La iniciativa de Trump ha provocado una rápida reacción de los socios comerciales del país norteamericano
Redacción Internacional
En medio de la avalancha de anuncios de imposición de aranceles, de impuestos a las importaciones de acero y aluminio, de la expulsión masiva de inmigrantes, de anuncios de retaliaciones contra los países que adopten tasas arancelarias similares contra Estados Unidos y, de contera, planes de ocupación territorial contra Groenlandia, Canadá, Panamá y otros territorios, llama la atención que el presidente Trump dispuso imponer un arancel del diez por ciento a dos pequeñas islas habitadas solo por pingüinos.
No es un delirio del redactor de esta nota. Es la realidad. El mandatario de Estados Unidos quiere que las islas Heard y McDonald, en el océano Antártico, respondan por el nuevo arancel anunciado en los primeros días de abril.
Un funcionario de la Casa Blanca explicó que las dos islas fueron incluidas en la lista de tarifas porque es un territorio australiano. Pero las islas no generan actividad económica, más allá de la pesca comercial que realizan los australianos en una zona económica exclusiva, la cual es bastante limitada. Por consiguiente, los pingüinos no han sido notificados de la medida sancionatoria y, probablemente, no lo sean en el futuro.
La administración Trump también incluyó en su lista de tasas arancelarias a los territorios noruegos de Jan Mayen, una isla volcánica deshabitada, situada en el océano Ártico, y Svalbard, un archipiélago con osos polares y unas pocas personas.
El monto arancelario
Sin embargo, esto es solo una anécdota. La realidad es más escabrosa. Trump publicó una lista de 185 naciones de todos los continentes, la mayoría de las cuales fueron gravadas con un arancel del diez por ciento sobre los productos que quieran exportar hacia los Estados Unidos. No obstante, en este gravamen, varios países fueron notificados con una tasa superior, que llega casi al 50 por ciento, a quienes Trump acusa de provocar un mayor desequilibrio en la balanza comercial con Estados Unidos.
Entre algunos de estos aranceles notables, se encuentran Vietnam, con un 46 por ciento, China con un 34 por ciento, Taiwán con un 32 por ciento, India con un 27 por ciento, Corea del Sur con un 25 por ciento, Japón con el 24 y la Unión Europea con el 20 por ciento. Trump además declaró el estado de emergencia nacional, que le permite adoptar otras medidas, sin consultar con el Congreso, entre ellas nuevos aranceles.
De acuerdo con el equipo de asesores que elaboró la lista de países notificados, el objetivo de las tarifas ‘personalizadas’ es compensar no solo los propios aranceles que imponen los socios comerciales a los productos estadounidenses, sino también otros factores que Washington considera que ponen en desventaja a los fabricantes de Estados Unidos, como subvenciones a empresas que se consideran injustas, normativas como las de protección de datos personales, impuestos sobre el valor agregado, tipos de cambio gestionados y protecciones laxas de la propiedad intelectual.
Medida lesiva
La iniciativa de Trump ha provocado una rápida reacción de los socios comerciales del país norteamericano. El enfrentamiento más fuerte ha sido con China, que impuso un arancel del 34 por ciento a los productos norteamericanos, una tasa igual a la determinada por Trump al gigante asiático. La Casa Blanca anunció que, en retaliación, impondría una tasa adicional hasta del 50 por ciento a las importaciones chinas, si Pekín insiste en mantener el arancel contra Estados Unidos.
La Comisión Europea propuso el lunes de la presente semana aranceles del 25 por ciento sobre una variedad de productos estadounidenses en respuesta a las gabelas del presidente Trump sobre el acero y el aluminio, además de los anunciados este mes, del 20 de por ciento para una gama más amplia de productos que exporta el viejo continente.
Tras la introducción por parte de Trump de aranceles recíprocos globales, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, emitió un comunicado en el que condena la decisión del mandatario, tachándola de “un duro golpe para la economía mundial”. “Lamento profundamente esta elección. Seamos realistas sobre las inmensas consecuencias. La economía global sufrirá enormemente”, añadió la líder europea.
Pérdidas astronómicas
Una expresión inmediata de esos daños enormes han sido los desplomes sucesivos de las bolsas de valores en Estados Unidos y las principales capitales del mundo. El más significativo fue el que se dio el lunes de esta semana que afectó las bolsas, desde Europa hasta China, los demás mercados asiáticos y los Estados Unidos. Los analistas calificaron como ‘lunes negro’ esta catástrofe financiera.
Un valor aproximado de las pérdidas por estos remezones, incluyendo los de la semana pasada cuando se conoció el anuncio de Trump, podrían ascender a los veinte billones de dólares, en una apreciación muy liberal, según reportan los consultores económicos. Solamente Wall Street ha perdido diez billones de dólares desde que Trump asumió el poder.
Muy atinadas, en este contexto, resultan las valoraciones del presidente y director ejecutivo del banco estadounidense JP Morgan Chase, Jamie Dimon, quien prevé que la guerra arancelaria del presidente Trump aumentará la inflación y ralentizará el crecimiento económico de Estados Unidos.
Estados Unidos se debilitará
“A corto plazo, es probable que se produzcan efectos inflacionarios, no sólo en los productos importados, sino también en los precios internos, a medida que aumenten los costos de los insumos y se incremente la demanda de productos nacionales. Si el menú de aranceles provocará o no una recesión, sigue siendo una incógnita, pero ralentizará el crecimiento”, escribió el líder bancario en su carta anual a los accionistas de la empresa.
“El comercio mundial es enorme, asciende aproximadamente a 20 billones de dólares al año, de los cuales 2.5 billones son con Estados Unidos. Y el comercio mundial continuará con o sin nosotros. Debemos recordar que las demás naciones tienen otras opciones, tanto a corto como a largo plazo, y que tomarán estas decisiones en su propio interés, basándose en la economía, la seguridad y la fiabilidad”, anotó.
Dimon destacó que los objetivos de Washington deben centrarse en “mantener la cohesión y la fortaleza del mundo occidental”, ya que, si las alianzas económicas de Occidente se llegan a fragmentar, “el mismo Estados Unidos se debilitará inevitablemente con el tiempo” y puede hacer que sus aliados estrechen relaciones con países como Rusia, China e Irán.