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Domingo Biojó, el guerrillero de las bananeras

Quince años después, la familia biológica y social pudo despedir a Sixto Antonio Cabana, dirigente popular del Caribe colombiano y uno de los principales referentes ideológicos de las antiguas Farc-EP

Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos

Sixto Antonio Cabana Guillen descansa en paz, pero Domingo Biojó sigue más vivo que nunca. Para comprender esta historia de la trashumancia guerrillera hay que escuchar El último embaucador, ese vallenato compuesto por Santander Durán, que “el negro” amó y que siempre lo identificó como un orgulloso heredero de la rebeldía bananera.

Por eso, el acordeón de Ismael Rudas y la voz de Daniel Celedón sonaron una y otra vez, tanto en el homenaje rendido en el centro poblado ‘Mariana Páez’, así como en la entrega digna y posterior despedida en el cementerio de Acacias, Meta.

“¡Hasta siempre, Biojó!”, susurró alguien en medio de una multitud de personas que empuñaban varias rosas rojas.

Un crimen de guerra

En septiembre de 2010, fue el mismo presidente Juan Manuel Santos quién confirmó la muerte de Domingo Biojó y de otros 21 integrantes del Frente 48 de las Farc en zona rural de San Martín, Putumayo. Entre estas personas se encontraba también ‘Lucero Palmera’, compañera sentimental del guerrillero Simón Trinidad.

Lo que omitió en ese momento el ahora Nobel de Paz, es que en el bombardeo también había caído asesinada Alix Farela, la hija menor de edad de Simón Trinidad, quien había sido infiltrada y usada para dar con la ubicación del campamento guerrillero. “Es un crimen de guerra”, fue la denuncia hecha en aquella época por el director de VOZ, Carlos Lozano Guillén.

La propaganda del golpe militar al Bloque Sur de las Farc se concentró en Biojó, al ser este un objetivo “de alto valor” por su perfil político e ideológico al interior del grupo insurgente. Sin embargo, desde ese remoto mes del año 2010 el cuerpo del guerrillero se encontraba desaparecido.

Hijo de las bananeras

El país conocía muy poco sobre Domingo Biojó. Así lo evidencia las escuetas notas periodísticas con motivo de su muerte, donde resaltan tan solo su papel como integrante de la comisión temática de las Farc en los diálogos de paz en el Caguán.

Sixto era hijo de las bananeras. De acuerdo a Robert Muñoz Cabana, sobrino del guerrillero y actual líder social, el abuelo de Biojó, quien también se llamaba Sixto, fue dirigente de los trabajadores explotados en las plantaciones y había participado en la movilización popular que terminó en la fatídica masacre de diciembre de 1928.

Esa doble herencia de resistencia, como hijo de un pueblo negro y rebelde, llevó a que el joven Sixto encontrará en Santa Marta la militancia política. Era la mitad de la década de los ochenta. “Mi tío siempre dijo que el deber de todo esclavo es liberar su vida. Quizás por eso, se unió al Partido Comunista Colombiano y eligió el camino de un revolucionario”, dice Robert con un inconfundible acento costeño.

Su paso por la capital del Magdalena fue corto. Regresó a la zona bananera, pero esta vez con el objetivo de organizar al campesinado y mejorar su calidad de vida. Por ejemplo, el acueducto comunal del corregimiento de Orihueca hoy existe gracias a su iniciativa. Eran las épocas de la Unión Patriótica y Sixto salió elegido en 1990 como concejal de Ciénaga.

La vida guerrillera

Todas las voces coinciden en que Cabana opto por la lucha armada porque no tenía otra salida. Un incidente, del que existen varias versiones, terminó llevándolo a la cárcel por cerca de cuatro años, acusándolo de ser un guerrillero que organizaba al campesinado.

Recuperada la libertad, se convirtió en Domingo Biojó, en homenaje al rey negro que sublevó a los esclavos en el siglo XVII. Se unió al Frente 19 de las Farc y aunque en su vida militante se había dedicado al trabajo de masas, la estructura guerrillera rápidamente lo fue convirtiendo en un referente ideológico de la organización armada

Finalizando la década de los noventa, terminó como cuadro destacado en el Caguán para acompañar a la comisión temática, equipo de las Farc que lideró múltiples audiencias públicas con la sociedad civil para buscar la paz. “No imponía nada, también escuchaba con atención, respondía con talento y compartía inquietudes. Apenas terminaba con un grupo y ya se estaba buscando otro”, recuerda Gabriel Ángel, integrante de ese equipo temático.

De hecho, el también firmante de paz y actual director del Centro de Pensamiento y Diálogo Político, Cedipo, recuperó para el homenaje la ponencia de Domingo Biojó, escrita de su puño letra para el encuentro que tuvieron las comunidades negras en el Caguán. “La discriminación racial, como fenómeno cultural, estimulado desde el propio Estado, no terminará hasta que no termine la discriminación social”, se lee en el documento.

El amor a la revolución

Los cuatro hijos de Sixto terminaron uniéndose a la causa revolucionaria, quienes no solo llegaron voluntariamente a las Farc, sino que también adoptaron para la guerra el apellido Biojó, cuidadosamente elegido por su padre.

Arley Biojó recuerda que un día cualquiera en las selvas del Guaviare, le preguntó si era cierto el mito que Sixto era guerrillero por un amor no correspondido. “Viejo man, en mi vida he tenido dos amores. Primero el amor a la revolución y en segundo lugar el amor a mis hijos”, le respondió.

Precisamente fue ese amor el que llevó a que en 2019 su familia, biológica y social, emprendieran la búsqueda del cuerpo desaparecido. Y así se logró identificar y recuperar los restos del guerrillero, gracias al Acuerdo de Paz y al trabajo coordinado entre la Corporación Humanitaria Reencuentros y la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas.

“Todas las personas merecen ser buscadas y encontradas”, dice con fuerza Yaritza Paniagua, firmante de paz e integrante de Reencuentros. Para la buscadora, casos como el Domingo Biojó ratifican la importancia de la labor humanitaria, “porque de una u otra forma la búsqueda repara y sana las heridas de esta guerra que ha dejado tantas víctimas”.

La historia dirá que este acto de amor revolucionario fue un sábado 17 de mayo de 2025. Y que quince años después, entre vallenatos, anécdotas y recuerdos, los hijos e hijas de Manuel Marulanda Vélez pudieron despedir con dignidad al entrañable “negro Biojó”, al guerrillero heroico de las bananeras.

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