jueves, diciembre 25, 2025
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El infierno urbano de Río de Janeiro

La Operação Contenção dejó el saldo de 121 personas asesinadas. Mientras las organizaciones defensoras de los derechos humanos han calificado el hecho como la “Masacre de Río”, los ojos del mundo se dirigen a las favelas de la metrópoli brasilera

Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos

A la entrada de Rocinha se encuentra un majestuoso puente peatonal. Diseñado por el arquitecto comunista Oscar Niemeyer, la estructura modernista de hormigón es un símbolo. Fue inaugurada en 2010 como parte del Programa de Aceleración Económica, iniciativa del primer gobierno de Lula, con el propósito de conectar a Río de Janeiro con su favela más poblada. En la actualidad huele a orines.

Esa noche la gente que habita la favela tiene tomada la calle principal. El ambiente es de fiesta popular. En una pequeña tarima, varios músicos interpretan canciones de pagode, un subgénero de samba caracterizado por sus letras poéticas. Por fuera del tumulto, se escuchan los estridentes golpeteos que emiten los soundsystem instalados. Es la pasarela de Rocinha.

La favela está armada

La atípica velada avanza y el paisaje social cambia. El epicentro de la fiesta se encuentra en la cima. Del pagode se transita al funk carioca, un estilo musical que nació en las favelas de Río. Éste combina los sonidos del miami bass, el hiphop y el electro-funk, y se caracteriza por sus líricas que reflejan la violencia de los barrios y el goce brasilero. Se baila más sucio que el reguetón.

Hay cervezas, caipirinhas, tabaco y marihuana. Además, se oferta un perfume de drogas sintéticas que se inhala por la boca y la nariz. De diez jóvenes presentes, cerca de la mitad lo consumen. El contraste es que en los quinientos metros de la pasarela hay por lo menos tres iglesias neopentecostales.

La cereza del pastel son las armas. Mientras avanza la jornada van apareciendo los fusiles de asalto. La variedad de modelos va desde los clásicos AK-47, FAL y IMI Galil, hasta los modernos M60 y M4A1. La conclusión inmediata es que toda la favela se encuentra armada. Por supuesto, las fotografías están prohibidas.

A nuestras nueve horas, un anillo de seguridad de veinte jóvenes fuertemente armados nos separa de un hombre negro de casi dos metros de estatura. Viste prendas deportivas y sobre su cuello cuelgan varias cadenas de oro puro. Su nombre es Leandro Pereira da Rocha, conocido como 2B, el segundo al mando del Comando Vermelho en Rocinha. En nuestra visita de casi siete horas, el capo no se cansó de saludar a la comunidad que emocionada le mostraba su afecto.

El Comando Vermelho

Días después, en la cima de la favela vecina de Vidigal, hablamos con Marcelo Carvalho*. Con un sobresaliente “portuñol”, el mototaxista de veinte siete años explica no solo las escenas vistas en Rocinha, sino las que acabamos de ver mientras subíamos las laberínticas calles del arrabal.

La más curiosa fue el mercado de drogas. Como si se tratará de una venta de aguacates o mangos, sobre una mesa se exhiben todo tipo de alucinógenos. Un aviso LED programable deja claro el stock y su precio. Hay Ketamina, cocaína, LCD, marihuana, entre otras sustancias. Todas llevan el sello del CV y la garantía de sus dos capos: 2B y Johnny Bravo.

“La gente de la favela se siente más segura con el CV que con la policía”, dice Marcelo. Sobre la permanente exposición de fusiles, el joven carioca cuenta la historia de las guerras urbanas que enfrentaron al CV con otros grupos armados, como Los Amigos dos Amigos, el Terceiro Comando o el Primeiro Comando da Capital.

“En Río, la guerra la está ganado el CV. Hoy controlan las favelas del sur y se pelean por las del norte, como Penha y Alemão”, comenta. Sin embargo, y a pesar de cualquier impresión ajena al territorio, para Marcelo, hincha del Flamengo y habitante de Vidigal, su favela hoy es una comunidad de paz.

El fanático fascista

Otra es la perspectiva de Daniel Santanna dos Santos*. Según nos cuenta este defensor de los derechos humanos, existe una estrecha relación entre el control territorial de los grupos armados, la influencia de las iglesias neopentecostales y la administración de Cláudio Castro, el fanático bolsonarista que desde 2021 ejerce como gobernador del estado.

“Castro es de extrema derecha y gobierna con las iglesias evangélicas. Pero además, ellos son los que controlan las milicias paramilitares, que junto a las organizaciones armadas como el CV, se distribuyen en la ciudad el tráfico de drogas y armas”, indica.

Y advierte que en la campaña electoral que viene, la extrema derecha intentará posicionar a sangre y fuego el debate de la seguridad pública: “Aunque Bolsonaro está condenado, sus bases siguen activas y Río de Janeiro será un lugar estratégico. Si bien aparentemente el CV y otros grupos se disputan el territorio con las autoridades, la ausencia del Estado y la falta de seguridad pública solo le conviene al discurso del fascismo”.

Daniel concluye identificando a Cláudio Castro como un posible contendor de Lula en el debate electoral de 2026. “Pero cuidado, el gobernador de Río es la peor cara de la extrema derecha. Un fanático más peligroso que el mismo Bolsonaro”, señala.

28 de octubre

Un mes después, en la madrugada del 29 de octubre, los principales titulares llegan del norte de Río de Janeiro, específicamente de los Complejos de Penha y Alemão.

En una instantánea desgarradora, cerca de 72 cuerpos se exhiben en la Praça São Lucas. Es la principal imagen de la Operação Contenção, un mega operativo policial para combatir la expansión del CV en la ciudad y que dejó el saldo de 121 personas asesinadas.

El responsable del hecho es el gobernador Castro, quien movilizó a 2.500 efectivos y 23 vehículos blindados para tomarse la favela. Mientras la extrema derecha celebra el éxito del operativo, organizaciones defensoras de los derechos humanos la califican como la “Masacre de Río”.

“La sangre de estas víctimas está en las manos de Cláudio Castro, quien ha convertido a Río en una zona de guerra y sigue tratando a las personas negras y pobres como objetivos. Esto no es seguridad pública, es una masacre de Estado”, opina el dirigente estudiantil Hugo Silva.

Todas las favelas de Río se encuentran de luto y la campaña electoral ha comenzado con violencia.

* Nombres modificados por seguridad de las fuentes.

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