sábado, agosto 9, 2025
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¿La derecha está perdiendo la cabeza?

Álvaro Uribe Vélez ha sido condenado a 12 años de prisión domiciliaria. Mientras avanza el juicio con la presentación de los recursos de apelación a los que tiene derecho el expresidente, se ha develado un misterioso plan para desprestigiar a las víctimas acreditas en el proceso

Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos

Desde el viernes 1 de agosto, el ciudadano Álvaro Uribe Vélez, quien fuera congresista en varias oportunidades, dos veces presidente de la República y principal líder del extremo derechista Centro Democrático, tendrá en nuevo epíteto. El condenado.

La pena de 12 años de prisión domiciliaria fue anunciada por la jueza Sandra Heredia. En la sentencia condenatoria de 1.114 páginas se esgrimen los argumentos que llevaron a que esa judicatura tomara la decisión de declarar culpable a Álvaro Uribe Vélez por los delitos de soborno a testigos y fraude procesal.

Como era previsible, este evento activó una poderosa campaña de solidaridad con el condenado. Las voces de las principales fuerzas políticas del Establecimiento y expresidentes de la derecha latinoamericana, así como los principales medios hegemónicos de comunicación, han denunciado la “extralimitación” del Juzgado 44 Penal del Circuito y vienen cuestionando con beligerancia las conclusiones del poder judicial, que en primera instancia tomó decisiones sobre el caso.

El plan

Pero lo verdaderamente grave, es que detrás de esta “solidaridad” humana con el condenado, se viene adelantando de manera paralela una estrategia subrepticia con el objetivo de difamar y desprestigiar a todas las personas que han sido protagonistas en el caso.

En la mira de esta operación estarían las certificadas víctimas, el senador Iván Cepeda, el ministro Eduardo Montealegre y la galena Deyanira Gómez, al igual que los abogados de las víctimas Miguel Ángel del Río y Reinaldo Villalba, la fiscal del caso Marlene Orjuela y la jueza Sandra Heredia. El relato que se debe imponer es que todos estos personajes harían parte de una conspiración, orquestada por Juan Manuel Santos y Gustavo Petro, en contra del condenado Uribe Vélez.

De acuerdo a la información publicada por los periodistas Daniel Coronell y Gonzalo Guillén, este plan, paradójicamente, sigue el mismo libreto criminal que tiene en la actualidad al expresidente como un ciudadano condenado. Varios eventos confirmarían esta hipótesis.

El caso del “narcochofer”

Finalizando el juicio a Uribe, específicamente en el momento en que la fiscal Marlene Orjuela exponía los alegatos de conclusión, el senador Iván Cepeda y el abogado Miguel Ángel Del Río denunciaron públicamente que sobre ellos existiría una maniobra clandestina para relacionarlos falsamente con delitos de narcotráfico.

Días después, el país supo que el complot era real y que era liderado por el abogado Diego Cadena, que en el caso judicial desempeñó el rol de determinado en la búsqueda de testigos falsos a favor del condenado Uribe Vélez.

Pero en esta oportunidad, la estrategia del “abogánster” fue contactar a Manuel Castañeda, conocido en la opinión pública como el “narcochofer”, para que éste rindiera un testimonio falso, aparentemente ante el FBI y la DEA, que salpicará a Del Río y Cepeda.

La hipótesis razonable que deja este episodio es que ante la conclusión de la etapa procesal del juicio y el inminente veredicto, el objetivo era tener una explosiva munición mediática, funcional para los acérrimos defensores del condenado Uribe Vélez y muy perjudicial para las víctimas acreditadas en el proceso. Pero la estrategia falló cuando se publicaron las historias que dejaron en evidencia, una vez más, la empresa criminal de buscar falsos testimonios.

Gato encerrado

Y la pita se enreda. Según la reciente columna del periodista Daniel Coronell, una misteriosa demanda ante el Consejo de Estado demostraría que el complot tendría otros móviles.

El escrito que recibió el máximo tribunal de lo contencioso administrativo, acusaba al senador y defensor de los derechos humanos, Iván Cepeda, por doble militancia, asociación para delinquir y lavado de activos provenientes del narcotráfico, delitos que contarían con la complicidad del exfiscal Montealegre.

Lo inverosímil frente al episodio, es que una vez rechazada la petición por el Consejo de Estado, un personaje que nada tiene que ver con el caso Uribe, el abogado Óscar Díaz Campos, se enteró que había sido suplantado. La demanda tenía su firma y sus datos de contacto, pero él nunca había elevado ningún escrito de acusación en contra del senador Cepeda Castro.

Pero hay más. Al indagar las minucias del documento espurio, el abogado Díaz Campos se percató que éste allegaba copias a la Corte Suprema de Justicia. Y así, por medio de un derecho de petición, el jurisconsulto descubrió que también existía en este alto tribunal otra denuncia a su nombre en contra del senador Iván Cepeda.

Y lo increíble de todo este nebuloso episodio, es que el documento llegó al despacho de la magistrada Cristina Lombana, famosa por su incuestionable afinidad al uribismo. Gato encerrado.

Como el Coyote

Todos estos misteriosos indicios se conocen en medio de la tormenta desatada por el fallo. Pero el proceso sigue. Como anunció la poderosa defensa técnica, ya están trabajando en los recursos de apelación a los que tiene derecho el condenado.

Y la cereza del pastel. La tutela interpuesta por la defensa ante el Tribunal Superior de Bogotá para impugnar la pena de 12 años de prisión domiciliaria, terminó casualmente en manos del magistrado Ramiro Riaño, personaje que en marzo de este año suspendió el juicio a Uribe y después se declaró impedido.

Todos estos hechos nos llevan a recordar la famosa caricatura de El Coyote y el Correcaminos, que recrea en múltiples episodios como el hambriento cánido busca desesperadamente cazar al veloz pájaro. Lo divertido es que por más astuto e ingenioso que sea el Coyote, siempre termina derrotado.

Pues bien, desde la marcha del 6 de marzo de 2008 en homenaje a las víctimas del paramilitarismo y los crímenes de Estado, el condenado Uribe Vélez y sectores peligrosos de la derecha han dedicado ingentes esfuerzos, públicos y clandestinos, por desprestigiar, criminalizar y destruir al senador y defensor de los derechos humanos, Iván Cepeda Castro. Pero nunca lo han logrado. Y como el Coyote, se encuentran desesperados, al punto de perder la cabeza.

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