viernes, junio 6, 2025
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Un reconocimiento a las madres de la niñez colombiana

Tras décadas de lucha, estas cuidadoras empiezan a ver los frutos con un piloto que vincula a 2.635 de ellas al ICBF

Juan Carlos Hurtado Fonseca
@aurelianolatino

Desde hace 32 años, todos los días en Zapayán, Magdalena, Damila Barrios se levanta a las 5 de la mañana para preparar su vivienda y recibir a los niños de su comunidad, a los que debe cuidar.

“Limpio todo, sacudo y comienzo a hacer la colada de bienestarina. A las 8 de la mañana empiezan a llegar los niños; luego les doy desayuno que puede ser de huevo con plátano cocido; después viene una meriendita que puede ser patilla, piña o mango; y a las 12 el almuerzo en el que hay días que toca pollo asado, otros, cerdo; hay un día de carne molida; hay otro día de hígado que se acompaña con tajadita, arroz, la ensalada y el jugo”, comenta esta trabajadora de 63 años, quien dice sentirse cansada y sufrir problemas en los huesos.

No solo es la responsabilidad de los alimentos, también debe hacerles actividades pedagógicas en las que hay rondas, dibujar: “Hay juegos de roles, unos atienden una tienda, otros hacen de doctor, otros cocinan. A veces, por ejemplo, toca las emociones; se les hacen unas caritas y ellos las colorean”.

Cuando la Ciénaga de Zapayán crece y se inunda su hogar, esta madre comunitaria tiene que buscar para dónde mudarse durante meses. En esos casos: “Hago una chocita o me dan un cuartico a veces en los colegios, y allí me voy a vivir. Entonces, voy a las casas de ellos a hacerles las actividades”.

Contratación directa

Son periodos de tiempo en los que el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, les envía “la compra” a las casas a los niños para el mes: “Ahí viene arroz, huevos, leche, atún, espagueti, carne, de todo para ellos”, detalla doña Damila.

Esas eventualidades, que recuerda sucedieron las últimas veces en 2010 y en 2022, son por el crecimiento de la Ciénaga y de que su vivienda esté en la orilla de esta.

El de Damila Barrios es uno de los miles de casos en los que las madres comunitarias se sobreponen a adversidades y al abandono estatal, para cumplir con sus responsabilidades.

Labores que han desarrollado por décadas y por las que hasta ahora empiezan a tener un verdadero reconocimiento estatal: un contrato digno que evidencia respeto por su labor en el cuidado de millones de niños en todo el país.

Por lo anterior, y como resultado de años de lucha de miles y miles de ellas, se decretó el cargo “Madre comunitaria” en la planta de personal del ICBF.

Aunque muchas critican la lentitud del proceso, sí reconocen voluntad política del Gobierno nacional, al punto que las ha tenido en cuenta en el Plan Nacional de Desarrollo, en las propuestas de reforma laboral, incluso, en la Consulta Popular.

Un paso

Madre comunitaria en su labor de cuidado de la primera infancia. Foto ICBF

En consecuencia, el presidente Gustavo Petro manifestó en su cuenta de X: “El ICBF debe cambiar para mejorar la atención de la niñez colombiana. No más tercerización. La madre comunitaria pasa a convertirse una profesional en el cuidado de la niñez formalmente empleada por el estado”.

Son 45 mil, en su gran mayoría mujeres, quienes dedican más de 12 horas diarias al cuidado de trece niños de entre 2 y 5 años, cada una, para que sus padres y madres puedan laborar o estudiar.

El plan piloto comienza con 2.635 madres en los departamentos de Córdoba, La Guajira y Nariño.

Hay que tener en cuenta que las peleas de sus sindicatos para que el Estado las reconociera, iniciaron hace décadas y los primeros frutos los obtuvieron en 1989, aunque con intermediarios. En 1994 les daban una cuarta parte del salario mínimo, que se lo quitaron a los cinco años, pero lo recuperaron; desde 2014 lograron el mínimo con prestaciones, pero tercerizadas, y gracias a una negociación en febrero de 2023 lograron dotación, el pago de un bono, contrato directo con el ICBF e incrementos para la nutrición de los niños acorde con los precios de la canasta familiar.

Sobran los intermediadores

Aunque se avanza, no se ha cumplido el objetivo del Gobierno y estas madres, ya que asociaciones y operadores privados se mantienen como proveedores, en lo que hay oposición por parte ellas.

“Yo le decía al Instituto, ¿cómo es que le dan un contrato a un señor que tiene una firma de construcción o a un señor que vende tejas? Así hay muchos políticos y exfuncionarios públicos que tienen fundaciones. Todo el mundo quiere hacer su agosto con las madres comunitarias”, explica Olinda García presidenta de Sintracihobi, quien agrega que algunos de ellos cambian de nombre, están en todo el país y han robado mucho dinero de la comida de los niños, los salarios y las liquidaciones de las madres. Denuncias que han provocado amenazas de muerte contra la líder sindical.

Aunque falta la regulación del decreto, doña Olinda García cree que en octubre comenzará la contratación directa. No obstante, los sindicatos piden reunión para ver pormenores del proceso y manifiestan descontento porque el contrato es provisional y otro gobierno podría acabarlo.

Agradecimientos e indignación

Con un rostro de satisfacción, pero sabiendo que falta mucho, la presidenta de este sindicato cree que en unos años puede lograrse la vinculación de todas: “Gracias a mi Dios y gracias al Gobierno de Gustavo Petro, porque nos cumple lo que dijo en campaña”.

Por su parte, Damila Barrios considera que el Gobierno ha dado un paso importante con el inicio de la vinculación directa, porque reconoce su labor como fundamental en el desarrollo de la primera infancia: “Pasar a trabajar directamente con el ICBF puede traer mejoras en nuestras condiciones, estabilidad y acceso a derechos que no teníamos. También puede fortalecer la calidad del servicio que brindamos porque contamos con un respaldo institucional”.

Para evidenciar la manera despectiva como la clase política tradicional las ha visto, Olinda García recuerda cuando enfrentó a un senador que se oponía a que les reconocieran sus derechos, quien le dijo: “Es que usted es mujer y esa es su obligación, criar hijos”; a lo que ella respondió, “Vaya usted y cuide a niños de la comunidad, haga la propuesta pedagógica, enséñeles lo básico como si fuera un prekínder, cocíneles, hágales aseo. Es que nosotras cuidamos es a los hijos de la comunidad”.

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