El nuevo secretario general de las Naciones Unidas, el expresidente portugués António Guterres, acogido por aclamación en la Asamblea General del organismo el pasado 13 de octubre, tiene por delante una serie de desafíos que van a poner a prueba su capacidad de negociador, que adquirió no solo durante su carrera política, en las filas del Partido Socialista de Portugal, sino como director de la Oficina de las Naciones Unidas para los Refugiados, Acnur, donde se destacó como un defensor de los derechos humanos.
Precisamente, el tema de la acogida que los países europeos deben dar a los refugiados, es un asunto aun no resuelto. En el actual periodo de sesiones de la ONU, se produjo una conferencia internacional sobre el tema, pero las grandes potencias no se comprometieron en una solución verdaderamente eficaz, mientas en el viejo continente crecen preocupantes expresiones de xenofobia y odio racial.
Guterres, de 67 años de edad, se posesionará el primero de enero próximo, en momentos en que empeoraran las relaciones diplomáticas entre Rusia y Estados Unidos por el involucramiento de ambas potencias en la guerra de Siria.
Otros conflictos en desarrollo en Yemen, Sudán de Sur, en Palestina, además de asuntos de la entraña de las Naciones Unidas como el cambio climático, el cumplimiento de los Objetivos para el Desarrollo, y aun la reforma misma de las Naciones Unidas y la composición de su Consejo de Seguridad, son apenas los más sobresalientes retos que deberá encarar el nuevo secretario general del organismo.