sábado, febrero 8, 2025
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El campesinado exige frenar la guerra

En menos de diez días se registran 49.021 víctimas de desplazamiento, 28.549 mil confinadas, gracias a la acción del ELN contra la población

María Galeano

“Nos encontramos por aquí, refugiados en una loma porque la situación del conflicto entre el ELN y las Farc se agudizo, van muchos muertos, han matado excombatientes, se han llevado retenidos, están entrando a las casas y sacan a todo el que haya, niños, mujeres, (…) Temo por mi vida, han ido a mi casa a buscarme cuatro veces, el ELN”, en un video grabado en medio de una loma en el Catatumbo, el 16 de enero, José del Carmen Abril, conocido cariñosamente como Carmito, le decía al país y a los organismos de DD.HH., que su vida corría peligro.

Su video se sumó a los que fueron grabados por la gente en los caseríos en donde se ve a varios hombres armados, con brazaletes del ELN ingresar a las casas de civiles, donde habitaban excombatientes o líderes sociales, para asesinarlos o retenerlos. Las cifras de muertos empezaban a crecer, las denuncias de personas desaparecidas y del desplazamiento de la ruralidad a las zonas urbanas del Catatumbo, se empezaron a sentir con fuerza. Ese 16 de enero, no se hizo una simple denuncia de unos hechos aislados de violencia, fue el inicio del éxodo campesino, del despojo y de la barbarie contra la población civil, a manos del ELN.

El campesinado del Catatumbo había vivido esa zozobra de la guerra cuando los grupos paramilitares en medio de reconfiguración territorial a sangre y fuego impulsada por el bloque Catatumbo de las AUC, y con el apoyo logístico del Ejército Nacional, en agosto de 1999, entraron a sangre y fuego arrasando con la población y dejando a su paso varias masacres y crímenes atroces.

Un relato necesario

Ocho días después de la denuncia en su video, José del Carmen, en exclusiva para el Voz, relata lo que ha sido el conflicto en su región, su rescate junto a 18 personas en un helicóptero, y la necesidad de la paz.

“Nosotros habíamos empezado una vida muy colectiva, después del desplazamiento por los paramilitares del Bloque Catatumbo comandado por Mancuso y Jorge 40 por los lados del Cesar el 9 de enero del 2002, y retornamos al Catatumbo el 19 de mayo del 2003, un retorno conducido por las comunidades. Era el gobierno de Álvaro Uribe Vélez”, 165 familias lograron volver a sus veredas, con el miedo latente, pero con la convicción de mantenerse en su tierra.

Años después las operaciones militares continuaron la guerra contra la población. Llegaban; “ametrallando mortalmente a las comunidades”, que también dejó una gran cantidad de personas desplazadas, pero sabíamos que era el Ejército, que eran los paramilitares, y que teníamos un Gobierno enemigo, y a pesar de eso, seguimos trabajando y salíamos a protestar” recuerda que, lo mismo ocurrió con el Gobierno de Santos, hubo represalias, pero también se habló de un acuerdo de paz, y con el tiempo, “¡se podía trabajar! En el Catatumbo empezamos a construir una vida nueva”.  

El terror de hoy y el rescate humanitario

Esa mañana del 16 de enero, un día lindo; “me fui sin ningún pensamiento malo porque los hombres de bien no tienen cerebro para hacerle maldad a la gente” recuerda que eran las nueve de la mañana “estaba haciendo una rosa, como decimos los campesinos, para sembrar el cultivo de yuca, plátano, maíz…”  cuando llegó un amigo, y “me dice; pilas que se prendieron y nos van a matar” con la voz de ese amigo en su mente, dice Carmito, tomó la decisión de salirse, su familia le informó que lo fueron a buscar a su casa, y emprendieron la huida.

Quienes conocen la región, saben que además de una zona selvática y espesa, cuyo bochorno puede ser desesperante, el Catatumbo también tiene sus zonas frías. Y, en medio de la huida, hacia adentro de las veredas del municipio de Convención; “nos tocó enfrentar lo duro la montaña y el frío”, durante toda la noche esperaron un posible rescate anunciado por las autoridades vía celular, luego de la denuncia en su video. La horrible noche los acompañó, hasta el amanecer del día 17 de enero; “amanecimos entre el agua porque estaba lloviendo. ¡Imagínate!”.

Y, como lo dicen coloquialmente los catatumberos con “la calor” de la sangre y el espíritu por salir adelante, ese día emprendieron hacia más arriba de la montaña. Y, “sobrevivimos a un enemigo que nos estaba buscando, a un fuerte frío y al agua que no es fácil, porque la vida nos brinda esperanza”.

¡El rescate llegó!, cuenta que quien lideró la operación tuvo la valentía de cortar la gruesa niebla para encontrar los calores humanos. “Hoy entiendo que, en una Colombia nueva, en un país donde hay esperanza de vivir, sí existen los grandes héroes de la patria, porque los héroes de la vida, no persiguen al ser humano sino lo protegen”.

A la fecha del cierre de esta edición, el reporte de los organismos de DD.HH. y de la gobernación de Norte de Santander, contaban; 638 evacuaciones helicoportadas, 49.021 personas registradas como víctimas de desplazamiento, 28.549 confinadas, 12 firmantes de paz desaparecidos. De las cifras de los desaparecidos y personas asesinas, no hay un reporte completo, pues las autoridades no han podido ingresar a la totalidad de la región. Entre las victimas hay líderes sociales, campesinos, comunales, comerciantes, y cuatro líderes de la Unión Patriótica, organización que fue víctima de un genocidio político en décadas anteriores, los cuatro líderes fueron sacados a la fuerza de sus lugares de trabajo y sus viviendas, uno fue asesinado, Carmelo Guerrero, dos fueron liberados y aún permanece desaparecido, el líder de Teorama, Álvaro Carrascal.

La paz para el Catatumbo

En medio de la aparente tranquilidad, por la salida de la región, comenta que; “Hoy se ve muy ensangrentado el Catatumbo. Del 16 para acá, se acabó la vida, se le arrastró una ola de sangre, es muy difícil de contar cuántos cadáveres habrá, porque no es un combate lo que hay, es un actor contra un pueblo indefenso, porque asesinar excombatientes, a la población civil, porque no comparten las mismas ideologías, es una situación macabra, una situación sin…” hace una pausa para respirar.  Y asegura que, si alguien lee esta historia en el mundo, se va preguntar; “Quién se estará beneficiando de esta masacre”.

Afirma que hay que mejorar la estrategia de paz un 100%. “Cuando se quiere la paz, se instala la mesa de diálogo, se habla con la sociedad civil, porque somos nosotros los que sabemos Qué es la paz. Pero cuando se habla de paz con hombres don sed de sangre, es imposible alcanzarla”.

 

Agradece al Gobierno, “porque, por primera vez tenemos un presidente que valora a los campesinos como sujetos de derechos. Y como sujeto de derechos les exigimos que mire de manera inmediata al campesinado que trabaja la tierra, a los niños y niñas que se preparan en los colegios y que tenían el sueño de llegar a la Universidad del Catatumbo”. Llama la atención sobre los recursos de la región, y pide; “no permitir que ninguna la Junta de Asociación Comunal lleven a cabo el desarrollo de esta universidad. Ni los alcaldes, ni personeros, ni los defensores del pueblo que hoy ayudan a que el Catatumbo sea masacrado”. La gente, insiste, quiere la paz, pero también, quiere garantías para vivir en su territorio, “esas garantías y esos derechos se construye con las comunidades”.

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