En Barranquilla bajo el liderazgo del Ministerio de Minas y Energía se celebró la Feria de Economías para la Vida, FEV, una apuesta del Gobierno para enfrentar el cambio climático e impulsar la transición energética
René Ayala B.
@reneayalab
La Feria debatió sobre el uso de las energías fósiles, además del agresivo cambio climático que mantiene una sequía inédita en el país, lo que los medios hegemónicos vociferan como amenaza permanente de un apagón ─que desean con devoción.
Las multinacionales en esta región donde se desarrolló el evento tienen el negocio de la energía eléctrica. Agobian con su abuso a millones de familias que deprimen sus ingresos debido al sobrecosto y pésimo servicio, además de la mediocre cobertura. Estas corporaciones someten a estas comunidades a la inclemencia del calor o el endeudamiento eterno.
El sol canicular, los vientos y el agua son parte del paisaje cotidiano de esta región y aún la generación de energía en este vasto territorio depende de las fluctuaciones del precio del gas.
Sin embargo, en medio de esta crisis, irrumpió una oportunidad de esperanza para abordar alternativas energéticas que rediman a este pueblo violentado por la avaricia del capital y lleno de posibilidades para transformar la matriz de energía y garantizar la democratización de la misma.
El Caribe y la acción climática
Barranquilla, la caótica y mágica metrópoli de contrastes, de fiesta y alegría, es la ciudad condenada a los designios de clanes que se han enriquecido con un desarrollo evidente pero a costa de la marginalidad de millones, allí en el corazón del Caribe colombiano, durante los días 2 al 4 de octubre, se desarrolló una de las actividades preparatorias de la COP16, la Feria de Economías para la vida, iniciativa impulsada por los ministerios de Minas y Energía, Ambiente, Agricultura, Hacienda, Comercio, Transporte y Ciencia.
Este evento tuvo además como protagonistas fundamentales a diferentes organizaciones sociales, campesinas, afros, indígenas y populares que impulsan propuestas y acciones para crear alternativas económicas basadas en la justicia social, la sostenibilidad y justicia ambiental y el fortalecimiento de las economías solidarias.
El certamen contó con la presencia de una plana mayor de invitados internacionales protagónicos en los debates frente a la energía y la democracia, entre los que destacaron la reconocida economista Mariana Mazzucato, el expresidente español Rodríguez Zapatero, entre otros. También participaron alcaldes y el gobernador del departamento del Atlántico Eduardo Verano de la Rosa ─de quien hay que reconocer que destacó más allá de las diferencias políticas.
La feria y sus debates visibilizó proyectos que promueven el uso de energías limpias, economías populares y negocios verdes. Además, fue sin duda un foro de debate lleno de propuestas transformadoras que se circunscriben en la dimensión de la agenda del Gobierno nacional y su desafío ambiental de la transición.
En el panel de instalación, la ministra de Ambiente y desarrollo sostenible, Susana Muhamad, subrayó el papel histórico del Caribe y de Barranquilla en la construcción de país, la entrada de la modernidad y la industrialización; presentó el portafolio para la transición socioecológica y la acción climática.
“El portafolio tiene un pilar muy importante de integración regional y equidad social, por eso la transición energética tiene el apellido de justa, se debe construir con los actores del territorio, debe ser un portafolio que regenere los lazos entre las comunidades, para impulsar una articulación para superar las brechas sociales, donde actuemos colectivamente, los cambios son con toda la sociedad o no serán”, indicó la ministra.
Un portafolio transformador
El portafolio proyecta una inversión de 40.000 millones de dólares y busca crear la primera cámara gremial público-privada de la bioeconomía, un ecosistema que aportaría el tres por ciento del PIB nacional, además de permitir avanzar hacia una transición energética justa, inclusiva y regenerativa, así lo sostuvo la ministra de Ambiente, quien también preside la COP16 que se realizará en los próximos días en Cali.
Sobre el impacto y trascendencia de esta propuesta, el ministro de Minas y energía, Andrés Camacho, señaló: “En este portafolio de país y de transformación que estamos presentando, estamos articulados como Gobierno para dar los pasos que garanticen el consenso social para la transformación que necesitamos y aquí están reunidas las piezas para esa transformación”.
El debate se centró sobre los retos del país frente a una realidad que no da espera, la ruptura del sistema andino con la Amazonía por la deforestación estimulada por el modelo latifundista de tenencia de la tierra que depreda bosques para la ganadería extensiva o la gran minería extractiva, afecta el equilibrio climático del país. Las ciudades como la capital están abocadas a un racionamiento nunca visto y las fuentes de agua que abastecen grandes urbes siguen bajo amenaza, lo que obliga a impulsar acciones concretas y decididas que aceleren la transición.
“Estamos enfrentando las consecuencias de la crisis climática. Nos aproximamos rápidamente a que este sea el año más caluroso de la historia desde que hay registro, con las consecuencias para países como el nuestro, que no tienen las grandes responsabilidades sobre las emisiones de gases efecto invernadero.
»Es un fenómeno con consecuencias en el país y como Gobierno y sociedad nos corresponde tomar medidas y adaptarnos, sobre todo, construyendo soluciones donde la transición energética es fundamental”, precisó el ministro de Energía.
Bioeconomía o barbarie
Un eje clave de la feria fue la consolidación del concepto de la bioeconomía, las “economías para la vida” como respuesta al modelo basado en la sobreexplotación de los recursos y las comunidades más vulnerables promoviendo la acumulación que condena al planeta y la especie humana en riesgo latente de su extinción.
Las experiencias de la ruralidad y los entornos urbanos, sociales y académicos, saberes ancestrales y nuevas propuestas confluyeron en la Feria para repensar el modelo económico basado en la economía extractiva y sustentado en la matriz energética fósil.
En el acto de clausura, el presidente Gustavo Petro abordó a profundidad esta discusión, al plantear en contraposición el impulso de economías que fortalezcan las dinámicas productivas locales, las prácticas agrícolas sostenibles y los sistemas de producción y consumo que respeten la naturaleza y los derechos sociales, económicos y humanos.
El presidente destacó tres pilares para la transición: energía, transporte y producción. Su tesis, que abre la polémica, pero ante todo reflexiones, invita a adelantar cambios radicales en los próximos diez años o no “habrá tiempo”. Nuestra economía debe ser ante todo una respuesta a su antítesis, la economía de la muerte, que ha sido la dominante.
Sobre ello, Petro no se va en medias tintas: “No se puede vivir ni del gas, ni del petróleo, ni del carbón, pero hay que vivir. Y vivir significa no carbón, no petróleo, no gas en diez años”, sentenció el presidente. En nosotros y nuestras acciones está la respuesta, bioeconomía y humanidad, o hegemonía de explotación, contaminación, guerra y barbarie.