En una finca entregada por la Sociedad de Activos Especiales, 42 familias sucreñas adelantan un proyecto colectivo de producción agropecuaria que les ha permitido cultivar alimentos y mejorar su calidad de vida
Juan Carlos Hurtado Fonseca
@aurelianolatino
Alegría y satisfacción dicen haber sentido las 42 familias que tienen en comodato la finca El Paraíso, cuando en 2023 comercializaron su primera cosecha de arroz. Fueron meses de trabajo colectivo, maduración de la organización, superación de adversidades y experimentación de nuevas rutinas laborales lo que les permitió la consolidación del proyecto colectivo.
William Antonio Ortega Ortega es uno de esos campesinos que ha participado en el proyecto desde hace años, desde cuando le solicitaron a la Sociedad de Activos Especiales, SAE, que les entregara tierra para producir.
Su insistencia, a través de la Asociación de Trabajadores Agropecuarios y Campesinos del Departamento de Sucre, Asotracdes, tuvo frutos en febrero de 2023, cuando el actual Gobierno aceleró el proceso y les adjudicó la finca El Paraíso, de 170 hectáreas, en el corregimiento Las Flores, municipio de San Marcos, Sucre.
La solicitud se había hecho un año antes de la entrega: “Apenas llegó el Gobierno nos sentimos cumplidos con esa promesa que escuchábamos en campaña, cuando anunciaba que los bienes en manos de la SAE iban a ser entregados a familias campesinas, a las asociaciones”, dice William Antonio Ortega.
La entidad tuvo en cuenta a familias con mujeres como cabeza de hogar, víctimas de inundaciones y de origen campesino: “También se quiso darles la oportunidad a campesinas con dificultades en alimentos y sostenimiento de sus familias”, comenta el líder agrario.
Los primeros surcos

Los beneficiarios son oriundos de corregimientos del municipio y antes de tener la propiedad, “Carecíamos de terreno y los cultivos los hacíamos en tierras arrendadas y era difícil que nos las facilitaran, pero cultivábamos arroz, maíz, yuca, ñame, melón, patilla y otros”.
La finca estaba abandonada, le habían robado los alambres de las divisiones internas, solo estaban los postes, había una población de búfalos de un vecino que ingresaba al predio sin control.
William Antonio Ortega explica que recibieron el predio como un esqueleto: “No había vivienda. Llegamos ahí, a un árbol de higo que fue la única sombra que encontramos para hacer las reuniones. Construimos un pequeño rancho que ha quedado como el centro de reuniones, donde también guardamos algunas herramientas. Lo comenzamos a hacer con materiales que nos brindó el predio, o sea, palma, reciclamos madera para los postes y parales”.
De las 170 hectáreas de El Paraíso, 64 fueron adaptadas para arroz -por ser una planicie-, 40 hectáreas en pasto para ganadería y 21 para cultivos de pancoger. Hay un humedal de 10 hectáreas al que no tocan y pequeñas reservas de bosques.
Tienen libertad para decidir los cultivos de pancoger en sus terruños y han preferido maíz, yuca, ñame, frijol y otras hortalizas. Son para su consumo y la comercialización de excedentes.
Falta dinero
Los nuevos “dueños” comenzaron a trabajar y definieron cultivar arroz, aunque no contaban con recursos económicos, “y el Estado tampoco nos los dio, pero comenzamos a hacer unas autogestiones y logramos sacar adelante el cultivo. Con la producción logramos pagar los créditos que teníamos con proveedores y con el señor de la maquinaria y nos quedó una pequeña utilidad y arroz para el 2024, o sea, alimento para cada una de las familias”, detalla el labriego consultado.
A algunos asociados les han negado créditos, pero otros sí han podido acceder, y como organización planean solicitar uno grande para inversión y compra de herramientas.
En 2024 volvieron a cultivar el cereal y con las ganancias mejoraron una vía para sacar la producción, ya que un vecino les había impedido hacerlo por una vía que atravesaba su predio. En la primera cosecha debieron invertir 30 millones de pesos para sacarla por vía fluvial, por la ciénaga de Las Flores y otras hasta llevarlo al puerto de San Marcos y luego vía terrestre a Sahagún, Córdoba, lo que les costó mucho.
En cuanto a la organización, se dividen en grupos para los diferentes cultivos. La junta directiva del proyecto está compuesta por dos hombres y cinco mujeres y en las actividades de campo cuentan con un comité productivo.
No tienen maquinaria propia y deben alquilarla. “Ellos cobran por pase para mecanizar el suelo 200 mil pesos y nos estamos gastando 800 mil por hectárea para el inicio de las labores”.

Paso a paso
En cuanto a los ejercicios democráticos internos, han entendido la importancia de la unificación de las voces, los acuerdos en las asambleas, escucharse entre todos, prestar atención a cualquier inconveniente en la organización y buscar soluciones.
“A nosotros esto nos ha servido mucho porque esa parte de la colectividad nos ha permitido estar más unidos, ser ejemplo de otras organizaciones y transmitirles el mensaje a otros campesinos de que sin la unidad no se puede salir adelante”, señala el líder de la organización que habló con VOZ, quien agrega: “Nos sentimos contentos, El Paraíso es una bendición que el Estado nos dio y tenemos que sacarlo adelante con unidad”.
También reconoce que ha habido situaciones en las que tuvieron apoyo del Gobierno, como cuando un vecino no quería sacar su ganado del predio o cuando otro corrió una cerca para apropiarse de más de 19 hectáreas, hasta que fue notificado por la SAE, o cuando no se permitía la salida de los productos por vías que atravesaban otras fincas, oportunidad en la que intervino el Ministerio de Agricultura.
En la finca solo vive uno de los asociados, pero tienen planeado construir otro rancho, además, han hecho un corral, compraron un kit solar que les genera la energía necesaria y encerraron el predio con cercas eléctricas, entre otras mejoras.
Estas familias consideran que ha mejorado su calidad de vida, que han tenido utilidades y, sobre todo, que han producido alimentos: “Como el arroz que es lo necesario en la casa y resolver otras situaciones. Con los ingresos, algunos hemos comprado televisores y otras cositas y estamos mejorando”, Concluye William Antonio Ortega.