jueves, mayo 22, 2025
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Coherencia entre hablar y actuar

Ha muerto el labriego de ideas, del surco y de la chakra, el que un día aprendió a sembrar semillas de esperanza

Jorge A. Castiblanco

Militante de las ideas, de la palabra llena de contenido y sustancia, aquella que perdura y se convierte en legado para los tiempos venideros.

Su madre, Lucy Cordano, le enseño a cultivar las flores para poder subsistir. Aprendió cada paso del cultivo del jardín, comprendiendo que la naturaleza es fundamental para la vida humana porque es parte de ella. A esta forma de entender la naturaleza, le sumó la forma de sentir la vida, y sus palabras sellan su manera de entender la política. Son esas palabras las que recordamos en este breve escrito sobre el líder uruguayo.

“No es que la economía no tenga importancia, pero el hombre alguna vez debe hacerse estas preguntas: ¿A dónde va la humanidad?, ¿cuál es el futuro?, ¿cuál es la responsabilidad con la vida? La vida humana es casi un milagro en el enorme silencio mineral del universo”.

A partir de sus propias penurias, del sufrimiento de los pobres del campo, el movimiento obrero y la ayuda indiscutible del conocimiento del pensamiento socialista, Pepe Mujica tomó partido por los humildes, los desposeídos y los perseguidos, y se unió al movimiento socialista.

Allí se estaba pensando en el futuro de Uruguay, en cómo llevar adelante una revolución para acabar la hegemonía de unos terratenientes retardatarios y feudales, cuya economía se sustentaba básicamente en una ganadería extensiva y latifundista. Una burocracia político-estatal, entremezclada y comprometida con los grupos dominantes, acabó con la “Suiza de América” de principio del siglo veinte.

“No miro hacia atrás porque el hoy real nació en las cenizas fértiles del ayer. Por el contrario, no vivo para cobrar cuentas o reverberar recuerdos. Me angustia, y de qué manera, el porvenir que no veré, y por el que me comprometo. Sí, es posible un mundo con una humanidad mejor, pero tal vez hoy la primera tarea sea cuidar la vida”.

Se crean los escuadrones de la muerte para acabar con los líderes y luchadores que deseaban un Uruguay próspero democrático y más igualitario. Nos situamos en la década de 1960 marcada por un proceso de gran deterioro económico y, por lo tanto, social, con un notable aumento de la conflictividad y búsqueda de alternativas. En ese contexto surgió el movimiento Tupamaros, guerrilla urbana para la defensa de los movimientos obreros y políticos. Y, por supuesto, nuestro Pepe Mojica se unió a ella.

El movimiento Tupamaros se enfrentó al régimen y su dictadura. La represión estatal fue feroz. Mujica fue capturado tras recibir seis disparos, uno de los cuales le destrozó el bazo. Fue encarcelado en cuatro ocasiones y, en dos oportunidades, logró fugarse de la cárcel montevideana de Punta Carretas.

Sometido a condiciones brutales ─aislamiento extremo, encierro subterráneo, interrogatorios constantes─, Mujica fue uno de los llamados “rehenes” del régimen militar uruguayo: prisioneros usados como moneda de cambio, bajo amenaza de ser ejecutados si su organización retomaba las acciones armadas. En total, Mujica pasó casi quince años de su vida en prisión. Su último período de detención duró trece años, entre 1972 y 1985.

“Triunfar en la vida no es ganar. Triunfar en la vida es levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae”.

Si queremos heredar algo del Pepe Mujica, es derrotar el odio y el sectarismo, que podamos dialogar con los indiferentes y oponentes, que la guerra no es a muerte. La muerte engendra más muerte y mil muertes más.

“Hace décadas que no cultivo el odio en mi jardín. El odio, en última instancia, nos vuelve estúpidos porque nos hace perder la objetividad ante las cosas. El odio es ciego como el amor, pero el amor es creativo, y el odio nos destruye”.

En su itinerario cambia el concepto y sentido de las palabras: “Pobres son los que quieren más, los que no les alcanza nada. Esos son pobres, porque se meten en una carrera infinita. Entonces no les va a dar el tiempo de la vida”. La riqueza no está en la acumulación de capital, sino en la grandeza del ser humano ante sus congéneres, en la acumulación de conocimiento y valores artísticos, en ser niños un día sí y otro también.

Él mismo lo decía: “Van a envejecer y van a tener arrugas, y un día se van a mirar en el espejo y tendrán que preguntarse, ese día, si traicionaron al niño que tenían adentro”.

Por su parte, Pepe Mojica también nos recordaba que “Una de las desgracias de la política es haber abandonado el campo de la filosofía y haberse transformado demasiado en un recetario meramente económico”.

Esta reflexión es una invitación crítica a mirar mejor el mundo; sí, muchas veces hay que tomar distancia, consideraciones y repensar lo que estamos haciendo o pensamos hacer. En la política, como en las ciencias, no hay verdades eternas, incambiables ni modificables, el río sigue su cause aguas abajo.

Esta reflexión es una invitación critica que nos debe dar llevar a ver mejor el mundo; si, muchas veces hay que tomar distancia, consideraciones y repensar lo que estamos haciendo o pensamos hacer. En la política como en las ciencias no hay verdades eternas, incambiables ni modificables, el rio sigue su cause aguas abajo.

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