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Los jóvenes que no callan

“Tierra pa’ quien trabaja, poder para el obrero”. Así suena la rabia y la indignación organizada en la voz de Víctor —también conocido en la escena como Aka Victimario—, rapero popular, militante de la JUCO e integrante del Colectivo Utopía

Daniel Jiménez Castro

Con frases poéticas que retumban como expresión de resistencia, arte y lucha, Aka Victimario envía un mensaje claro a la comunidad, a su clase, como él mismo lo dice, a través de su tema Obrerxs, que no es solo un tema de rap: es un manifiesto sonoro, una denuncia contra la injusticia social y una declaración de amor por la clase trabajadora.

“Tu trabajo vale más que lo que ganas, si mínimo es el salario, mínimas son las ganas, no tienes tiempo para invertir en quienes amas, te cortaron las alas para convertirlas en balas”. Víctor no canta desde el privilegio ni desde la distancia. Canta desde el hambre, desde la conciencia, desde la lucha.

Lo hace armado con rimas, ideas claras y un compromiso político que atraviesa su vida: “un militante de la vida y la esperanza por un mundo mejor”, así se define Víctor. No habla desde un personaje, sino desde una convicción profunda.

El rap como su expresión

Es parte del Colectivo Utopía, un espacio comunitario donde el arte, la política y la cultura popular se entrelazan. Para él, ha sido más que un grupo, “no solo es cultura ni sólo arte. Es un colectivo que busca transformar las condiciones de la sociedad en los barrios populares. No hay otro colectivo en el que como rapero comunista quisiera estar”, afirma Aka Victimario.

Ahora bien, en la vida de Víctor, el rap no llegó por moda ni casualidad, sino como una necesidad. Fue criado en un hogar donde se discutía política y se fomentaba el pensamiento crítico, desde muy joven comenzó a escribir y cuestionar, y la música fue el puente natural.

“Mis padres indirectamente fueron creando en mi mente esa necesidad de vivir cuestionando. Luego, con la lectura y la escritura, fui desarrollando mi habilidad de rimar, el resto fue mi gusto musical, el que me inclinó al rap, donde hoy me desempeño”, expresa Víctor.

Por tal razón, la canción Obrerxs nació en un momento de crisis. Víctor no tenía qué comer. Y en medio de pensamientos oscuros ─la tentación de buscar salidas desesperadas, ilegales─ optó por escribir. No un diario, no una carta. Una canción. Una que hablara por él y por su clase.

“Soy hijo de la clase obrera, sin pensión, sin trabajo digno, sin garantías laborales. Y, además, soy consciente de mi posición en la lucha de clases. Siempre trataré de que mi arte represente a mis iguales”, comenta.

Obrerxs

En Obrerxs se escuchan versos que exigen tierra para el campesino, trabajo digno para el obrero, justicia social y dignidad para quienes han sido históricamente explotados. Es una canción que recuerda que el arte también es herramienta de lucha. Que el rap puede ser una barricada.

Desde su estreno, ha generado eco más allá de las tarimas; lo ha hecho en jóvenes de los barrios del suroccidente de Barranquilla que han participado de encuentros de escucha colectiva en la Biblioteca Popular Miguel Espinosa Rangel, donde Víctor suele improvisar versos adicionales inspirados en las vivencias y las realidades de muchos y muchas.

Para muchos de ellos, su voz ha sido la primera alerta de una realidad compartida; para otros y otras, el impulso para involucrarse en colectivos o agrupaciones y sentirse identificados con sentido común, una misma lucha, un mismo objetivo: “Tierra pa’ quien trabaja, poder para el obrero”.

Esta canción no busca complacer, no adorna su mensaje ni lo vuelve digerible; sino que golpea donde duele y habla con nombre propio. Y eso es parte de su potencia: no solo es un producto cultural, es una herramienta política, una forma de reafirmar que hay una juventud que no calla, que no se resigna y que está dispuesta a disputar el sentido común desde la calle, desde el micrófono y el barrio.

Cantante y militante

Así pues, lejos de limitarse al escenario, Víctor lleva su mensaje a cada rincón, pues colabora en la preparación de las presentaciones de rap para adolescentes a través de Utopía, participa en jornadas de lectura en la biblioteca y acompaña campañas de alfabetización política en los barrios. Su militancia no se detiene cuando baja del micrófono: “Cada letra que escribo es un llamado a la acción, no una simple rima”, afirma.

Su compromiso ha inspirado a otros miembros del Colectivo Utopía a explorar nuevas formas de arte con contenido social ─desde creación de contenido en redes sociales hasta graffiti con mensajes políticos y de solidaridad─ reforzando la idea de que la cultura popular es una plataforma para cambiar nuestro entorno.

Este tipo de rap no busca entrar en los rankings de moda, ni volverse viral por algoritmos: su viralidad es otra, una que se esparce de boca en boca, en murales pintados por manos jóvenes, en espacios donde la palabra toma el lugar del balazo. Es el eco de una memoria que no se rinde, de una historia que se resiste a ser contada por otros. Porque mientras el sistema empuja al olvido, estos versos son trinchera, memoria y posibilidad. El arte, cuando nace desde el pueblo y para el pueblo, se vuelve una forma de organización y de resistencia viva.

En tiempos donde las expresiones artísticas son domesticadas por el mercado, Aka Victimario convierte su arte en contenido de lucha. Obrerxs es un acto político, pero también un gesto profundamente humano. Es el testimonio de alguien que, incluso con hambre, eligió resistir rimando.

“La clase baja que trabaja y que se faja” sigue resonando en los muros de la ciudad. Y mientras su voz siga alzándose, la juventud no callará.

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