martes, octubre 15, 2024
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“Gobierno no tendrá foto de entrega de armas”: Andrés París, vocero de las FARC

Andrés París, vocero de las FARC, sugiere que esa guerrilla no entregará las armas ni aún en el caso de que se firme un acuerdo de paz. Insiste en que no van a ir ni un día a la cárcel.

Jesús Emilio Carvajalino alias “Andrés Paris”, vocero de las FARC en las conversaciones de La Habana (Cuba) con el Gobierno Colombiano.
Jesús Emilio Carvajalino alias “Andrés Paris”, vocero de las FARC en las conversaciones de La Habana (Cuba) con el Gobierno Colombiano.

Hugo Mario Cárdenas López

Desde que se iniciaron los diálogos entre el Gobierno y las FARC en La Habana, Jesús Emilio Carvajalino o ‘Andrés París’, miembro de la delegación del grupo guerrillero, se ha convertido en el hombre de las comunicaciones.

Es a través de él que los medios locales e internacionales han podido acceder a varios de los integrantes de la delegación de las FARC y quien se encarga de coordinar los comunicados que sobre los diferentes temas emiten los integrantes del grupo armado ilegal.

El pasado jueves, mientras descansaba en la piscina del Hotel Palco, junto al Palacio de Convenciones donde se adelantan los diálogos, el miembro del estado mayor de las FARC, accedió a hablar con El País sobre los temas espinosos de la agenda, los planes políticos tras la eventual firma de un acuerdo que ponga fin a la confrontación armada y los posibles escenarios en los que se verán de llegar a dar su paso a la vida política.

—¿Qué hay de diferente en este proceso para creer que es hora de la paz?

—Anhelamos construir el gran tratado de paz, pero a la vez señalamos nuestra decisión profunda de no protagonizar un acto de rendición ni de sometimiento. El Gobierno después de seis meses de diálogos tiene que ser sensato porque no están hablando con una guerrilla derrotada y los planes que tienen para derrotar militarmente a la guerrilla en estos seis meses no les han dado resultados. El Gobierno debe entender que con esta generación de comandantes es posible la paz. Hay una voluntad muy grande de las FARC, del Estado mayor Central y de la delegación que se encuentra en La Habana para marchar con firmeza hacia un acuerdo de paz.

—¿Entonces la realidad es que en el Caguán no tenían voluntad de paz?

—El mejor momento para sellar la paz fue en el proceso del Caguán, donde un hombre de la autoridad de Manuel Marulanda estaba al frente, pero por las mezquindades de la época este proceso se frustró. Lo nuevo es que los sectores sociales que reclaman la firma de un acuerdo hoy son mayores que los que existían en el proceso del Caguán.

Hoy no tenemos a un Uribe Vélez trabajando como una hiena hambrienta contra la paz, como lo fue él en su momento, que logró con éxito hacer fracasar ese proceso y con eso elegirse y reelegirse presidente. El contexto internacional también es favorable y por eso es una jugada artera la del Gobierno con Venezuela, que está jugando a la paz y estimulando un acuerdo pacífico y la oligarquía colombiana y sus servicios especiales conspirando con la oposición terrorista para desestabilizar el gobierno del presidente Nicolás Maduro.

—¿Las muertes de ‘Marulanda’, ‘Reyes’, ‘Cano’ y ‘Jojoy’ ayudaron para que decidieran sentarse a hablar de paz?

—La enseñanza de nuestros fundadores y de nuestros comandantes fallecidos es fortalecer nuestra convicción en la justicia de la línea política y militar que ellos trazaron; y todos ellos, más Alfonso Cano, el hombre que más se destacó en su voluntad de encontrar una solución política, reafirman nuestras banderas de la paz, pero también nos reafirman en la voluntad de continuar en la lucha armada, mientras no se firme un gran tratado de paz.

—¿Por qué se les hizo más fácil negociar con el presidente Santos cuando fue quien más golpes les dio como ministro de Defensa?

—Los acuerdos los logran fuerzas beligerantes que están en el campo de batalla confrontados. También en la mesa, de parte nuestra, está un grupo de comandantes que ha estado en la primera línea de combate. Lo que pasa es que esa historia hace parte de la reserva y nosotros no la publicitamos, pero en la mesa estamos sentados protagonistas de la guerra y protagonistas de la política.

—¿En cuáles puntos de la agenda las FARC van a ceder más?

—Nosotros nos movemos sobre una línea de reformas y cambios avanzados y democráticos; ya hicimos la gran concesión que podíamos hacer y es que no estamos exigiendo los cambios revolucionarios en la mesa; y en todo lo que estamos planteando, incorporamos los intereses de otros sectores sociales. La reforma agraria, si se quiere, beneficia más a las fuerzas del capitalismo, que requiere modernizar más el campo, adecuarlo a los desarrollos generales del país capitalista que propiamente una reforma agraria de carácter socialista.

—En el marco de esa reforma agraria y la restitución de tierras, ¿van a devolver las tierras que les han despojado a campesinos?

—Esa es una calumnia muy grande de ese instrumento que se llama la Unidad de Restitución de Tierras, que fue tomada por los paramilitares. Todo el equipo que pusieron al servicio de recoger la información manipulaba al campesino que venía a reclamar su tierra después de un despojo y les insinuaban que si ellos reclamaban tierras en poder de los paramilitares, el proceso se les iba a demorar; en cambio, si hacían aparecer ese despojo como fruto de una agrupación guerrillera, ese proceso se le iba a agilizar. Cómo una fuerza ilegal combatida por todos los órganos de inteligencia puede mantener en la clandestinidad semejante cantidad de tierras.

—¿Entonces las FARC no tienen tierras?

—Contamos con algunas propiedades pequeñas, pero que están al servicio de las necesidades alimenticias o de las necesidades de los frentes guerrilleros.

—¿Y cómo las adquirieron?

—Esas tierras son tramitadas a través de mecanismos legales de compra.

—¿A través del testaferrato?

—Están a nombre de campesinos que voluntariamente colaboran con la insurgencia y ellos se vuelven propietarios de las fincas. Para nuestras necesidades, no precisamos más de diez hectáreas.

—¿Creen que la Corte Penal Internacional acepte que haya impunidad a los delitos de lesa humanidad que ustedes han cometido?

—Esa es una interpretación de un sector de la jurisprudencia internacional, pero hay otros sectores que ven en la Constitución colombiana la posibilidad que accedamos a recursos que están en la ley y que no han desaparecido, aunque los han ido ahogando y arrinconando. Horacio Serpa dijo que no lo creyeran tan zoquete de creer que guerrilleros que llevan 50 años van a terminar sus días aceptando irse a la cárcel. Eso no tiene lógica, pero sí tenemos la disposición de encontrar y construir en la mesa de diálogos la soberanía del articulado jurídico que genere la participación política de la guerrilla en nuevos escenarios. No pensamos ir a la cárcel y hay que encontrar las figuras que están ahí en la Constitución para que las apliquemos.

—¿Además de no ir a prisión, qué debe surgir del proceso para que toda una vida en el monte no haya sido inútil?

—El guerrillero siempre lucha por la victoria, por el triunfo y si tenemos la posibilidad de ver dibujado ese triunfo en un gran tratado de paz, no se ha perdido tiempo y toda vida que se ha perdido en esta lucha ha sido una contribución a ese anhelo de la paz en Colombia. Inútiles son las vidas de antiguos guerrilleros que se han puesto al servicio de la relegitimación y la existencia de un régimen podrido. ¿Acaso cree que es muy útil la vida de quienes están hoy al servicio del régimen como Rosemberg Pabón, que hoy hace parte de las líneas uribistas?

—Pero muchos sectores consideran que ustedes también cambiaron sus ideales por el narcotráfico…

—Esos sectores están muy desinformados y debe ser que no les ha llegado ninguna noticia de La Habana; porque lo que aquí se ha visto es a una guerrilla pensante, que construye un programa agrario, que modela una nueva forma de institucionalidad, una guerrilla social e intelectual como la soñaron el Che Guevara y Manuel Marulanda.

—¿Cuándo entendieron ustedes que nunca lograrían el poder por las armas?

—Desde que nacieron las Farc, cuando eran 48 campesinos con revólver, trazaron el programa agrario de Marquetalia, el primer documento fundacional de la organización en el que se establecieron unos objetivos agrarios, pero también se definió el gran objetivo estratégico revolucionario que era la toma del poder. Hoy en día es cierto que no tenemos el mismo número de combatientes que teníamos en el Caguán, pero no somos los 48 que había en Marquetalia hace 49 años. Entonces los guerrilleros de hoy somos los suficientes para seguir protagonizando hechos de guerra o hechos de paz y la voluntad nuestra no se ha arreado en lo político ni en lo militar. El Gobierno de Colombia tiene que ser sensato y seguir reconociendo que está sentado con una fuerza política. Que deje de insistir en la derrota militar de la guerrilla que no la van a lograr.

—¿Significa eso que aún creen que pueden alcanzar el poder por las armas?

—Creemos que la lucha armada sigue siendo vigente en contra de esa institucionalidad, en contra de esa realidad económica y social. Según los manuales de contrainsurgencia, una guerrilla es 80% política y 20% militar. Una guerrilla pequeña ensanchando su espacio político puede protagonizar transformaciones más gigantescas en un país que una guerrilla grande con músculo militar, pero sin influencia de masas. Entonces ahí hacen cálculos alegres los estrategas mediáticos porque los estrategas militares sí siguen viendo como amenaza la presencia militar de las FARC.

—Hay quienes aseguran que sin la ayuda de Chávez, ya los habrían derrotado…

—Sin la ayuda de Chávez en las FARC se hubiera pensado solo en una respuesta militar y en la confrontación armada; es Chávez quien construye la posibilidad de un nuevo entendimiento de paz.

—El segundo punto que discuten hoy es sobre participación en política y unas elecciones cuestan mucho dinero, ¿de dónde van a sacar para financiar una campaña política?

—Sería una estupidez meterse en un proceso electoral bajo los mecanismos tramposos y fraudulentos que existen. No vamos a entrar a participar con el actual régimen electoral y el mecanismo de compra de votos y trampas; eso sería un suicidio. Por eso en las propuestas que estamos haciendo, se contempla una reforma profunda al régimen electoral.

—¿El debut de las FARC en la política lo harán en las elecciones legislativas del 2014 o en las regionales del 2015?

—Nosotros vamos mas allá de la simple participación y garantías para hacer política por otros métodos; la esencia de este punto está en la raíz del conflicto armado. El punto agrario mostró las raíces económicas de la confrontación armada, la estrechez antidemocrática de la tenencia de la tierra y la ruina del campo colombiano. Este punto político le va a mostrar al país que la raíz del conflicto es que no hay democracia real. Si hubiera democracia no habría necesidad de armas y en este punto esperamos lograr la creación de los marcos legales, políticos, constitucionales que permitan actuar en política fuerzas distintas a las del establecimiento. Vamos hacia el rescate de los aspectos progresistas de la Constitución del 91 que en el capítulo de derechos, deberes y garantías fue bastante avanzado y estamos planteando un conjunto de reformas para que los colombianos no volvamos a caer bajo el régimen bipartidista.

—¿Pero les interesa más el poder regional o se creen con la fuerza para entrar a disputar las curules en el Congreso?

—Sabemos que tenemos una fuerza política que en el caso de lograr las garantías, tendrá una importante participación. Somos una fuerza esencialmente política, cuyo espacio no lo han ido estrechando a través de la guerra de exterminio, de la liquidación de distintas expresiones anteriores que buscaban crear una salida política y un alternativa de transformación de las FARC.

—¿Van a crear un partido o tomarán la plataforma de la Unión Patriótica?

—Frente a la Unión Patriótica lo que hemos reclamado es que se termine el proceso de reconocimiento de este magnicidio que hubo en Colombia y todo lo que se haga en beneficio de la restauración de los derechos de esta organización política son bienvenidos, pero a la vez que la Unión Patriótica lucha por estos derechos, vemos que a otras fuerzas se les niega la posibilidad de participar en política; a la senadora Piedad Córdoba le han quitado los derechos de participación política, a la Marcha Patriótica empieza ya un proceso de capturas de sus dirigentes y los pequeños partidos vienen siendo marginados y van a ser limitados e impedidos prácticamente de participar en el proceso electoral que está en marcha.

—¿Usted dónde se ve tras la firma de un acuerdo?

—Nosotros siempre nos mantendremos en el ala izquierda de la política colombiana. Estamos buscando una forma distinta a la armada de estar en el espectro político, pero a diferencia de otras fuerzas que entregaron armas e ideología, que entregaron política y principios, nosotros no encaramos un proceso sobre la base de la cooptación del régimen y a las reglas establecidas y a la ideología del régimen actual bipartidista. Seguiremos siendo una fuerza con un perfil bolivariano y revolucionario y ojalá que este ideario pueda transitar por los caminos de la acción política y de la acción pacífica. En lo personal no me veo en ninguna de estas tareas burocrático-parlamentarias; más bien me vería como un agitador social.

—¿Por qué son tan activos y han golpeado tanto el suroccidente del país?

—Allí hubo un trabajo paciente de varias décadas en donde la inequidad y la injusticia y el maltrato a las comunidad pobres, indígenas y negras finalmente permitió que nuestro mensaje fuera receptivo y entrara en el corazón de la población y eso fortaleció nuestros postulados.

—¿Ese será un fortín electoral de las FARC?

—Lo vemos por ahora como un punto importante para el proceso de paz.

—¿Qué modelo de proceso de paz de otro país les gustaría que se diera en Colombia?

—El proceso de Irlanda porque se establecieron principios y, por ejemplo, ellos las armas no las entregaron.

—¿Por eso no utilizan términos como ‘desmovilización’ y ‘dejación de las armas?

—Nosotros hablamos de que las armas se silencian cuando la voluntad de dispararlas cese y eso ocurrirá en Colombia cuando se cumplan todas estas situaciones que estamos llevando a la mesa de negociación.

—¿No habrá entonces un acto simbólico de entrega de armas?

—Le hemos dicho reiteradamente al Gobierno que esa foto nunca la tendrán.

El País (Cali)

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