domingo, julio 7, 2024
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Bolivia: la sombra del golpe no se disipa

La tirantez que ha existido en los últimos meses entre el expresidente Evo Morales y Luis Arce también ha facilitado la desunión de las fuerzas progresistas y oportunidades para que la derecha se sienta con motivos para hacerse con el poder

Alberto Acevedo

“¡Lucho no está solo, carajo!” fue uno de los gritos que más se oyó por parte de una multitud de personas, en los alrededores del complejo arquitectónico que aloja al palacio presidencial y a los recintos de los poderes legislativo y judicial de La Paz, en la tarde del pasado miércoles 26 de junio, cuando una unidad del Ejército boliviano, comandada por el entonces comandante de las Fuerzas Militares de ese país, intentó dar un golpe de Estado al presidente Luis Arce Catacora.

Mientras esto sucedía en las afueras de la casa presidencial, el mandatario se pronunciaba en medio de la aventura golpista. “Deploramos las actitudes de malos militares, que lamentablemente repiten la historia reciente del país, tratando de hacer un golpe de Estado, cuando el pueblo boliviano siempre ha sido un pueblo democrático”, precisó Luis Arce.

En su declaración precisó: “Haremos respetar la democracia ganada con el voto en las urnas del pueblo boliviano”. Esta intentona, indicó, “lo único que hace es dañar la imagen de la democracia a nivel internacional” y “generar una ola de incertidumbre innecesaria”.

Persiste el peligro

Al lado del reproche a la deslealtad de los uniformados que intentaron el golpe, Arce reconoció también el temple de quienes respetan las leyes del país. “Contamos con militares que saben que nuestra Constitución política del Estado y el respeto a la normativa vigente es lo más importante”. Saludó el trabajo de la policía, “que se ha mantenido apegada a la norma y a la ley, como debería ser siempre”.

Aunque al final de la jornada, el presidente Arce dispuso la conformación de una nueva cúpula militar, el general golpista y sus más cercanos colaboradores fueron puestos en prisión, mientras se producía una avalancha de mensajes de respaldo al proceso democrático boliviano, venidas de todos los rincones del planeta, la sombra del golpe de Estado no parece disiparse.

Para el analista Eduardo Vasco, periodista especializado en política internacional, “lo ocurrido el 26 de junio en Bolivia aún no fue un golpe de Estado. Fue un putch fallido, dado por el comandante de las Fuerza Militares, Juan José Zúñiga, de manera improvisada, creyendo que sería apoyado por los demás golpistas. Pero Zúñiga se adelantó”.

La depuración que no se dio

Para el analista, Bolivia vive una fuerte crisis política, tanto entre la derecha como entre el Movimiento al Socialismo, MAS (en el gobierno). Quienes podrían ser considerados los principales líderes de la derecha ─la expresidenta golpista Jeanine Áñez, que sumió el cargo tras el golpe de 2019, y uno de los principales autores de ese golpe, el extremista Luis Fernando Camacho─, están en la cárcel.

Uno de los objetivos de Zúñiga era liberar a Áñez y a Camacho, precisamente para que unificaran a la derecha golpista. Lo más preocupante es que, en ausencia de líderes políticos, los propios militares buscan liderar el golpe, como se intentó con el “zuñigazo”.

Al contrario de lo hecho por Hugo Chávez en Venezuela ─asegura Vasco─ el MAS no pudo expulsar a los golpistas de las fuerzas armadas. No hubo ninguna purga en ningún momento, ni durante los gobiernos de Evo Morales ni durante el de Arce. Por tanto, las fuerzas armadas bolivianas son altamente reaccionarias y están vinculadas al imperialismo norteamericano. Los agentes de la CIA están profundamente infiltrados dentro del Ejército boliviano.

Intento de Golpe de Estado Bolivia 2024. Foto Fernando6718 / Licencia Creative Commons

Golpe blando

Otro analista, Hedelberto López Blanch, coincide con el anterior al hablar de un intento de golpe con vientos del Norte. El general Zúñiga ─puntualiza López Blanch─, tiene un expediente oscuro pues estuvo en el centro de acusaciones por varias acciones, entre ellas su eventual participación en el ‘Plan Negro’, una operación dirigida a perseguir a líderes políticos y sociales. Además, enfrenta acusaciones de malversación de fondos públicos.

“Todo hace indicar que ha sido una nueva táctica de golpe de Estado blando, es decir, los elementos de extrema derecha con conexiones directas con Estados Unidos tomarían el poder sin muchas víctimas, dejarían al presidente en su puesto y obligarlo a seguir sus órdenes. La intransigente posición de Arce no lo permitió.

»La tirantez que ha existido en los últimos meses entre el expresidente Evo Morales y Luis Arce también ha facilitado la desunión de las fuerzas progresistas, y oportunidades para que la derecha se sienta con motivos para hacerse con el poder”, concluye el analista.

¡Puede suceder aquí!

Muchas lecciones pueden desprenderse de la lectura de estas visiones. Una de las más importantes es la amenaza latente contra los proyectos progresistas en América Latina. ¡Y eso puede suceder en Colombia! Las reiteradas denuncias del presidente Petro de que hay planes golpistas contra su gobierno, trátese de golpes blandos o duros, no son producto de una mente calenturienta. El peligro es real y lo demuestra lo que acaba de suceder en Bolivia. Y lo que sucedió antes contra Evo Morales, contra Lula da Silva y Dilma Rousseff. O el complot que le armaron por anticipado al presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, para impedir su posesión.

Una vertiente del más rastrero y peligroso militarismo de derecha avanza por América Latina y amenaza a los gobiernos progresistas de la región. Lo que va mostrando la investigación de los hechos en Bolivia la semana pasada es que cualquier golpe de Estado en la región depende de lo que diga Estados Unidos.

La presencia en Colombia, también la semana pasada, de la Jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, la señora Laura Richardson, y del portaviones nuclear USS George Washington en las costas de Buenaventura, no son mera coincidencia.

Un elemento más de análisis, digno de tener en cuenta:  en reciente visita a Moscú, el presidente Luis Arce manifestó la intención de su gobierno de unirse a la coalición de países que integran los BRICS y que jalonan un mercado económico alternativo y pluralista, sin la hegemonía de Estados Unidos. El anuncio incomodó a los ‘halcones’ norteamericanos, que tendrían un motivo más para alentar una aventura golpista en Bolivia.

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