Por iniciativa del presidente Petro y la aceptación de las víctimas, el acto de reconocimiento y perdón se realizará en Santa Marta con ocasión de la Celac – UE
Jaime Cedano Roldan
@Cedano85
En la mañana de aquel viernes la fila para entrar a la plaza de Bolívar era larga, expectante y llena de encontradas emociones, había muchas caras e historias conocidas.
Recorrer aquella fila y saludar camaradas provenientes desde todos los rincones del país era rehacer un poco los pasos que medio siglo de caminares nos llevaron un día con Carlos Julián Vélez por las carreteras y trochas de Lejanías, El Castillo o La Cima, terminando en los calabozos del Batallón 21 Vargas; volver a recorrer calles caleñas en la vieja bicicleta de Ricardo Ceballos, o caer, como si fuera viernes, a la sede de los trabajadores cementeros en Ibagué en busca del querido y dicharachero Otoniel Casilimas generosamente dispuesto a brindarle unas cervezas a una muchachada ilusionada, con militancia sin límites, pero sin un centavo en los bolsillos.
Había tristeza y alegría en esa larga fila.
Era el 11 de octubre de 2024 y asistiríamos a un hecho histórico. El presidente Gustavo Petro en nombre del Estado colombiano y en cumplimiento de lo ordenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Corte IDH, aceptaría la responsabilidad internacional por los hechos de exterminio, persecución, desplazamiento, desaparición forzada, torturas, amenazas y otros desafueros y crímenes de lesa humanidad cometidos contra la militancia de la Unión Patriótica y del Partido Comunista Colombiano.
Ante la desacreditada OEA
Treinta y un años habían pasado desde el día en que Jahel Quiroga y Aida Avella tocaron las puertas de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA para reclamar justicia por quienes en Colombia habían sido víctimas de la violencia por el solo hecho de haber enarbolado las banderas de la paz y de la transformación democrática del país, en un momento oscuro de nuestra historia donde diversas violencias convergieron para aplastar rebeldías y sueños e imponer proyectos narcoparamilitares. Las mismas querellantes eran sobrevivientes del exterminio.
Había muchas dudas de poder conseguir algo, pues las desconfianzas de los pueblos de Nuestra América con el aparataje colonialista de la OEA tenían y tienen profundas y válidas razones. Pero no había a donde más acudir.
La primera victoria fue la decisión de admisibilidad del caso; las y los comisionados vieron en las denuncias serias evidencias de violaciones a la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Fue un largo proceso y el exterminio era continuado.
Cada año a cada audiencia de la Comisión a la que se asistía en Washington se alargaba la lista de víctimas y perseguidos.
El desencanto llegó a la plaza
La espera en la plaza de Bolívar fue larga y empezaron diversos rumores a circular hasta que desde la tarima lo confirmaron. El presidente no se haría presente y delegaría las palabras de reconocimiento.
Las caras de enojo eran inocultables y consignas de indignación empezaron a brotar, pero también la responsabilidad y la madurez de quienes habían llevado sobre sus espaldas el largo proceso, la paciencia y responsabilidad de las víctimas. No podía ser ese domingo. Otro día sería.
Acto de reconocimiento en Santa Marta
Ahora bien, por iniciativa del presidente Gustavo Petro, y con la aceptación de las víctimas de la Unión Patriótica, el acto de reconocimiento se realizará en Santa Marta con ocasión de la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y la Unión Europea, Celac – UE los días 9 y 10 de noviembre, con la presencia de los treinta y tres países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, y los 27 dirigentes de los Estados miembros de la Unión Europea.
La propuesta fue dada en medio del Consejo de Ministros del 15 de agosto de 2025, “se trata de un reconocimiento para quienes vieron a sus seres queridos caer bajo las balas.
»A mí me ha tocado pedir perdón a nombre del Estado por las masacres que se realizaron bajo otros gobiernos, con la complicidad de otros gobiernos. (…) Pero no sé qué tanto ese perdón del Estado en mi boca sea de verdad, porque yo lo siento en el corazón, pero el Estado no: no llegan los congresistas, no llegan las cortes, no llega el Estado. Pareciera que el Estado es más bien hipócrita”, afirmó el jefe de Estado.
De esta manera el Estado colombiano asumirá sus responsabilidades y pedirá perdón a las víctimas en el marco de uno de los eventos internacionales más importantes del país en las últimas décadas. “Queremos que el mundo sepa que hubo un genocidio político en la Colombia reciente, y que la humanidad entera lo recrimine, como garantía de no repetición”, señaló el presidente Petro.
Para que la dignificación de las miles de víctimas, Carlos Julián, Otoniel y Ricardo entre ellas, sea de cara a toda la comunidad internacional. El presidente enfatizó que la memoria debe ir junto a una condena universal. “Que los responsables puedan sentir que la humanidad los recrimina, no solo nosotros. Que sepan que es la humanidad la que exige que nunca se repita.”