José R. Llanos
La revista Semana acaba de denunciar una acción del Ejército Nacional que constituye la más aberrante actividad de esa institución contra el proceso de paz que se desarrolla en La Habana. El espionaje montado por el Centro de Inteligencia del Ejército Nacional coloca al presidente Juan Manuel Santos en la misma posición del ex presidente Belisario Betancur, quien fue depuesto por los generales de la República.
En el caso del ejecutivo conservador en los momentos críticos de la toma del Palacio de Justicia, coyuntura en que el ministro Rafael Samudio, asumió la dirección de las acciones terroristas de las fuerzas armadas en la retoma.
La denuncia de Semana demuestra que hay en el Ejército Nacional un gobierno paralelo al de Juan Manuel Santos. En las barbas del ministro Juan Carlos Pinzón, han montado un dispositivo de espionaje ejecutado por oficiales de alta jerarquía, que atenta contra el proceso de paz y que proporciona información a los enemigos comprometidos con la prolongación de la guerra.
Desde allí, se sabotea la política oficial de paz del Presidente de la República. La debilidad -por no llamarla cobardía- de Juan Manuel Santos, le impide cambiar al ministro traidor y guerrerista. Aun cuando el presidente no lo reconozca, la inamovilidad de Juan Carlos Pinzón demuestra el reverencial temor de Juan Manuel Santos ante el ex presidente Álvaro Uribe.
La dignidad de la República, el decoro del Presidente, le necesidad personal e institucional de no pasar a la historia como un gobernante pusilánime que no estuvo a la altura del reto que le está planteando al extrema derecha colombiana al lograr infiltrar en su gabinete un quintacolumnista que diseña y ejecuta una política diferente a la oficial.
Urge la destitución inmediata del ministro Juan Carlos Pinzón para rescatar el prestigio de la nación, evitar el escarnio y la burla del país ante la opinión de Latinoamérica.
