lunes, septiembre 9, 2024
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Elecciones sin democracia

Mauricio Jaramillo Jassir

Pocas veces en la historia reciente la elección en Estados Unidos había sido tan decadente y reveladora sobre un sistema político que tiene agotadas las vías de representación mientras preserva el macartismo que, contrariamente a lo que se piensa, no es un período breve de la historia, sino una tradición inaugurada en las peores épocas de la Guerra Fría, pero que terminó trascendiendo hasta hoy.

El antiprogresismo ha sido común denominador estos años en un país que alguna vez fue considerado como cuna de la democracia presidencialista. Si bien durante el mandato desastroso de Donald Trump los contrapesos limitaron sus ambiciones autoritarias, quedó la justificada sensación de que el trumpismo había llegado para quedarse e incluso llegó a sobrepasar al republicanismo.

Como si todo lo anterior no fuera suficientemente desalentador, en medio del genocidio en Gaza, el Congreso de los Estados Unidos se dio el lujo de recibir a Benjamín Netanyahu, el genocida más impune desde la posguerra. Ningún mandatario o alto dirigente acusado de semejante crimen ha gozado de un nivel de apoyo internacional tal. Fue recibido en medio de un apoyo efusivo a pesar de un discurso delirante y asimilable a las alocuciones del nacionalsocialismo alemán sobre la superioridad racial y la necesidad de que esa nación contara con un espacio natural de expansión (Lebensraum). El premier israelí insistió en la tesis delirante de que el genocidio se justifica en que la seguridad de Israel depende del control y anexión de un territorio que pertenece a otro pueblo, coincidencia con el proyecto expansivo alemán que condujo a la Segunda Guerra Mundial.

Kamala Harris, que será oficializada como candidata demócrata, la tercera semana de agosto, no ha hecho ningún gesto por desmarcarse de la política cómplice de Joe Biden frente a los crímenes en los territorio palestinos. Es poco probable que la candidata demócrata tome distancia frente a la política israelí de “tierra arrasada” (dahiyé) y que ha conducido a la catastrófica situación de los palestinos durante décadas. Algo similar se puede plantear sobre las migraciones, asunto clave para el sur global y donde la llegada de Biden-Harris despertó justificadas expectativas sobre todo por el discurso xenófobo del hoy candidato republicano.

En estos cuatro años de gobierno demócrata, Estados Unidos optó por posicionarse en contravía de los intereses del sur global. No solamente en lo relativo a Palestina o a las migraciones, sino en la difusión de la legitimidad del mantenimiento de la guerra en Ucrania, ocasión perfecta para fortalecer a la OTAN y cuya estrategia actual terminó por ralentizar la transición energética a ambos lados del Atlántico.

Esta elección ha puesto en evidencia las fisuras de la democracia estadounidense, ya no sólo se trata del desprestigio por sus abusos en política exterior, sino la exposición de las dificultades para la emergencia de verdaderas alternativas al establecimiento bipartidista, más excluyente y reaccionario.

* Profesor de la Universidad del Rosario. Periodista de RTVC

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