La reunión ha provocado numerosas reacciones que muestran lo trascendente del encuentro entre los dos líderes mundiales. El enviado especial de la presidencia de Estados Unidos, Steve Witkoff, que formó parte de la delegación estadounidense en Alaska, valoró como ‘épico’ el resultado alcanzado
Ricardo Arenales
Calificada por reconocidos analistas como ‘histórica’, la cumbre del pasado 15 de agosto entre los presidentes de Estados Unidos y Rusia, Donald Trump y Vladimir Putin, consiguió como un primer resultado poner el tema de la paz en Ucrania en la agenda del mundo. Demostró que el gobierno de Putin, pese a las sanciones impuestas por Estados Unidos y sus aliados de la Unión Europea no estaba aislado en el concierto internacional, a pesar de que la prensa corporativa se empeña, aun ahora, en afirmar lo contrario.
El pragmatismo de la actual administración norteamericana mostró que Putin era el interlocutor válido para iniciar conversaciones encaminadas a un acuerdo de paz definitivo en el conflicto ucraniano y, más que eso, Estados Unidos y Rusia eran los actores principales, y no el señor Zelenski, apenas una ficha en el ajedrez de las grandes potencias. Y siendo Rusia el país agredido, y Estados Unidos y la OTAN los agresores, los dos bandos eran los indicados para sentarse en la mesa de negociaciones si querían poner fin al conflicto.
La cumbre de Alaska provocó otro resultado inmediato: la segunda cumbre, realizada el lunes 18 de agosto, que reunió a los presidentes Trump y Zelenski, quien fue escoltado por siete líderes de la Unión Europea y la OTAN, que venían reclamando se les incluyera como interlocutores válidos en el tema ucraniano, más si se tiene en cuenta que ha sido la UE la que ha venido alimentando la guerra en las últimas semanas brindando ayuda material, financiera y en armamento al régimen ucraniano.
Resultado épico
Esta reunión, puso en evidencia además el papel de la Unión Europea, que paradójicamente aparece hoy más comprometida que el propio Estados Unidos en su idea de apoyar al régimen de Zelenski, en la idea utópica de que más temprano que tarde lograrán derrotar y aislar militar y económicamente a Rusia. Más papistas que el papa, como dice el dicho popular, pues siendo Washington quien atizó el conflicto ucraniano bajo la anterior administración demócrata, hoy Trump reconoce que tal aventura fue un error, que ha significado un desangre para la economía americana, y que la guerra no representa ninguna posibilidad de éxito para el régimen ucraniano.
En este contexto, la cumbre ha provocado numerosas reacciones que muestran lo trascendente del encuentro entre los dos líderes mundiales. El enviado especial de la presidencia de Estados Unidos, Steve Witkoff, que formó parte de la delegación estadounidense en Alaska, calificó de ‘épico’ el resultado alcanzado.
“Tuve seis reuniones separadas con el presidente Putin antes de esto y pensé que habíamos tenido cierto éxito. Pero esto fue épico, lo que logramos”, expresó el comisionado. En este sentido, Witkoff indicó que los logros alcanzados fueron incluso mayores de lo esperado. “Creo que hicimos lo que debíamos hacer mejor de lo que la gente estimaba que lo haríamos”, precisó.
Primero lo político
Como la terminación del conflicto en Ucrania no se produjo en las primeras 24 horas de gobierno de Trump, como lo indicó en sus discursos de campaña, y tampoco en las negociaciones de Alaska, y menos en la cumbre del lunes con Zelenski, es conveniente tomar en cuenta las declaraciones del ministro ruso de Finanzas, Antón Siluánov, también asistente a la reunión de Alaska: “La parte rusa espera lo mejor” y destacó que lo más importante es discutir (primero) los temas políticos. “Lo principal es resolver las cuestiones en el ámbito político, y la economía la discutiremos sin falta”, puntualizó Siluánov.
El presidente Donald Trump, por su parte, calificó la reunión como “un gran encuentro” y acusó a su predecesor, Joe Biden, de permitir que la crisis ucraniana escalara. Con la misma vehemencia criticó a los medios de comunicación que descalifican la cumbre de Alaska.
De la parte rusa, el vocero presidencial Dmitri Peskov se refirió a que el tiempo para preparar la reunión de Alaska fue excepcionalmente corto, pero finalmente lograron un resultado ‘inusual’.
“Al mismo tiempo, el presidente Trump está demostrando un enfoque inusual para resolver los problemas más difíciles, algo muy apreciado por Moscú y el presidente Putin. El presidente Putin siempre repite que, para nosotros, es preferible resolver el conflicto político ucraniano por la vía diplomática. Vemos la voluntad política mutua de ambos presidentes para resolver estos problemas mediante el diálogo. Esto es muy positivo”, puntualizó Peskov.
El balón está en Ucrania
Como ha sido ampliamente destacado por la prensa occidental, el mandatario norteamericano tras la cumbre de Alaska, llamó a los principales aliados europeos, a los líderes de la OTAN y al gobernante ucraniano, Volodímir Zelenski, a quien invitó a la Casa Blanca para adelantar una estrategia de entendimiento con la parte rusa con miras a ponerle fin al conflicto.
Zelenski acudió a varios gobernantes europeos en la idea de rodearse de un amplio respaldo del viejo continente, que ya no es tan real, ante el desarrollo de los acontecimientos, pero con la estrategia no declarada de intentar acorralar a Trump, y tras la idea de garantizar el máximo de medidas de seguridad para Ucrania, mantener una fuerte presencia militar y de suministro de armas, vale decir, privilegiar la política de guerra en momentos en que se hacen esfuerzos supremos por alcanzar la paz.
Concluida la cita en Washington, la Casa Blanca informó que en un plazo estimado de dos o tres semanas habría un pronunciamiento definitorio de la actual crisis ucraniana, y que, de momento el balón está en manos de Zelenski.