hay que entender las ZRC más allá de unidades aisladas, y con una vocación exclusiva de poder local. Desde la propuesta de impulso de estas, articuladas bajo propósitos regionales y nacionales, para la conservación de ecosistemas estratégicos y su interconexión, construcción de corredores territoriales de articulación del movimiento campesino y la consolidación de los núcleos de reforma agraria.
Soberanía alimentaria y agroecología
El posicionamiento de la soberanía alimentaria y la agroecología deben ser elementos fundamentales y transversales para la construcción de la propuesta de Reforma Agraria Integral. Esto planteamientos se deben llevar a las Zonas de Reservas Campesinas y otras territorialidades.
Se hace necesario entender estas propuestas y procesos no solo como ejercicios de resistencia locales, sino como acciones que nos direccionan a la toma del poder y como escenarios para implementar en el mismo ejercicio del poder, y para la construcción del socialismo.
Sobre estos procesos se deben orientar esfuerzos de investigación y tecnificación, con la creación de una agroindustria campesina, de inversión del Estado. En vía a mejorar las condiciones y tiempos para la producción y la calidad de vida del campesinado. Debemos dejar de ser procesos marginales a ser procesos hegemónicos en las políticas de producción.
Crisis Climática y Acaparamiento
Mientras el país enfrenta sequías prolongadas, pérdida de biodiversidad, degradación de suelos y eventos extremos, los territorios rurales experimentan simultáneamente procesos de acaparamiento por parte de empresas extractivas, fondos de inversión y proyectos de “conservación” que, en nombre de la protección ambiental, desplazan comunidades campesinas y transforman los ecosistemas en mercancías.
La crisis climática se convierte en un nuevo rostro del despojo: quienes históricamente han cuidado la tierra son quienes más sufren sus impactos y quienes menos acceso tienen a las decisiones sobre su uso.
La emergencia climática exige resolver el problema agrario de raíz mediante redistribución de tierras, fortalecimiento de las economías campesinas y reconocimiento del papel de campesinos, indígenas y comunidades afrodescendientes como guardianes de los territorios, actores fundamentales para cualquier estrategia real de mitigación y adaptación.
Mujer Rural
Se requiere incorporar un estudio de las causas históricas y sistémicas, proponiendo ir más allá del patriarcado clásico para examinar el impacto del patriarcado colonial y feudal en el contexto de la agricultura familiar y la descampesinización, así como la fuerte dificultad en el acceso a derechos en el sector que toca ampliamente a las mujeres en la ruralidad.
En relación con el cuidado y trabajo no remunerado de las mujeres rurales, se evidencia el predominio de análisis desde una visión urbana. Ya que esta disputa en lo rural debe contemplar una visión integral alrededor del cuidado de la naturaleza, y la soberanía alimentaria.
No bastan posturas desde un el ejercicio individual y privado del cuidado, es necesario colectivizar el cuidado en el ejercicio de la organización comunitaria y así mismo en el respaldo de los espacios organizativos lo anterior para equilibrar el tiempo de cuidado en el campo. La organización, la unidad y la lucha son vistas como el camino para una posibilidad de cuidado colectivo especialmente en la consolidación de redes de apoyo.
Fue central en los debates, la visibilidad y la autonomía económica. Se evidencia la necesidad de profundizar el reconocimiento de la mujer campesina en las actuales políticas y ofertas institucionales que abordan un enfoque de género.
Es necesario impulsar la presencia de las mujeres en los procesos del Sistema Nacional de Reforma Agraria como son los Comités Municipales de Reforma Agraria y en el direccionamiento de nuestras organizaciones. Se subraya que las brechas no se cierran con ofertas individuales, sino que requieren la capacidad colectiva y de agrupación de las mujeres en sus comunidades.

Juventud y Reforma Agraria
Para el PCC y la Juventud Comunista resulta clave fortalecer procesos de organización de la niñez y la juventud en el campo en la lucha contra el desarraigo, reconociendo y apoyando las iniciativas organizativas y acción propias de la niñez y juventud rural. Desde procesos propios, ejercicios lúdicos y pedagógicos, la recuperación de escenarios como la escuela de pioneritos “José Antonio Galán”. Siendo fundamental fortalecer la relación campo-ciudad en el trabajo organizativo y político juvenil agrarista.
Junto a la superación de las causas estructurales que promueven el desarraigo de los jóvenes de la ruralidad. Se hace fundamental transformar el sistema educativo para la ruralidad, el modelo de educación descontextualizado imperante y la estigmatización por ser campesino, desterritorializa y promueve la urbanización y migración de los jóvenes a las ciudades.
El Programa Agrario de las y los Comunistas
Se avanzó en el debate para la actualización del Programa Agrario de las y los Comunistas. Convirtiéndose en hoja de ruta estratégica para enfrentar la estructura agraria injusta que ha definido el capitalismo colombiano desde sus orígenes.
Más que un listado de propuestas sectoriales, el programa se concibe como un proyecto político integral que articula la lucha por la tierra, la defensa de los territorios y la transformación de las relaciones de producción en el campo.
Las y los comunistas asumimos la Reforma Agraria Integral como una tarea democrática con proyección revolucionaria: redistribuir la tierra, fortalecer la economía campesina, proteger las territorialidades étnicas y campesinas, promover modelos productivos sostenibles y avanzar hacia la soberanía alimentaria como principio de emancipación y de poder popular. Este programa debe nutrirse de las experiencias concretas de organización rural, reconociendo que en las veredas, resguardos, consejos comunitarios y Zonas de Reserva Campesina ya existen semillas de un nuevo orden territorial.
El Programa Agrario de las y los Comunistas se proyecta hacia disputas de largo aliento: la construcción de un bloque social agrario capaz de enfrentar al latifundio, la agroindustria depredadora y las dinámicas de financiarización de la naturaleza; la formación política permanente de cuadros y comunidades rurales; y la articulación entre campo y ciudad como base de una estrategia nacional de transformación. Hay que seguir siendo gobierno para profundización de los cambios,
El programa no puede quedar reducido a la institucionalidad ni a las coyunturas gubernamentales: debe ser impulsado desde la movilización social, la organización comunitaria y la unidad del movimiento agrario. El Programa Agrario de las y los Comunistas es la apuesta por construir un campo en el que la tierra sea para quien la trabaja, la producción esté al servicio de la vida y los territorios se conviertan en espacios de resistencia, dignidad y poder popular.







