El descenso de nacimientos revela menos un “déficit de mujeres” y más la ausencia de condiciones dignas para decidir sobre la maternidad. Lo que falta no son madres, sino garantías
Renata Cabrales
El reciente comentario del exdirector del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), Juan Daniel Oviedo, “faltan mujeres para parir”, desató un debate que va mucho más allá de cifras demográficas: pone en tela de juicio la realidad de las mujeres en Colombia respecto a su derecho a decidir, a maternar en condiciones dignas o a no maternar, y a contar con oportunidades reales. En ese contexto, se intersectan temas como la maternidad temprana forzada, la brecha de género en el mercado laboral, la violencia machista y el abandono de los padres.
Un dato molesto
En una entrevista emitida en noviembre de 2025, Oviedo afirmó que en el país ya “faltan mujeres para parir”, al referirse al descenso de la natalidad. Según él, se trata de una alerta demográfica, pero lo que está en juego es entender que la maternidad no se reduce al acto de parir, sino al derecho a decidir cuándo y bajo qué condiciones hacerlo, y si se debe hacer o no.
El hecho es que en 2024 Colombia registró 445.011 nacimientos, la cifra más baja desde que hay registros, según datos del DANE. Pero mientras se habla de “menos madres potenciales”, en otros escenarios hay niñas y adolescentes que son obligadas a ser madres en condiciones de vulnerabilidad.
Cuando “tener hijos” es una imposición
Un informe del DANE señala que en 2021 la tasa de fecundidad para adolescentes de 15 a 19 años fue de 52,8 por mil, y para niñas de 10 a 14 años de 2,4 por mil.En Bogotá, un reporte de octubre de 2025 de El Sistema de Alertas Tempranas de la Secretaría de Educación del Distrito alertó que en seis meses los colegios oficiales registraron un aumento del 51% de embarazos adolescentes (578 casos) frente al mismo período del año anterior.
Estas cifras evidencian que muchas niñas y adolescentes no son madres por “opción” sino por vulnerabilidad: falta de educación sexual integral, abuso, violencia, desigualdades estructurales. Como lo expresa la organización UNFPA Colombia:
“La adolescencia no es el momento adecuado. La maternidad en la adolescencia, en la mayoría de los casos trae consecuencias negativas e irreversibles; … sus perspectivas educativas y laborales se evaporan.”
Garantías para la maternidad y la precariedad
Para que la maternidad sea un derecho garantizado, necesita condiciones: salud, educación, empleo digno, apoyo social, corresponsabilidad en el cuidado. En Colombia esos elementos siguen siendo débiles. Lo podemos comprobar en los siguientes casos, por ejemplo, para que la maternidad sea un derecho garantizado, necesita condiciones: salud, educación, empleo digno, apoyo social y corresponsabilidad en el cuidado.
En Colombia esos elementos siguen siendo débiles. Un reporte de UNFPA Colombia revela que niñas de 10 a 14 años fueron madres en más de 4.700 casos en 2021, y la existencia de un padre con edad promedio de 20,7 años en esas circunstancias evidencia una situación de abuso o al menos de gran vulnerabilidad.
Este caso concreto muestra la intersección entre la maternidad temprana forzada y la falta de garantías para las niñas. De igual forma, un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señala que en 2021 la brecha salarial en Colombia favorecía a los hombres, y que entre las mujeres con menor nivel educativo llegó al 39,3 %. La implicación es clara: tener hijos o ser madre penaliza laboralmente a las mujeres, lo cual impacta en su capacidad de decidir libremente sobre su maternidad, su proyecto de vida y su inclusión plena en el mercado laboral.
Violencia machista, abandono paterno y carga de cuidado
La maternidad no se plantea únicamente como un derecho individual, sino como un acto social que requiere corresponsabilidad. Sin embargo, en Colombia muchas madres asumen solas el cuidado de los hijos. Según El País, los hogares encabezados por mujeres ascienden al 55,6 %. La violencia de género, los embarazos por abuso y la falta de sanción al abandono paterno agravan la vulnerabilidad.
Aunque no todos los datos están categorizados, la intersección entre violencia machista, embarazo en niñas y adolescentes, y abandono del padre, es una realidad documentada en múltiples informes. En ese escenario, la frase “faltan mujeres para parir” suena vacía si no se asocia a la pregunta: ¿faltan condiciones para que las mujeres decidan libremente ser madres o no, y con garantías?
¿Qué oculta la frase “faltan mujeres para parir”?
Cuando se lanza la idea de que “faltan mujeres para parir”, pueden ocultarse varios hechos importantes: que muchas mujeres no eligen ser madres, sino que lo son por coacción, violencia o vulnerabilidad; que muchas madres lo son sin empleo digno, sin educación, sin apoyo y con discriminación; y que la opción de no maternar o posponerlo también está condicionada por la precariedad laboral, la falta de seguridad social y la violencia machista.
Por tanto, la conversación no puede limitarse al número de nacimientos y debe ampliarse al derecho de las mujeres a decidir, a tener oportunidades reales y a maternar sin renunciar a su desarrollo.
Para que Colombia avance en igualdad de género y en justicia social, es imprescindible implementar educación sexual integral obligatoria que prevenga los embarazos en niñas y adolescentes; fortalecer el acceso a servicios de salud reproductiva y protección ante el abuso sexual; garantizar empleo digno para las mujeres, reducir la brecha salarial y atender la penalización por maternidad; promover la corresponsabilidad en el cuidado para que no sea exclusivamente la madre quien asuma la crianza y las tareas del hogar; y asegurar que ser madre sea una opción con apoyo social, laboral y educativo, y no una imposición.
El comentario de Juan Daniel Oviedo puede servir para un debate, pero, serio, amplio y con mirada de género. La reducción de nacimientos y la idea de “menos mujeres que paren”, no puede desviarnos del hecho de que lo que verdaderamente está en juego es la garantía de los derechos de las mujeres.
Porque mientras muchas madres en Colombia lo son desde la precariedad, la violencia o la imposición social, hablar de “faltar para parir” resulta no solo inapropiado, sino también injusto. El desafío hoy es cerrar brechas, prevenir maternidades forzadas, garantizar empleos dignos, y promover que la maternidad sea un acto libre, digno y pleno.







