El 6 de abril de 2025 el periodista Anas Jamal Al-Sharif escribió un texto que se convirtió en su testamento, al estar consciente de su inminente asesinato por parte del Ejército israelí
Redacción DD. HH.
Este 10 de agosto se ejecutó esta criminal sentencia, impuesta por el hecho de defender un periodismo comprometido con la defensa de la libertad y soberanía del pueblo palestino.
En un ataque dirigido a la tienda de campaña, en la entrada del hospital de al -Shifa, Israel asesinó a todo el equipo del medio de comunicación Al Jazeera en Gaza, incluyendo a los periodistas Anas Al Sharif y Mohammad Qreiqe.
Junto con Anas Al Sharif, cayeron también Mohamed Qraiqea, periodistas de Al Jazeera; los fotoperiodistas Ibrahim Zaher y Moamen Aliwa; el asistente del fotoperiodista Mohamed Nofal, y Al Khalidi, todos periodistas de Al Jazeera.
“Les insto a no dejar que las cadenas los silencien ni que las fronteras los limiten. Sean puentes hacia la liberación de la tierra y su gente, hasta que el sol de la dignidad y la libertad se levante sobre nuestra patria arrebatada. Les encomiendo el cuidado de mi familia”, fue el último mensaje de Anas Al Sharif al mundo.
Como homenaje a los mártires periodistas de Palestina publicamos el testamento de Anas Al Sharif.
El testamento

“Este es mi testamento y mi último mensaje. Si estas palabras les llegan, sepan que Israel ha logrado matarme y silenciar mi voz. Al principio, paz, misericordia y bendiciones de Dios para ustedes.
Dios sabe que he puesto todo mi esfuerzo y fuerza para ser un apoyo y una voz para mi pueblo, desde que abrí los ojos a la vida en los callejones y barrios del campamento de refugiados de Jabalia, y mi esperanza era que Dios prolongara mi vida para regresar con mi familia y seres queridos a nuestra ciudad original Ascalón ocupada Al-Majdal, pero la voluntad de Dios fue más rápida y su juicio es irrevocable.
He vivido el dolor en todos sus detalles, he probado el sufrimiento y la pérdida muchas veces, y a pesar de eso nunca he dejado de transmitir la verdad tal como es, sin falsificación ni distorsión, esperando que Dios sea testigo de quienes guardaron silencio, de quienes aceptaron nuestro asesinato, de quienes sitiaron nuestro aliento y no movieron en sus corazones los restos de nuestros niños y mujeres, ni detuvieron la masacre que nuestro pueblo sufre desde hace más de un año y medio.
El latido del corazón
Les encomiendo Palestina, la joya de la corona de los musulmanes, y el latido del corazón de todo hombre libre en este mundo.
Les encomiendo a su gente, y a sus niños inocentes y oprimidos, que no tuvieron tiempo de soñar ni vivir en seguridad y paz, porque sus cuerpos puros fueron aplastados por miles de toneladas de bombas y misiles israelíes, destrozados y sus restos esparcidos por las paredes.
Les encomiendo que no permitan que las cadenas los silencien, ni que las fronteras los detengan, y sean puentes hacia la liberación de la tierra y de la gente, hasta que el sol de la dignidad y la libertad brille sobre nuestra tierra usurpada.
Les encomiendo a mi familia con lo mejor, les encomiendo a la luz de mis ojos, mi querida hija Sham, a quien los días no me permitieron ver crecer como soñaba.
Y les encomiendo a mi querido hijo Salah, a quien deseaba ser un apoyo y compañero de camino hasta que se fortaleciera, para que cargara mi preocupación y continuara el mensaje.
Les encomiendo a mi amada madre, cuya bendición y oración me llevaron a donde estoy, y sus oraciones fueron mi fortaleza y su luz mi camino. Pido a Dios que le dé consuelo y la recompense con lo mejor por mí.
Como el olivo
También les encomiendo a mi compañera de vida, mi amada esposa Umm Salah Bayan, a quien la guerra nos separó por largos días y meses, pero ella permaneció fiel, firme como un tronco de olivo que no se dobla, paciente y confiada, llevando la responsabilidad en mi ausencia con toda fuerza y fe.
Les encomiendo que se unan a su alrededor y sean su apoyo después de Dios Todopoderoso.
Si muero, moriré firme en el principio, y doy testimonio a Dios que estoy satisfecho con su decreto, creyente en su encuentro, y seguro de que lo que hay con Dios es mejor y más duradero.
Oh Dios, acéptame entre los mártires, perdóname mis pecados pasados y futuros, y haz que mi sangre sea una luz que ilumine el camino hacia la libertad para mi pueblo y mi familia.
Perdónenme si he fallado, y recen por mí con misericordia, porque he cumplido el pacto, sin cambiar ni alterar.
No olviden Gaza…Y no me olviden en sus oraciones sinceras por perdón y aceptación”.