Ser coherente y mantener una conexión con el pueblo, apoyando sus movilizaciones y manifestaciones sociales, mostrando resultados; según el líder magdalenense, serán las claves para seguir recibiendo apoyo del constituyente primario
Andrés García
Por los salones y pasillos del Liceo Celedón, a principios del 2000, se tejió a través de la Asociación Nacional de Estudiantes de Secundaria – ANDES- y los movimientos estudiantiles, un nuevo liderazgo que luego pasó a ser de las bases de la Asociación Colombiana de Estudiantes Universitarios – ACEU- y la Unión Patriótica en la Universidad del Magdalena. Se trata de Efraín Mojica, un joven samario, que hoy es la cara coherente de la izquierda, de cara a las elecciones parlamentarias.
Actualmente está inscrito para la consulta del 26 de octubre del presente año donde aspirará a la cámara de representantes por el Magdalena. Efraín Mojica es reconocido en los municipios del Magdalena, por ser la cara pedagógica y defensora del Pacto Histórico, el partido del presidente Gustavo Petro.
Abogado, asesor y facilitador en procesos de diálogo social, de construcción de paz y de defensa de los derechos humanos, Efraín habla desde las páginas del Semanario Voz, a su pueblo y explica cuáles son sus visiones y propuestas.
¿Cómo llega Efraín Mojica a la política?
Llego a la política desde las calles, desde la organización juvenil y social. Mi primer escenario fue el Liceo Celedón, donde descubrí el poder de la movilización estudiantil y entendí que cuando los jóvenes se organizan, son capaces de cuestionar estructuras de poder muy arraigadas. Esa experiencia me llevó a la ANDES, y más adelante a espacios universitarios con la ACEU, sindicales y comunitarios, donde fui encontrando un hilo conductor: la necesidad de defender derechos, exigir justicia y abrir caminos para quienes siempre han sido excluidos.
En esos liderazgos juveniles de los que habla, ¿hubo figuras de la izquierda a las que admiró a nivel local y nacional?
Sí, claro. A nivel local, siempre me inspiraron las y los militantes de la Unión Patriótica y del movimiento social en el Magdalena, que aún en medio de la violencia y la persecución, nunca renunciaron a su sueño de justicia social. Son referentes que me enseñaron que la política también puede ser un acto de resistencia y dignidad.
En el plano nacional, admiro profundamente a Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo, quienes encarnaron la valentía de defender un proyecto progresista en medio de una violencia feroz. También debo resaltar a Gloria Inés Ramírez, exministra de Trabajo, hoy precandidata presidencial, una mujer que, desde el sindicalismo, la defensa de las mujeres y la lucha por los derechos laborales nos mostró que el progresismo se construye con coherencia y constancia. Y, por supuesto, Gustavo Petro, quien representa la tenacidad de creer que el cambio es posible incluso contra todas las adversidades.
¿Por qué de izquierda?
Porque la izquierda es la única opción política que ha puesto en el centro a la gente, no a los privilegios. Yo no concibo la política desde el negocio, ni desde los pactos de élite, sino desde la construcción de oportunidades para todos. El progresismo de la izquierda significa garantizar educación, salud, agua, trabajo digno y paz para las mayorías.
Además, no es solo un discurso: es la respuesta a las injusticias históricas de nuestro departamento y del país. En mi caso personal, lo he vivido acompañando procesos de campesinos, de comunidades víctimas de la violencia, de sindicatos y de poblaciones que claman por sus derechos. Allí uno entiende que el progresismo no es una moda: es una necesidad histórica para que Colombia deje de ser el país de la desigualdad y se convierta en una nación de dignidad.
¿Cuál será la clave para que el progresismo siga en el poder?
La clave está en mantener la conexión con la gente. El Pacto Histórico llegó al gobierno, no al poder, porque supo interpretar el dolor, las frustraciones y las esperanzas del pueblo colombiano. Si olvidamos eso, perdemos la esencia.
Yo creo que el Pacto Histórico debe cuidar tres cosas, primero, la coherencia: gobernar con ética, sin caer en los vicios de la política tradicional. Segundo, la movilización social: entender que el cambio no se hace solo desde las instituciones, sino de la mano de los movimientos sociales, de los jóvenes, de los campesinos, de las mujeres. Y tercero, los resultados concretos.
La gente necesita sentir que el cambio se refleja en su vida diaria —en el recibo del agua, en la carretera que conecta su vereda, en la universidad pública que abre más cupos, en la paz que llega a los territorios. Si logramos eso, no será un ciclo pasajero, sino una nueva forma de gobernar.
¿Porqué querer ser Representante a la Cámara?
Porque estoy convencido de que el Magdalena necesita una voz distinta en el Congreso. Una voz que no se avergüence de hablar desde la izquierda, que no negocie con la corrupción, que entienda la política como un servicio y no como un botín.
Desde mi experiencia en la defensa de derechos humanos, en procesos de diálogo y en luchas sociales, sé lo que significa representar a quienes nunca han tenido representación real. Mi meta es que mi curul sea un puente entre el pueblo y el Estado, que sirva para abrir puertas a las comunidades, gestionar proyectos estratégicos y, sobre todo, legislar pensando en la gente del Magdalena y no en los intereses de los de siempre.
¿Los congresistas del Magdalena sí le están cumpliendo a su electorado?
Con mucho respeto, debo decir que la mayoría no. Nuestros congresistas han estado más pendientes de los acuerdos burocráticos, de sus intereses particulares, que de los problemas estructurales del departamento. La pobreza, la falta de servicios públicos, el atraso en vías y la desigualdad son pruebas de que los representantes que hemos tenido han respondido más a los clanes que a la ciudadanía.
Por eso creo que necesitamos una representación del Pacto Histórico: porque el Magdalena no puede seguir siendo el botín de unos pocos, sino un territorio de oportunidades para todos.
El Magdalena es uno de los departamentos más antiguos del país pero con más rezagos en vías, servicios públicos y pobreza; ¿qué es lo que debe hacer un congresista?
Tres cosas fundamentales: legislar, gestionar y hacer control político. Legislar para que las leyes respondan a las necesidades de la gente; gestionar para que los recursos de la nación lleguen al Magdalena en proyectos concretos; y hacer control político para que esos recursos no se pierdan en corrupción o burocracia.
En nuestro caso, es urgente impulsar leyes y proyectos que cierren brechas en infraestructura vial, acceso al agua potable, energía, educación y salud. El Magdalena necesita que desde el Congreso se defienda un plan integral de desarrollo que saque a nuestro departamento del rezago histórico en el que lo han mantenido.
Explíquenos eso de la consulta y luego las elecciones típicas.
Así es. El primer paso será la consulta del Pacto Histórico, que se realizará el 26 de octubre. En esa jornada, los ciudadanos progresistas del Magdalena elegirán, a través de una lista cerrada y paritaria, a quienes serán los candidatos oficiales del Pacto para la Cámara de Representantes, al Senado, donde queremos que lleguen mujeres valerosas como María Eugenia Londoño y a la Presidencia, donde apoyamos a la ex ministra Gloria Inés Ramírez. Es un ejercicio democrático y novedoso, porque garantiza que las decisiones no se tomen en cuartos cerrados, sino con la participación de la gente.
Luego vendrá la elección legislativa en marzo, donde todos los partidos se medirán en las urnas. Allí aspiramos a que el Magdalena elija a sus representantes y, en mi caso, a consolidar una voz progresista que lleve al Congreso las luchas, necesidades y sueños de nuestro pueblo.
¿Qué mensaje le quiere dejar a los y las magdalenenses para que apoyen una representación de izquierda y progresista en el Congreso?
Magdalenenses, este es el momento de no dar un paso atrás. Durante décadas nos gobernaron con corrupción y abandono, mientras nuestro departamento se sumía en la pobreza y la desigualdad. Hoy tenemos la oportunidad histórica de que el Congreso tenga una representación que no se arrodille, ante los clanes ni ante los intereses económicos, sino que hable desde la gente, desde las calles, desde las luchas populares.
Les pido que acompañen este proceso, que confíen en que otra forma de hacer política es posible. El progresismo es nuestra garantía de dignidad, de desarrollo y de paz con justicia social. Vamos juntos a escribir un nuevo capítulo para el Magdalena: uno en el que la voz del pueblo llegue al Congreso de la República.
Soy un convencido que desde cualquier escenario, sea la academia, el movimiento social o la institucionalidad, el propósito es transformar realidades y dignificar la vida de la gente. No vengo de las élites ni de los privilegios: vengo de la lucha social y de las causas populares.