La IV Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños – CELAC – se realizará en Santa Marta entre el 9 y 10 de noviembre y reunirá a los 33 países miembros y 27 países de la Unión Europea – UE – para avanzar en un diálogo regional e interregional
Pietro Lora Alarcón
Tal vez, como pocas veces en la historia, una reunión de esta naturaleza sea tan oportuna, puesto que la cita de los jefes de Estado se cumple en medio de las agresiones contra la paz y la seguridad regional promovidas por los EE.UU. con el pretexto de la guerra a las drogas.
En efecto, coyunturalmente lo más determinante es la violencia, agenciada y proyectada dentro de la ofensiva del imperialismo estadounidense en la esfera regional, para afirmar los intereses del gran capital financiero y militar en medio de la crisis multidimensional del sistema, amenazando soberanías, movilizando tropas y armas, asesinando ciudadanos en aguas del Caribe y estigmatizando y persiguiendo presidentes y líderes que representan gobiernos democráticos y populares.
Trump intenta reposicionar a los E.E.U.U. en la disputa geoeconómica y geopolítica global, en la cual la tendencia es la multipolaridad y la quiebra del modelo de hegemonía nacido en la postguerra. La aparición de actores determinantes en las relaciones interestatales del mundo, con capacidad para generar iniciativas que reducen la dependencia externa de los países de la región a través de posibles acuerdos, despierta una ofensiva en la que los E.E.U.U. exigen la subordinación de las naciones.
Además de los ignominiosos embargos a Cuba y Venezuela, otros países de la región como Brasil, México y Colombia han sido unilateralmente sancionados para compensar la inconformidad de Trump con datos económicos incontestables. Mientras los informes del FMI del 2025 estiman que la economía de los E.E.U.U. crecerá al final del año en un 1,8%, China debe crecer 4% y la India llegar al 6%.
Construir consensos
Ante esta ofensiva, en la cual Trump mantiene, sin duda, aliados en algunos gobiernos de la región, es importante establecer elementos de consenso en la CELAC, sin renunciar a un ejercicio diplomático activo, que mantenga un diálogo permanente y que a la vez presione para potenciar el rechazo en las instancias internacionales de las agresiones y amenazas intervencionistas.
Fue precisamente en enero del 2014, en la Cumbre de la CELAC realizada en La Habana, que los mismos 33 países miembros declararon a “América Latina y el Caribe como Zona de Paz basada en el respeto de los principios y normas del derecho internacional”; con el “compromiso permanente para la solución pacífica de controversias a fin de desterrar para siempre la amenaza y el uso de la fuerza, en nuestra región”.
La disculpa de la guerra a las drogas para esta ofensiva contra la paz es tan grotesca como indignante. Las muertes por sobredosis de drogas ilegales son un problema de salud pública. Sin embargo, la administración Trump redujo drásticamente el auxilio para las medidas sanitarias.
Buscar el narcotráfico en el Caribe no solo no golpea al crimen organizado ni reduce la acción de los carteles que andan a sus anchas en el propio territorio de los E.E.U.U. sino que contradice, incluso, la Declaración de Postura del 2022 del Comando Sur, que afirma que es por el Pacífico donde pasan 80% de las drogas dirigidas al país.
Soberanía y cambio climático
Desde luego, en todo esto también existe la intención de limitar las posibilidades de que en la región se desarrollen proyectos infraestructurales que repercutan en el bienestar de los pueblos. Y más aún, desestabilizar los procesos de transformación y las reformas democráticas emprendidas por gobiernos como el Gobierno del Cambio y no permitir las victorias electorales de la izquierda.
Recordemos que en abril de este año Colombia asumió la Presidencia Pro Tempore de la CELAC para el período 2025–2026. Esta oportunidad ha permitido al presidente Petro reforzar la articulación política en la agenda de integración regional, combinando el tema de la soberanía con la paz en niveles globales y regionales, buscando alternativas de desarrollo en términos de seguridad alimentaria y sanitaria.
Y también vale decir que, por otro lado, la próxima semana comienza en Belén do Pará, en Brasil, la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático. Gustavo Petro ha sido enfático y tiene razón al afirmar la relación entre el calentamiento global y la lógica destructiva del capitalismo, proponiendo fórmulas para la transición energética, digital y ambiental.
La CELAC Social
La resistencia y el rechazo a los proyectos antinacionales y antipopulares tiene asiento también en Santa Marta con la realización de la III Cumbre Social de los Pueblos de América Latina y El Caribe – CELAC Social -, del 8 al 10 de noviembre.
Un escenario para catapultar la solidaridad internacional y agendar acciones articuladas y concretas, en medio de avances en favor de la unidad popular en algunos países, pero en otros de estancamiento, y en algunos casos de reversión de procesos.
En el contexto, la CELAC social tiene un papel reagrupante del movimiento social, no solo para constituir una respuesta directa desde los sectores más castigados por la crisis del capitalismo, sino porque su deliberación, participación y decisión es políticamente desafiadora de los modelos que bajo una democracia de fachada suspenden derechos sociales y libertades.
Esas manifestaciones de clase, donde hay una gama extensa de actores, introduce un paradigma ético, arraigado en la vocación insurgente de seguir trabajando por los sueños y la esperanza.







