lunes, abril 28, 2025
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“Acá la alternativa es paz o paz”: Ernesto Samper Pizano

El expresidente de la República y exsecretario general de Unasur habló sobre el actual momento político, las reformas sociales, la Paz Total, la crisis humanitaria en el Catatumbo, las nuevas oportunidades de integración para Nuestra América, entre otros temas

Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos

El expresidente Ernesto Samper nos recibió en la Fundación Vivamos Humanos, ubicada en el Centro Internacional de Bogotá. En la oficina están sus títulos como economista y abogado de la Universidad Javeriana, pero también exhibe distintos objetos que solo tienen los estadistas. Uno de ellos nos llama la atención. Se trata de una escultura en bronce de Hugo Chávez, de más o menos unos cincuenta centímetros.

Samper es bogotano. Antes de ser presidente fue senador, concejal de la capital, diputado de Cundinamarca, ministro de Desarrollo y embajador en España. Entre 2014 y 2017 fue el secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas, Unasur.

Su periodo como mandatario es recordado por el proceso 8.000. Y aunque la entrevista no es sobre ese capítulo de la historia, nos obsequia el libro La verdad siempre es lógica, nunca miente (2022), donde están sus contribuciones a la Comisión de la Verdad.

“El Semanario VOZ es un ejemplo de coherencia”, dice mientras ojea la más reciente edición impresa. Y así empieza una conversación agradable sobre el actual momento político, las reformas sociales, la Paz Total, la crisis humanitaria en el Catatumbo, las nuevas oportunidades de integración para Nuestra América, entre otros temas.

Las reformas sociales y el Gobierno de Gustavo Petro

¿Cuál es su análisis del actual momento político?

En el país hay sectores interesados en que el tema electoral se polarice. Y en uno de esos extremos están quienes quieren volver al guerrerismo. Estos sectores deben ser contrarrestados con una organización popular y social que enfrente estos poderes facticos de la derecha.

¿Cuál es su valoración de las reformas sociales que ha presentado el ejecutivo?

Yo las veo con muy buenos ojos. Colombia tiene el campeonato de la desigualdad en América Latina. Las brechas han profundizado la exclusión social, ya sean laborales, las que existen entre campo y ciudad, las de género o muy recientemente las de conectividad, que tienen a la mitad del país con internet y a la otra mitad desconectado. Desde esa perspectiva, las reformas sociales son inevitables y necesarias.

¿Cómo vio lo que pasó con la reforma laboral?

Los gremios hicieron pensar que la reforma iba en contra del sector privado, porque ellos se creen los dueños monopólicos de estos intereses. Entonces, con la laboral se perdió un gran esfuerzo de concertación que tenía un marco de referencia inaplazable, que son los convenios que ha suscrito el país con la Organización Internacional del Trabajo.

Lo que pasó en la Comisión Séptima del Senado solamente se explica cuando se analiza a las personas que no quisieron discutir la reforma. Lo inédito y antidemocrático es que ni siquiera permitieron un debate para darle cristiana sepultura.

¿Cómo evalúa hasta el momento al Gobierno de Gustavo Petro?

Coincido con otras opiniones que dicen que ha existido más Estado que Gobierno. Es decir, las políticas y formulaciones hechas por el presidente Gustavo Petro hacia donde quiere llegar, no coinciden en muchos casos con las acciones de su Gobierno, incluida la parte fiscal.

Sin embargo, no podemos ser tan pesimistas. Yo recojo por lo menos tres logros importantes de esta administración. El primero es la preservación de la institucionalidad con una agenda social y de paz que busca darles el protagonismo nacional a otros sectores. Lo segundo es que hay una nueva generación de personas que tuvieron la oportunidad de gobernar, con un saldo pedagógico importante. Y lo tercero es que en el plano internacional, junto con México y Brasil, Colombia está liderando nuevas agendas. Lo celebró no solo porque sean latinoamericanos, sino porque son gobiernos progresistas.

El Catatumbo y Paz Total

Usted participó de la caravana humanitaria que visitó en febrero el Catatumbo. ¿Cómo percibió la situación?

El Catatumbo es una región donde hay conflicto armado, pero además tiene problemas de tierras y conflictos étnicos; enfrentamiento económico entre los grandes palmeros y los pequeños campesinos; dificultades con el tema de los cultivos de uso ilícito; complicaciones de comunicación por la falta de vías; es una zona fronteriza donde habitan cerca de 50 mil venezolanos migrantes. En fin, tiene todas las condiciones para considerarlo un territorio donde se reproduce la situación del país.

Es decir, esta es una región emblemática donde convergen todos los problemas del país. Aunque los Acuerdos de Paz de La Habana fueron una esperanza, siete años después la gente sigue esperando respuestas del Estado más allá de la presencia militar. Si los conflictos territoriales no se resuelven con intervención social, se deslegitima el papel que puedan cumplir las fuerzas militares.

¿Está de acuerdo con la conmoción interior?

Ha sido útil para recanalizar algunos recursos, pero yo hubiera enmarcado la respuesta del Estado en la declaración de una crisis humanitaria. Cuando se abre una herida, lo primero que se hace es parar la hemorragia, para después cerrarla y finalmente curarla. Aquí estamos haciendo el proceso al revés, tratamos de curar la infección sin parar la hemorragia, que es la crisis humanitaria.

Cada vez que el Catatumbo se altera, vuelve el asesinato de líderes sociales y regresa el fenómeno del desplazamiento. Además, en este caso estamos presenciando algo inédito que es el aislamiento de la población.

En mi opinión, una acción en el Catatumbo para que sea efectiva, comienza con que esos actores armados, conjuntamente con el Gobierno, cumplan con un acuerdo de protección a la población civil.

¿Cómo evalúa la criticada política de Paz Total?

La política de Paz Total tiene una base de racionalidad que no se puede desconocer. Cuando uno tiene en la casa ocho o diez incendios al tiempo, no basta con apagar uno o dos. Hay que apagarlos todos y con distintos métodos. En eso no se puede criticar al Gobierno, porque ha intentado manejar unos procesos por negociación y otros por sometimiento a la justicia.

Además, la Paz Total ha logrado poner sobre la mesa tres elementos. El primero es el concepto de territorio. Nos dimos cuenta que la paz no es un tema nacional que se puede manejar desde Bogotá, sino que hay regiones donde está el conflicto y donde viven 10 millones de personas, población civil que resiste a diario la guerra.

Lo segundo es el planteamiento, que de alguna forma posicionó el Ejército de Liberación Nacional, ELN, de centrar la reforma política en la creación de nuevas formas de organización social y de participación popular. Esto le da aire a la democracia y a la política. Y finalmente está el reconocimiento del Derecho Internacional Humanitario, un tema que nos interesa y es prioridad de la Fundación Vivamos Humanos.

¿Cuál es el mensaje frente a la paz?

En el país hay sectores que están interesados en volver a las épocas guerreristas. El lenguaje que emplean de crear una psicosis de guerra tiene el propósito de consolidar un regreso al pasado, donde toda expresión de protesta social era interpretada como terrorista y debía ser confrontada de manera militar. Nosotros no podemos caer en esa emboscada. Acá la alternativa no es paz o guerra, sino paz o paz.

El mensaje central es que debemos reactivar las negociaciones con el ELN. El hilo conductor de la Paz Total y el patrón sobre cual deben moverse todos los procesos, ya sean por negociación o sometimiento, pasa por la reactivación de las negociaciones con el ELN.

Integración latinoamericana

Usted fue secretario general de la Unasur y se mueve mucho en el escenario internacional. ¿Cuál es su análisis de estos primeros meses del Gobierno de Donald Trump con respecto a América Latina y el Caribe?

Entre los temas en los que yo he estado apoyando al Gobierno es el regreso a la integración. Colombia va tener en los próximos meses la presidencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Celac; de la Unión de Naciones Suramericanas, Unasur; de la Alianza del Pacífico; de la Comunidad Andina de Naciones; y de la Asociación de Estados del Caribe. Es decir, va a liderar varios organismos de integración.

Espero que durante este tiempo el presidente Petro pueda elaborar una agenda latinoamericana. Es el momento preciso para que nosotros respondamos con integración a la amenaza de una nueva hegemonía estadounidense caracterizada por la confrontación, separación y división.

La situación dolorosa que estamos viviendo con los migrantes viene impulsando un concepto de nacionalismo y regionalismo que se estaba perdiendo. Tenemos que defender a nuestra gente. Ellos no pueden ser catalogados como terroristas, narcotraficantes, ni siquiera de criminales, por buscar una forma legítima de vida, para ellos y sus familias. Es el momento de crear un sentimiento regional que venga acompañado con esfuerzos de integración.

Pero puntualmente sobre la administración de Donald Trump, ¿cómo percibe la situación?

Este es el mejor momento para marcar distancias con el señor Trump. Aquí se acabó la Organización de Estados Americanos, OEA. Si Trump sube los aranceles, como lo está haciendo, pues se acabaron los Tratados de Libre Comercio, TLC. Es momento de desprendernos de eso acuerdos que acabaron con la Comunidad Andina y Mercosur.

Es el momento de tener nuestros propios tratados de integración y renunciar a estas emboscadas que eran los TLC, donde pactábamos los temas que solo le interesaban a los Estados Unidos, como rebajarles los aranceles, darle protección a sus inversiones y reconocerles la propiedad intelectual a sus descubrimientos.

¿Dónde estaban nuestros intereses en esos tratados? ¿Dónde estaba la protección de la biodiversidad, dónde estaba la defensa de los migrantes latinoamericanos, dónde estaba el desmonte de los subsidios agrícolas a los productos estadounidenses?

No es una encrucijada para tirarnos a un abismo, sino más bien para buscar nuevos caminos de relacionamiento con los Estados Unidos, en los cuales volverán a tener valor ciertas palabras, por las que este semanario ha luchado siempre, como lo es la palabra soberanía.

‘Aquí estoy y aquí me quedo’

Por redes lo hemos visto muy activo promocionando un podcast llamado “Aquí estoy, aquí me quedo”. Cuéntenos de esa iniciativa…

Fue una celada que me tendieron mis nietos cuando estaba empezando a escribir mis memorias. Yo no esperaba competir con los 12 tomos del expresidente Iván Duque, ni con los 16 tomos del exfiscal Francisco Barbosa, pero quería dejar un rastro de mi paso por la tierra. Pero ellos me convencieron de hacer algo más atractivo y que pudiera llegar a más personas. Y aquí me tienen.

Son relatos de mi paso por la presidencia, pero también de mis primeros pasos en la política, mi relación con Dios, también hablo de personas que conocí y me llamaron la atención, desde Fidel Castro hasta el Papa Francisco. Son cosas que les puede interesar a ustedes, los jóvenes.

¿Cuál es su mensaje para lectoras y lectores del Semanario VOZ?

A este país, y en general al mundo, le falta coherencia. Si se hiciera un homenaje a este principio, el primer invitado debe ser el Semanario VOZ, se esté de acuerdo o no con sus contenidos.

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