martes, abril 23, 2024
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El Brexit: Se rompe la credibilidad en la Unión Europea

Con el plebiscito celebrado en la Gran Bretaña, en donde se impusieron, por estrecho margen, las fuerzas separatistas, la Unión Europea pierde a la segunda economía de la región y al segundo país en población. La ultraderecha celebra y pierden los inmigrantes

Manifestación anti-Brexit en Londres, la semana pasada.
Manifestación anti-Brexit en Londres, la semana pasada.

Alberto Acevedo

No son pocos los observadores de la política internacional que coinciden en señalar que los resultados del referendo del pasado 23 de junio, en el que la Gran Bretaña se pronunció mayoritariamente por la salida de ese país de la Unión Europea, son el resultado de tendencias reaccionarias, de ultraderecha y xenófobas, que han recuperado la iniciativa política en el Reino Unido, pero se expresan también con éxito en otros países del mundo, desde Austria y Francia, hasta Argentina.

En el caso de Gran Bretaña, se impuso un discurso nacionalista, de señalamiento a los grupos inmigrantes residentes en el país, pero también contra potenciales nuevos visitantes, impulsado por fuerzas que reivindican el euroescepticismo y la ruptura con la Unión Europea.

Pero en honor a la verdad, todos los sectores xenófobos votaron por la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, pero no todos los que votaron por el sí, eran grupos xenófobos.

Desde la constitución de la Unión Europea, en muchos países miembros fue germinando un descontento entre las clases populares. Varios países de la comunidad debieron realizar referendos para aprobar una nueva constitución de la unión. En esas consultas, los trabajadores organizados votaron mayoritariamente en contra de la UE. En Francia, por ejemplo, el 79 por ciento de los trabajadores manuales votaron en contra, en Holanda, el 68 por ciento, en Luxemburgo, el 69 por ciento.

Sectores populares criticaron que la constitución de la UE fue un proyecto burocrático, por lo alto, entre los bosques de poder de la poderosa burguesía europea y de las grandes empresas transnacionales, sin contar con los intereses ni la opinión de los trabajadores y los pueblos de la eurozona.

Voto antiestablecimiento

En la Gran Bretaña, no pocos de estos sectores populares votaron por la salida de la Unión Europea, ya no por una posición nacionalista, sino en rechazo al modelo neoliberal y para expresar además un voto antiestablecimiento.

La imposición de estas políticas neoliberales llevaron a la devastación de regiones enteras de la Gran Bretaña, en las que las más representativas industrias fueron trasladadas al este de Europa, donde hay mano de obra barata y generando un enorme desempleo en el país británico. En forma paralela, los llamados gobiernos de la tercera vía, como el de Tony Blair, contrataban mano de obra inmigrante, por la mitad del salario y sin protección social, creando malestar entre los sectores laborales del país.

En estas condiciones, fue la Europa de las clases dominantes, burocrática y empresarial, la que recibió un golpe demoledor con el referendo del 23 de junio. Se resintió también la clase política británica que acompañó a Estados Unidos en sus aventuras militares intervencionistas en Siria, Libia e Irak, de la mano de la OTAN. Por cierto, el referendo plantea la salida de la Unión Europea, pero no la salida de la OTAN, con lo que Gran Bretaña permanecen en el escenario europeo como aliado principal de los intereses militaristas y expansionistas de los Estados Unidos.

Revisar el proyecto

De alguna manera, los gobiernos británicos y la Unión Europea como proyecto que en un principio se planteó como irreversible, recogen la cosecha de los amargos frutos sembrados.

En todo caso, el referendo británico y lo que representa para el bloque europeo, es un fenómeno complejo. Quienes más han celebrado, han sido los grupos ultraderechistas, como los representados por el señor Donald Trump en Estados Unidos y Marine Le Pen en Francia. Ciertamente, en varias regiones europeas estos sectores alientan referendos similares en sus países.

Lo cierto es que en la nueva etapa, si no crecen las manifestaciones por la permanencia en la Unión Europea, como se han visto en la última semana, tanto el Reino Unido como la UE deberán entrar a recomponer rápidamente sus relaciones. La UE ha perdido, de momento a su segunda economía y al segundo país en población. De esta manera se debilita un proyecto paneuropeo que no había alcanzado a consolidar su integración.

Pero será además la oportunidad de revisar un proyecto de integración, que nació como propuesta de cooperación económica, y que al incorporar al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, que se convirtieron en el verdadero gobierno del bloque, terminó siendo una iniciativa en manos de las grandes empresas transnacionales.

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