El término significa estar consciente de cuestiones sociales y políticas, luchando contra privilegios y promoviendo la igualdad; aunque también, adquiere un tono peyorativo, asociado a la imposición de valores progresistas
Manuel Antonio Velandia Mora
Ser woke puede interpretarse de maneras diferentes dependiendo de quién lo defina, porque lo woke no es un movimiento en el sentido tradicional del término, y aun cuando se le asocie no necesariamente se relaciona con lo LGBT. Veamos un poco de la historia.
Según Kenan Malik (Not So Black and White, 2023), el primer uso registrado de la frase «Stay woke» («mantente despierto») fue en 1938 en la canción del gran cantante de blues Lead Belly, titulada «Scottsboro Boys», dedicada a nueve adolescentes negros cuyas ejecuciones, por unas violaciones que nunca cometieron, se consiguieron impedir tras años de protestas internacionales dirigidas por el Partido Comunista. Woke se convirtió así en un grito de guerra para atacar a cualquiera que se opusiera al racismo.
«Stay woke», en el inglés afro estadounidense vernáculo, se refería a la conciencia de los problemas sociales y políticos que afectaban a las personas afroamericanas, especialmente de los prejuicios raciales y la discriminación. Posteriormente, el «mantente despierto» llegó a abarcar conciencia de otras cuestiones de desigualdad social, por ejemplo, en lo relacionado con el género y la orientación sexual.
Los mismos argumentos
Tanto para la derecha como para la izquierda anti-woke existen unos enemigos claros: grupos y organizaciones de los sectores sociales LGBT, grupos anti-racistas, grupos indigenistas, migrantes económicos, entre otros.
Cada vez en más frecuente, en especial en lo que va corrido el 2025, escuchar argumentos de la derecha en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo, de leyes a favor de la discriminación con base en la orientación sexual y/o las identidades de género no binarias, e incluso en oposición a los tránsitos identitarios de género y cuerpo desde perspectivas binarias; más recientemente, la fuerza ha caído sobre personas inmigrantes y refugiadas.
Todo ello sucede en modelos que dicen ser democráticos y se soportan en principios ideológicos supremacistas blancos y en el estatuto moral y ontológico de la normalidad y lo natural con relación a la diversidad sexual y de género, así las evidencias científicas demuestren lo contrario.
Por el lado de la izquierda, afirma Sebastián Collado, el “wokismo” parece ser culpable de la desintegración de sus verdaderos valores, llevándola a la parálisis política que hoy afecta algunos sectores.
Extrañamente los argumentos de las izquierdas recalcitrantes son los mismos de las extremas derechas; en palabras de Collado, “el deseo de retornar a un pasado donde todo fue mejor: un pasado más sencillo, más claro y menos diverso”. La que se antoja peligrosa es la lucha por la igualdad, por ser tratados como semejantes al resto de la humanidad.
Otra acepción
Para quienes no se ubican en posiciones tan radicales, lo woke significa estar consciente de cuestiones sociales y políticas, luchando contra privilegios injustos y promoviendo la igualdad.
Al mismo tiempo, para otros, el término adquiere un tono peyorativo, asociado a la imposición de valores progresistas y a la práctica de la llamada «cultura de la cancelación».
En 2017, el diccionario Oxford agregó una nueva acepción a «woke», definiéndolo como: «Estar consciente de temas sociales y políticos, en especial el racismo». Ya para 2020, algo que es mucho más fuerte en este 2025, los sectores conservadores y ultraconservadores de derecha y extrema derecha, en especial en occidente, se ha utilizado de manera despectiva el término woke, como una forma de denominar y atacar a varios movimientos e ideologías progresistas o de izquierda que son percibidos por ellos como “demasiado rabiosos, recalcitrantes o subversivos”.
En noviembre de 2022, BBC News Mundo afirmó: «Esta palabra a menudo se usa con desaprobación por parte de personas que piensan que otras personas se molestan con demasiada facilidad por estos temas, o hablan demasiado sobre ellos de una manera que no cambia nada».
Diversos usos
Mas recientemente en Colombia, la palabra «woke«, (pasado de «wake», que significa despertar) se está usando, sin la carga de desaprobación, por personas que se consideran a sí mismas como “extremas”, que no es lo mismo que “extremistas”, entendiendo el término como algo positivo.
Lo que no puede olvidarse es que su uso depende de a quién se le pregunte; así como hay gente que con mucho orgullo se autodefine como «woke«, porque está alerta a la discriminación y la injusticia, es tener conciencia social y racial, y cuestionar los paradigmas y las normas opresoras impuestas históricamente por la sociedad; hay muchos otros seres que utilizan el adjetivo como un insulto porque para describe a hipócritas que se creen moralmente superiores y quieren imponer sus ideas progresistas sobre el resto. En estos momentos Donald Trump y Javier Milei encabezan las críticas a la «cultura woke«.
No me siento woke. Creo que es importante comprender que nuestras luchas no pueden asociarse exclusivamente a la izquierda, porque no solo en este lado de lo político hay personas de los sectores sociales LGTB y de la diversidad de géneros y cuerpos, es todos los sectores políticos hay víctimas de la LGBT-fobia, personas no normativas en el género y/o el cuerpo, seres vulnerados en su derecho a la salud y la educación, afectadas por la pobreza absoluta, personas que no llegan a fin de mes con sus pensiones o afectadas por el racismo, la xenofobia o la aporofobia.
Miedo al fascismo
Ni siquiera es un tema de las heterosexualidades, porque la heterosexualidad es igualmente diversa. El mundo no se divide entre heterosexuales y “no heterosexuales”; este último es un invento chimbo de quienes se niegan a aceptar el amplio espectro de las diversidades sexuales.
Ninguna vivencia ni modelo de la sexualidad está perfectamente blindado, las categorías identitarias son tan solo una aproximación a la comprensión de lo que nos sucede como seres sexuados.
Tengo amistades que sufrieron de LGfobia porque algunas personas las identificaron “demasiado” femeninas o masculinas y eso las convirtió en víctimas del bullying.
Nos es común el miedo a los modelos fascistas; a todas las personas debería interesarnos el bien común y no precisamente el “sentido común”, como bien lo expresara y pretende de forma poco cabal, una abanderada del tema.