Insistir en la Paz Total, reconstruir diálogos, unir al país en torno a una solución política negociada y acuerdos de sometimiento a la justicia, siguen siendo objetivos válidos y necesarios
Zabier Hernández Buelvas
Pareciera un lugar común afirmar que la situación política y de seguridad en Colombia es compleja y multifacética. Salirse de allí, de ese lugar, nos conduce entonces a caracterizar cuales son los factores reales u objetivos que determinan las actuales tensiones por el poder, desde la perspectiva de lucha de clases.
Hay dos relatos en disputa por su prevalencia ante la sociedad colombiana. Uno es el del caos y el apocalipsis, que recuerdan los días oscuros que proyecta la película de Manel Loureiro. Y el otro es el del reconocimiento de avances importantes, del inicio de superación de desigualdades que a su vez producen nuevos desafíos y la atención urgente de persistentes y crónicos problemas de nuestra sociedad.
El primero tiene de base, el deseo de unos poderes, que buscan con ansiedad el camino de regreso a sus privilegios. El segundo, no tiene referentes ficticios o de películas, su base real está en los resultados sociales y de elevación de calidad de vida concretos, medibles y reconocibles por autoridades en materia social a nivel nacional y mundial.
¿La seguridad?, otra vez la derecha
Más allá de las versiones conspirativas y las supuestas alianzas entre quienes estructuraron y accionaron la bomba con la que fallecieron siete personas y más de 80 fueron heridas, y quienes lideran hoy la oposición al gobierno del cambio, lo real es que a partir del criminal hecho, la seguridad se convirtió en el puntal de lanza de la oposición, que no ha perdido ni un segundo para dibujar y promocionar un inevitable fracaso de todas las políticas del actual gobierno.
En esta coyuntura, la Paz Total es el objetivo de alto valor mediático de la extrema derecha colombiana. La sabiduría popular casi siempre acierta “Nos venden la guerra para vendernos seguridad” y seguido, venderse ellos, la extrema derecha, como una opción que solucionará todo. El espectador tituló en algunas de su páginas “el poder armado que arrincona a la Paz Total” sumándose al coro de quienes consideran el fin del país y la debacle de la sociedad colombiana.
La oposición sigue en la línea de lo que ha venido haciendo con el atentado y posterior muerte de Miguel Uribe Turbay, que es la de utilizar los muertos para acumular réditos políticos hacia las elecciones del 2026, esta vez con los muertos del pueblo civil, militares y policías.
Algunas de las frases “celebres de sus principales líderes son, «La tragedia de Cali es una muestra de la falta de control del Estado. Se requiere una investigación profunda que sancione a los responsables, incluidos los que fallaron en la supervisión.» Paloma Valencia senadora del Centro Democrático; «¿Cuántas tragedias más necesitamos para que se cumplan los protocolos de seguridad? El populismo mata. Exigimos investigar no solo esta tragedia sino también la permisividad de las autoridades» María Fernanda Cabal senadora del Centro Democrático.
Usan la situación en Cali Valle y en Amalfi Antioquia como ejemplo de lo que ellos llaman el fracaso de la «Paz Total» y la reactivación de la violencia en zonas que antes eran “tranquilas”, cuando se sabe con estadísticas a la mano que el gobierno de Iván Duque, que hizo trizas el acuerdo de la Habana, se ubicó como uno de los periodos más violentos que ha tenido el país, solo comparable con las épocas de Pastrana con su Plan Colombia y de Uribe con su Plan Patriota.
Todo se dirige a acusar al gobierno de Gustavo Petro de tener un vacío de autoridad y de permitir que los grupos armados se tomen regiones del país debido a una supuesta falta de operaciones militares contundentes. Todas estas opiniones traslucen una visión histórica y de contrasentido de los poderes tradicionales: Militarizar al país, arreciar la guerra, según ellos, es la única forma de construir paz.
Persistir en la solución dialogada
Pero también voces y opiniones que intentar ver el momento con objetividad. La Organización Pacifista a través de uno de sus analistas @elojodelsalmon, plantea que “los atentados en Cali y Amalfi, Antioquia no son propiamente señal de un Ejército débil o de un gobierno que impulsa la guerra (aunque los medios nos lo quieran vender así) sino de un conflicto que se recicla porque la raíz (el narcotráfico) sigue intacta. Ni la “mano dura” ni las negociaciones han dado resultados definitivos. La guerra contra las drogas lleva más de 40 años fracasando y cada hecho violento se usa como arma política”
No hay que dorar la píldora, la coyuntura no es fácil, hay desafíos críticos que exigen un mayor trabajo de la sociedad colombiana por la paz. Pero hay avances importantes. A raíz del atentado en Cali y el ataque a militares y policías en Amalfi, El Movimiento Social por la Paz – MSPP, instó al gobierno nacional a “retomar una estrategia de diálogo con todas las organizaciones armadas y promover un cese al fuego multilateral que brinde alivio humanitario a las comunidades y territorios”.
Así mismo el MSPP, llamó al gobierno nacional a “distanciarse de medidas de excepción y a fortalecer estrategias de prevención bajo un enfoque de seguridad humana con estricto respeto a los derechos humanos, sin recurrir al estado de conmoción interior. Lo instamos a desarrollar planes y acciones estructurales —no coyunturales—, a partir de acuerdos existentes, en las fases de acercamiento o diálogo en mesa, así como en espacios de conversación sociojurídica. Estas medidas deben propiciar una salida dialogada, estructural y multicausal a las causas del conflicto armado y las violencias armadas, generando condiciones para la inversión socioambiental en comunidades y territorios históricamente marginados”.