Después de varias semanas de tensas negociaciones financieras entre el gobierno chipriota y los representantes de la llamada troika europea (Comisión Europea, Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional), éstos impusieron al pueblo chipriota una durísima fórmula, más severa que la inicialmente planteada, para garantizar que la banca internacional aporte una suma que oscila entre los diez mil millones de euros, que de todas maneras no conseguirá sacar al país de la crisis en que se encuentra y por el contrario, amenaza con “consecuencias impredecibles” para el resto del continente.

El acuerdo plantea que sólo los ahorradores que tengan depositadas sumas inferiores a cien mil euros serán respetados, Los que superen esa suma deberán aportar una “quita”, que significa que la banca chipriota se apropia, de buenas a primeras, de una parte de los depósitos de los ahorradores, para solventar la crisis de la banca de ese país.
Por consiguiente, quien tenga depósitos en dos de los principales bancos del país, pagará el doble. Quienes deseen hacer retiros vía cajeros automáticos no podrán retirar más de 100 euros por día y hasta tres mil por mes.
Quienes deseen viajar al exterior deberán limitar considerablemente la cantidad de dinero que se les permite llevar y las mismas restricciones se aplicarán a los giros al exterior.
Los términos de la negociación que se impuso a Chipre fueron humillantes. En un momento dado, los representantes de la troika le dijeron al presidente Nikos Anastasiades: “o acepta, o se va del cargo”. En todo caso, el conjunto de medidas impuestas a la pequeña isla han dejado un sabor de amargura en el resto de Europa ante los niveles de sometimiento impuestos a los gobiernos y el enorme costo social de las medidas, pues serán los trabajadores quienes soporten la mayor carga de una crisis que no han causado.