En el marco de la Cumbre CELAC- UE se realizará el Acto de Reconocimiento y Responsabilidad internacional por miles de crímenes
Jaime Cedano Roldán
@Cedano85
La noche del miércoles 13 de noviembre de 1985 desde diversas regiones del país, más de un millar de personas viajábamos a Bogotá, para participar en el primer congreso de la Unión Patriótica, evento que lanzaría la candidatura presidencial de Jacobo Arenas, lo que reafirmaría la decisión de las FARC de avanzar hacia la paz, tal como se había acordado un año antes en La Uribe, Meta, en el acuerdo de Tregua, Cese al Fuego y Paz.
Desde marzo habían empezado los preparativos y los comités de base del nuevo movimiento. florecían en veredas y barrios de todo el país, y también en las universidades y el mundo de la cultura.
Desde Cali un centenar de delegados y delegadas nos trasladábamos al congreso en buses en los que la alegría era desbordante, a pesar de la reciente tragedia del Palacio de Justicia, y de un hecho espantoso que estaba sucediendo: la tragedia de Armero, de la cual solo nos vinimos a enterar en la mañana del jueves en algún restaurante del Espinal donde paramos a desayunar.
El congreso fue exitoso, aunque sin la anunciada presencia de Jacobo Arenas. Las autoridades alertaron de un posible atentado.
No nos imaginamos entonces que la suerte del naciente movimiento estaba echada y que muy pronto vendría un torbellino de violencias y muertes inacabables, en lo que sería el mayor genocidio político en América Latina, superando las cifras de víctimas de las dictaduras del Cono Sur.
El Estado reconocerá su responsabilidad
Han pasado cuarenta años desde aquel congreso realizado en el Teatro Jorge Eliecer Gaitán los días 14, 15 y 16 de noviembre de 1985. Coincidencia de aniversarios con las tragedias del Palacio y de Armero. Cuatro décadas de terror y de espanto, de noticias diarias que nos golpeaban, de tercas resistencias y defensa de la vida.
Años de lucha contra la impunidad, el olvido y por la dignidad de las víctimas. Por fin hoy, un mandatario tendrá el coraje de pararse frente a las víctimas y pedir perdón, en acatamiento a la sentencia condenatoria proferida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Un ejemplo para el mundo
Ahora bien, que este acto de perdón se realice de cara a la comunidad internacional, resaltará el trabajo iniciado hace tres décadas por la Corporación Reiniciar, dirigida en aquellos años por la hoy Senadora Jahel Quiroga.
Pues, en 1993 Reiniciar y la UP decidieron buscar justicia en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, a la par que se impulsaba la organización de las víctimas y familiares. Recordamos hoy con especial cariño a la abogada Stella Aponte, fallecida en agosto de 2024, y quien mucho le aportó a este proceso.
La sentencia de la Corte Interamericana es categórica en señalar la motivación del genocidio, buscaba aniquilar a un grupo por sus posiciones políticas, y señala, además, el contexto regional latinoamericano golpeado por la aplicación de las estrategias norteamericanas de la seguridad nacional.
Fue un rechazo radical a la argumentación del gobierno Uribe que esgrimía espurias razones que justifican los hechos. Temerariamente lo sigue haciendo.
Cumplimientos e incumplimientos
Raúl Molano, abogado de Reiniciar, comenta que el nivel de cumplimiento de las medidas ordenadas por la Corte alcanza apenas un 20%, el pago de indemnizaciones es bajo y poca la difusión de la sentencia y de la ley que declaró el 11 de octubre como Día por la Dignidad de las víctimas del genocidio contra la UP. Se requiere un esfuerzo real del conjunto del gobierno para el cumplimiento de lo mandatado.
Hay expectativas por el reconocimiento estatal de responsabilidades, también por la solicitud a la JEP de que en el marco de la legislación nacional declare como genocidio, lo que para la Corte IDH solo fue un exterminio.
Por tal razón, en Santa Marta se reafirmará el compromiso militante de víctimas, familiares y sobrevivientes de ofrecer todo de si para avanzar con los cambios sociales por los que tantas y tantos entregaron sus vidas con inmensa generosidad.







