Según organismos de Derechos Humanos y fuentes palestinas, existen aproximadamente 50 mujeres y 45 niños y niñas detenidos, encarcelados por las fuerzas de ocupación de Israel. Las madres palestinas lloran, buscan y luchan por recuperar a sus hijos e hijas
Yohanna Guerrero
El segundo domingo de mayo en Colombia se celebró el día de la madre, como un día que reconoce y honra el papel de las madres en la sociedad, las dadoras de vida, las guías, refugio y fortaleza. Sin embargo, para miles de madres esta fecha es teñida de luto, miedo y luchas diarias por la supervivencia.
En lugar de flores y celebraciones, muchas de ellas sostienen el retrato de sus hijos e hijas asesinados, o que han perdido la vida. Muchas madres en el mundo conviven con historias de vidas interrumpidas, vidas arrancadas del mundo antes de tiempo, o esperan noticias de familiares desaparecidos/as o intentan no decaer mientras consiguen brindar alimento en medio de la destrucción o sus bolsillos vacíos o conviven día a día con sus maltratadores.
Aunque el 21 de marzo es el Día de la Madre Palestina, desde Colombia, las progenitoras que sufrimos la guerra interna les enviamos un mensaje de esperanza, resistencia y liberación. En el portal del Consejo mundial de Iglesias se escucha la petición de una madre palestina, Lulu Aranki-Nasir: “que mi hija vuelva a casa”, le grita ella al mundo.
El dolor de las madres palestinas
Como madre no me puedo quedar en silencio, ya que tengo muy presente a las mujeres valientes y guerreras no solo en este lado del mundo, sino también a las del otro lado, sintiendo una urgencia moral, ética y política que me sacude y por la cual no puedo dejar pasar este día sin expresar el dolor de madres que estamos presenciando el genocidio en Palestina.
Ser madre allí, en ese rincón del planeta marcado por años de bloqueo, de genocidio y desesperanza, no solo es el papel tradicional de criar, del acto radical de amar, de coraje, de esperanza, es un acto diario de valentía, es proteger en condiciones extremas e inhumanas, es consolar sin poder garantizar seguridad, sin saber si habrá un mañana, es enseñar a reír a quienes apenas conocen la calma.
Ser madre, la mayoría de las veces, es vivir maternidades como actos de resistencia frente a realidades marcadas por la incertidumbre, por la escasez, por los desafíos de la sobrevivencia que implican el desarrollar una resiliencia extraordinaria, donde día a día se entrelazan hazañas de supervivencia, ser madre es ejemplo de dignidad, cada comida compartida, cada historia contada a la luz de la oscuridad, cada esfuerzo por mantener la normalidad en medio de múltiples dolores, conflictos y desaciertos.
Las madres lloran y buscan
El día de la madre es también el día de las que lloran y agonizan, es ver esas mujeres madres en el corazón de los conflictos, con desafíos frente a la deshumanización y silencios del mundo entero.
Escribir sobre el día de las madres, no debería limitarse a la compasión a la distancia, es una llamada a la conciencia de todas y todos, es un llamado para que estas madres ─también en nuestro país─ que padecen el conflicto social y armado, en su día a día puedan criar a sus hijos e hijas con acceso a derechos fundamentales desde una perspectiva de integralidad y dignidad, con el firme propósito que el mundo que queremos es uno donde quepan muchos mundos, tal como dijo el subcomandante Marcos.
Un mundo donde todas las madres puedan vivir con seguridades, con justicia y libertad y que, por lo menos, un día al año, el mundo recuerde que el amor firme de madre y resiliente es una de las fuerzas más poderosas que aún resisten entre las ruinas. Por tanto, exhorto no solo a las madres del mundo a que alcen sus voces, sino a la sociedad entera, al mundo entero, porque no podemos seguir cruzadas de brazos.
La historia de las madres en el corazón de los conflictos merece ser escuchadas, respetadas y acompañadas con la solidaridad activa, cada gesto de cuidado, cada acto de ternura, cada palabra de consuelo, cada voz que denuncia. Sus voces son una declaración de que sus pueblos merecen vivir en paz, con dignidad y con justicia.