viernes, abril 19, 2024
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El Salvador: El largo camino de la paz

Entrevista con Nidia Díaz, ex comandante del FMLN

Nidia Díaz
Nidia Díaz

Hernán Camacho

Después de tres décadas de allanar el camino de paz, El Salvador aún la sigue construyendo. Hoy los ex guerrilleros son gobierno en cabeza de Salvador Sánchez Cerén, ex dirigente del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y junto a él varios ex guerrilleros han sido protagonistas de la política local o nacional como diputados y ministros. Ese es el caso de Nidia Díaz, una experta en temas de género y ex negociadora de los acuerdos firmados entre esa guerrilla y el gobierno de El Salvador, el 16 de enero de 1992, en Chapultepec.

Ella visitó el país. No es la primera vez que lo hace y siempre tiene una misión relacionada con la paz. Además de ser experta en género y ser acreedora de premios como el Ana Betancourt, otorgado por el Consejo de Estado de Cuba, y el galardón Mujer 2000 de Oro, tiene mucho que contar de su responsabilidad para con la paz de su país. VOZ la encontró en la entrega de conclusiones de los Encuentros Regionales Mujeres por la Paz y nos contó su experiencia negociadora en temas vitales como víctimas y militarismo.

–Bienvenida a Colombia. Usted es una voz autorizada para hablar de los temas de conflicto y construcción de paz. ¿Cómo le pareció la experiencia de las mujeres participantes en la paz?

–Quiero felicitar al pueblo colombiano por el proceso de paz que se desarrolla en La Habana y próximamente con el ELN. Y felicitar de manera particular a las mujeres que han estado activas participando en la paz con sus propuestas y muestra de ello es la entrega de conclusiones Voces de Mujer por la Paz.

–La escuchamos bastante emotiva en su discurso hablando de la participación de las mujeres en el proceso de paz en Colombia. ¿Así fue en su país?

–He tenido la oportunidad de decirles que entre nosotros hay una gran expectativa de que Colombia alcance los acuerdos y que pueda abrirse una esperanza para este pueblo y construir la paz como un proceso que vaya poniendo fin a las causas que generan el conflicto, y hoy tengo la esperanza de que así sea. En el caso de El Salvador y el proceso de paz, pues las mujeres que asistíamos como negociadoras no teníamos esa visión de género, por eso el trabajo de las mujeres que le aportan al proceso propuestas es bien importante. Y mi país tiene fe en que el pueblo colombiano lo va a hacer.

–¿Cómo es su experiencia de mujer combatiente y negociadora en El Salvador en puntos tan álgidos para los acuerdos como las víctimas?

–Yo fui herida y capturada en combate, liberada mediante un canje humanitario, pero mi esposo fue desaparecido en la guerra, nunca se le halló, y como ese caso somos ocho mil familias las que tenemos desaparecidos y ese es un crimen de lesa humanidad. Hasta hoy no lo hemos encontrado. Pero como prisionera política también viví la situación difícil en las cárceles, y esperaría que a la hora de analizar el punto de víctimas todos esos sectores y sus familias tengan voz.

Ojala nunca se olviden de los cementerios clandestinos, de los desaparecidos, de los presos políticos, hacerlos parte en los acuerdos hace que sea integral una resolución sobre víctimas porque entre los responsables el primero es el Estado y por supuesto la responsabilidad de la insurgencia por actuaciones contra la población civil. Todo debe ser integral.

–Usted se refiere como primer responsable al Estado y su Fuerza Pública. ¿Cuál fue el mecanismo político para que el gobierno salvadoreño aceptara esa responsabilidad y atendiera a las víctimas en debida forma?

–Nosotros, cuando estábamos discutiendo sobre el papel de las fuerzas armadas y el militarismo en el país, señalábamos que como guerrilleros nunca quisimos esa guerra, pero la falta de oportunidades y la exclusión política nos llevó al enfrentamiento. Y los militares nos señalaban que nosotros, los guerrilleros, éramos impunes y sin embargo la mitad de la dirección del FMLN había pasado por la cárcel. Nosotros replicábamos señalándolos como los facilitadores de escuadrones de muerte y nunca habían recibido castigo por eso. La cárcel y la impunidad no se pueden ver unilateralmente.

Hasta que llegamos a la conclusión de una Comisión de la Verdad para llegar a conocer de fondo todos los actos de guerra a partir de los testimonios de las víctimas y las recomendaciones internacionales. Para ese momento ambas partes reconocimos ese mecanismo. Y cuando llegaron las conclusiones después de la firma de la paz y después que el FMLN autodestruyó sus armas, y todo el Ejército se había incorporado a la vida civil e institucional, llegó el informe de la Comisión de la Verdad y el gobierno rechazó tanto la investigación como las conclusiones y las recomendaciones.

Luego vino la ley de amnistía, aún vigente, que no era la ley de reconciliación sino una ley de perdón inconsulta con el pueblo. Algunas víctimas de los casos más emblemáticos acudieron a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y es desde allí que el Estado empezó el reconocimiento y cumplimiento de sentencias emitidas por ese organismo. Hace cinco años Mauricio Funes pidió perdón a las víctimas por el abuso del poder del Estado.

–Tuvo que ser un gobierno cercano al FMLN para reconocer la responsabilidad del Estado.

–Sí, en un hecho sin igual. Los anteriores gobiernos de la derecha nunca lo reconocieron. Y es desde ese momento que se crea la Comisión para Resarcir el Daño a las Víctimas y la Comisión Pro Búsqueda de Niños Desaparecidos. Y una comisión más para el papel que jugó en la historia del conflicto el Ejército de mi país. Ahora el reto de los próximos cinco años es qué hacer para resarcir el daño moral y material de las víctimas para una etapa de reconciliación de verdad para el encuentro de la paz sobre bases sólidas. Nosotros estamos convencidos de que la gente perdona. Yo perdoné, fui víctima de tortura y mi familia violentada y obligada a irse al exilio y perdonamos sabiendo la verdad.

–Cuéntenos un poco sobre la comisión para el papel de las fuerzas militares.

–Fue la comisión que depuró el ejército. Se analizaron todos los oficiales y se sacaron las manzanas podridas que abusaron del poder, obstaculizaron la Justicia y cometieron actos de corrupción e hicieron de la guerra sus negocios particulares. Fueron 114 de casi tres mil oficiales los que se fueron. Muchos con procesos judiciales, otros se expulsaron de las fuerzas armadas después de liquidaciones pecuniarias de hasta un millón de dólares para que se fueran del país.

Y también se redujo el Ejército, se desaparecieron todos los batallones de la guerra antiterrorista. Se adecuó el viejo Ejército de guerra a uno para la paz y ese Ejército hoy le dio el bastón de mando al compañero Salvador Sánchez Cerén, ex comandante guerrillero y ahora comandante de las fuerzas armadas y presidente constitucional.

–¿Muy largo y difícil el camino de la paz?

–Han pasado 22 años del proceso y se ha estado en una construcción de país distinto. La gente ha visto cómo los guerrilleros hemos sido diputados, jefes de gobiernos locales, ministros de Educación y hasta vicepresidentes de la República. Es toda una etapa de preparación y cambio de mentalidad basada en la verdad y en la evaluación de cómo gobernamos. Nosotros no hemos terminado de construir la paz irreversible.

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