Con la detención o muerte de miles de hombres, muchas mujeres se vieron obligadas a asumir el rol de cabeza de familia, rompiendo las normas tradicionales y enfrentando el desafío de la supervivencia
Luz Marina López Espinosa
@koskita
Van corridos 77 años de colonialismo desde la invasión de las hordas sionistas en 1948 a los territorios palestinos. Ocupación que tuvo un impacto profundo en las mujeres palestinas, transformando sus vidas tanto a nivel personal como social y ligando profundamente la lucha por sus derechos con la resistencia al opresor.
La ocupación introdujo nuevos niveles de violencia; las mujeres se enfrentaron a un mayor riesgo de agresiones por el desplazamiento forzado, el hacinamiento en condiciones infrahumanas en campos de refugiados y las bravuconas incursiones del ejército intruso que muestra por ellas tanto desprecio como por las niñas, los niños y los hombres.
Desde los inicios del movimiento de mujeres palestinas, sus reivindicaciones de derechos sociales y de género han estado fuertemente ligadas a la lucha anticolonial y la supervivencia nacional. Es decir, no es una causa insular ni estrictamente de género, por cuanto su realidad se enmarca en una cruzada mucho más trascendental y general: la de poner fin al desconocimiento de todos los derechos de su pueblo por el invasor.
Porque en ese desconocimiento, éste no repara en géneros. Y es que las humillantes restricciones de movimiento, los bloqueos, el cierre de comercios y la obligación de hacer fatigantes rodeos para ir de un lugar a otro dentro de su comunidad, afectan las labores de trabajo y subsistencia de hombres y mujeres, particularmente de éstas cuando tienen que responder por la alimentación y cuidado de sus hijos. Máxime si están en condición de viudez o sus esposos están secuestrados en las cárceles del ocupante.
La falta de acceso a agua potable, electricidad, alimentos, medicinas y servicios de salud materna e infantil se convirtió en otra carencia grave bajo la ocupación, con consecuencias devastadoras para la salud de las mujeres y las niñas. Pero todo esto no solo ha sido una fuente de sufrimiento. También excitó el ánimo de las palestinas para asumir un papel más activo y visible en el movimiento de liberación nacional.
La resistencia palestina
Pasaron de roles tradicionales de beneficencia, al organizar servicios de educación y salud y participar en la resistencia política y si fuere el caso militar. Con la detención o muerte de miles de hombres, muchas mujeres se vieron obligadas a asumir el rol de cabeza de familia, rompiendo las normas tradicionales y enfrentando el desafío de la supervivencia.
La tasa de alfabetización general en los territorios palestinos es muy alta, alcanzando cerca del 97% antes del actual Genocidio. Las mujeres han sido parte integral de este logro, tienen alto nivel educativo con notables tasas de matrícula universitaria a menudo superior a las de los hombres quienes deben estar más embebidos en las tareas de la resistencia. Para las mujeres palestinas, la educación es una forma de libertad, un camino hacia la independencia y herramienta de resistencia frente a la ocupación.
El bloqueo en Gaza ha tenido un impacto devastador en el sector educativo, con daños o destrucción de casi todas las escuelas y universidades, interrumpiendo severamente el acceso a la educación de mujeres, niñas y niños. Las palestinas han demostrado una notable resiliencia en este otro campo de la múltiple y sistémica agresión que sufre su pueblo.
Catástrofe humanitaria en la franja de Gaza
La situación actual de las mujeres palestinas es extremadamente grave, se caracteriza por una crisis humanitaria devastadora y en ascenso de la violencia que las victimiza sin reparar en aspectos que universalmente se suponían respetados aun en la guerra entre naciones, como eran los estados de embarazo, alumbramiento y lactancia El genocidio actual -palabra que debe decirse con todas sus letras a pesar de la criminal inacción de la Corte Internacional de Justicia – ha exacerbado esas vulnerabilidades.
Altas cifras de mortalidad. Las mujeres y los niños representan aproximadamente el 70% de las víctimas mortales en Gaza, lo que ha llevado a la ONU a hablar de un posible «femigenocidio».
Colapso en la atención médica. Se estima que unas 50.000 mujeres embarazadas se enfrentan a partos en condiciones insalubres y peligrosas, sin acceso adecuado a medicamentos ni atención prenatal o posnatal. La mortalidad materna y neonatal se ha disparado debido a ello y la destrucción de la infraestructura de salud.
Desplazamiento y hacinamiento. Cientos de miles de mujeres y niñas desplazadas viven en refugios superpoblados e insalubres, enfrentando escasez crítica de agua potable, alimentos, suministros sanitarios y medicinas.
Redadas y detenciones. Las mujeres palestinas en ciudades como Gaza y Yenín, además se deben enfrentar diariamente al dolor y la violencia de las permanentes redadas militares israelíes que además se llevan a sus hombres y sus hijos a destinos de los que no pueden ni podrán saber.
Impacto económico. La destrucción de toda la infraestructura comercial, de servicios y habitacional a más de los bloqueos y restricciones de movimiento, ha generado como es obvio la pérdida de empleo de las mujeres cabeza de familia y por tanto su capacidad para mantener a sus hijos.
Acoso y abuso. Las mujeres reportan un aumento del abuso físico y sexual por parte de las fuerzas de seguridad y los colonos traídos de Europa por Israel, tales como desnudar a las prisioneras, soltar perros a su alrededor, golpearlas y privarlas de alimentos y servicios de higiene.
En síntesis, la situación actual de las palestinas es de profunda crisis humanitaria y de derechos humanos, pero también de determinación inquebrantable por la supervivencia, la justicia y la liberación de su pueblo. Porque como bien lo afirman dando prueba de la conciencia de su papel en la historia de la nación de la que son hijas: “No hay lucha feminista sin Gaza”.







