A casi diez meses del cierre de la troncal Caracas por las obras del Metro en Bogotá, se paraliza la ciudad, mientras los comerciantes sufren las consecuencias
Juliana Gómez Herrera
En un principio, la empresa Metro de Bogotá aseguró a los comerciantes del Parque de las Flores que la restricción vehicular y peatonal duraría entre 18 y 24 meses. Sin embargo, ante los constantes reportes de retrasos en la obra, crece el temor de que el cierre se extienda mucho más de lo previsto, situación que tiene al borde de la quiebra a los comerciantes de flores de la plaza de la calle 68.
Gladys y Jhoana, entre flores y obstáculos
Gladys Mayorga ha sido comerciante en la zona durante toda su vida: empezó como vendedora ambulante en 1968 y, desde 1993, trabaja en una de las casetas del parque. Hoy expresa su preocupación por la drástica reducción del movimiento peatonal y vehicular en el área, situación que, desde agosto de 2024, vio empeorar. Los 44 negocios que aún operan en el parque reportan una caída del 90 % en sus ingresos, en comparación con lo que recibían antes del cierre de la Caracas.
“El Metro se llevó a todos por delante; aquí no importa si usted tiene una familia que depende de usted, la alcaldía no se hace cargo del impacto de la obra en los comercios, estamos en quiebra y pensando en buscar otra forma de llevar comida a la casa”, menciona Gladys Mayorga.
Por su parte, Johana Milena Fajardo, vendedora de 49 años que ha trabajado toda la vida en las casetas de flores, se ha visto obligada a buscar otras formas de sostener a su familia. Las pérdidas económicas que enfrenta son insostenibles mientras continúan las obras, y aunque ha gestionado, junto con doña Gladys, solicitudes de apoyo ante la Alcaldía de Galán y otras entidades, la ayuda no llega.
“A mí me ha tocado sacar los fines de semana algunas flores y venderlas en la esquina de una panadería cercana a mi casa. Saco un balde y me quedo ahí hasta que puedo vender todo, y hago más allá que si viniera a abrir aquí; los fines de semana este sector está muerto”, manifiesta doña Johana Fajardo.
Frente a las solicitudes de apoyo, la única respuesta ha venido por parte del Instituto para la Economía Social (IPES) y la empresa Metro de Bogotá, que al inicio del cierre entregaron unos volantes para promocionar la plaza de las Flores. También ofrecieron instalar una valla publicitaria en el lugar; pero con una condición: las propias comerciantes debían asumir los costos de instalación, permisos y trámites por contaminación visual, un gasto que está fuera de su alcance. Hasta el momento, la Alcaldía no ha dado respuesta alguna.
El incumplimiento produce quiebra
Las comerciantes saben que la publicidad no resolverá el grave déficit de ventas causado por la obra. La Alcaldía de Bogotá y las instituciones pertinentes deberían encargarse de garantizar auxilios a la comunidad que lleva casi diez meses viendo cómo sus negocios se acercan a la quiebra. La situación se agrava por el incumplimiento de los plazos establecidos para la construcción: cuanto más se prolonga el proceso, más difícil se vuelve para los vendedores del sector sobrevivir a esta crisis.
“Durante el tiempo que llevamos aquí, trabajando en estas casetas, hemos sobrevivido a tres grandes obras que han afectado nuestras ventas: la construcción de La Caracas, la construcción de la troncal del Transmilenio y ahora esta, que ha sido de las más difíciles”.
Doña Gladys y doña Johana no solo están angustiadas por sus propias dificultades económicas, sino también por la situación de los demás vendedores de la plaza, en su mayoría mujeres y personas de la tercera edad. Varios de ellos ya han abandonado sus puestos y mantienen sus negocios cerrados desde hace algunos meses, aunque algunos aún resisten. Pocos aceptaron los cupos que se habilitaron para reubicarse en unas carpas sobre la carrera 13; sin embargo, estas soluciones son insuficientes para cubrir las necesidades de todos los comerciantes.
Todo se ha trastocado
“La mayoría de los que estamos aquí llevamos toda la vida vendiendo flores; es difícil para nosotras pensar en otra forma de trabajo, aun si lo intentáramos, con esta edad y sin experiencia en nada más, no nos reciben en ningún lado”, afirma Gladys Mayorga.
El impacto de la obra del Metro en el comercio del parque Flores no solo ha sido en términos económicos, el horario de los vendedores ha transitado a una jornada completamente diferente a la que manejaban antes de los cierres. La inseguridad y la soledad del sector hacen que no tenga mayor sentido permanecer en los comercios luego de las horas de la tarde, e incluso abrir las puertas algunos días.
“Antes del cierre llegábamos desde las siete de la mañana todos los días, y algunos de nosotros nos íbamos a las ocho de la noche. Ese horario cambió para nosotros radicalmente, ahora abrimos desde las nueve o diez, porque antes de esa hora no se ve ni un alma, y desde las cinco de la tarde, e incluso antes, ya vamos cerrando por lo mismo”.
Los residuos de la obra, la ausencia de flujo vehicular y peatonal por el cierre de las vías, las dificultades de movilidad, la falta de señalización, el aumento de la inseguridad y la luminaria dañada son solo algunos de los problemas que enfrentan los comerciantes. Estas condiciones crean un entorno donde resulta casi imposible que puedan mantener la estabilidad de sus negocios y asegurar un ingreso digno para ellos y sus familias.
Gladys Mayorga, presidenta de la Asociación gremial de Flores Calle 68, ha solicitado a las entidades pertinentes un auxilio económico para los comerciantes del sector. Desde la Asociación, han pedido la reducción en las tarifas de los servicios públicos, cuyos costos están desfasados frente a la realidad económica que afrontan los vendedores de flores en el parque.
Cada negocio debe pagar mensualmente un monto aproximado entre 110 o 120 mil pesos por el servicio de energía, a pesar de que solo utilizan un bombillo, después de las 5 o 6 de la tarde, y los pocos días que los vendedores están en sus negocios.
Aunque la Asociación gremial presentó una petición formal ante el alcalde Carlos Fernando Galán, aún no han recibido respuesta alguna. “El costo más alto, para que esta mega obra sea exitosa, lo estamos pagando nosotros”, afirman los comerciantes. Cada día es una angustia para llevar comida a sus hogares.
Los politicos de derecha actuan de espaldas a las necesidades del pueblo