martes, abril 30, 2024
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Hiroshima: la herida sigue abierta 70 años después

A pesar de que, desde entonces, la humanidad ha evitado ataques nucleares similares, y en Japón nació, meses después, un poderoso movimiento por la paz mundial, la amenaza de una devastación nuclear sigue latente.

Hiroshima, 15 minutos después de caer la bomba atómica.
Hiroshima, 15 minutos después de caer la bomba atómica.

La segunda guerra mundial había estallado el primero de septiembre de 1939. Seis años después, Japón, la otrora potencia militar aliada del mando nacional socialista alemán estaba desgastada y prácticamente sin ninguna iniciativa de combate en los escenarios de la guerra.

Japón, para entonces, no era capaz de ofrecer una resistencia efectiva ante el avance de las tropas aliadas. Sus efectivos estaban en ese momento relegados al territorio de sus islas y a la Manchuria. La producción de petróleo en sus refinerías, esencial para la guerra, se había reducido en un 83 por ciento. La producción de motores de avión, en un 75 por ciento, y al menos 600 factorías industriales importantes habían sido destruidas por bombardeos de las tropas enemigas.

Si no se hubieran arrojado las dos bombas atómicas de la aviación norteamericana, Japón de todas maneras hubiera capitulado antes del 31 de diciembre de ese año. La inteligencia militar norteamericana, que había descifrado los códigos secretos del alto mando japonés, sabía ya que este consideraba incluso la idea de rendirse. Entonces, ¿por qué un ataque nuclear contra sus islas?

Analistas militares plantean varias hipótesis: Estados Unidos había invertido una suma colosal en el proyecto de construcción de la bomba atómica, y los asesores militares del presidente Harry Truman le aconsejaban un experimento in situ, en el teatro de la guerra. La coalición de países que enfrentaban la invasión alemana mantenía contradicciones en sus objetivos. Estados Unidos, Francia y Alemania veían con recelo el avance del ejército rojo soviético, y en el fondo deseaban una debacle militar de los rusos.

Reparto del mundo

Vislumbrado el fin del conflicto, Estados Unidos, ponía los ojos en el botín, el reparto de Europa, Asia y el Medio Oriente. De hecho el estallido de las dos bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki cambió el equilibrio a favor de la potencia norteamericana y Rusia tuvo que reconsiderar acuerdos ya establecidos sobre el fin de la guerra.

Esta fue la lógica de la potencia norteamericana para la descarga nuclear sobre territorio japonés. Truman, al justificar la explosión sin previo aviso al mando nipón dijo que el objetivo era imponer la paz para “traer los chicos a casa”.

En esas condiciones, el 6 de agosto de 1945, Estados Unidos logró por primera vez que un arma nuclear cayera sobre la población civil. Se estima que en pocos minutos fallecieron por lo menos 300 mil personas. No menos de 140 mil sobre territorio de Hiroshima y más de 80 mil sobre territorio de Nagasaki. Muchas otras personas sufrieron quemaduras graves y miles más fueron víctimas de los efectos a largo plazo de la radiación.

Y a pesar que desde entonces, la humanidad ha evitado ataques nucleares similares, y en Japón nació, meses después, un poderoso movimiento por la paz mundial, la amenaza de una devastación nuclear sigue latente. En Los Álamos, Nuevo México, donde se fabricó la bomba, se siguen realizando investigaciones para la fabricación de nuevas y “mejores” armas nucleares.

En un mitin de la semana pasada, cerca de la planta nuclear norteamericana, uno de los activistas contra la proliferación nuclear, el sacerdote John Dear, afirmó: “Le dijimos a Dios: lo que tardaste 15.000 millones de años en crear, podemos destruirlo en 15 minutos”.

Y uno de los sobrevivientes de Hiroshima, el célebre escritor y Premio Nobel de Literatura, Kenzaburo Oe, dijo por su parte: “En el momento, por supuesto, la bomba atómica significó para mí, y también para mi madre y nuestros familiares y para todas las personas, una gran conmoción. En aquel entonces, fue la peor catástrofe que jamás habíamos visto, por lo que el sentimiento de tener que sobrevivir a esto, de superar esto y de renovarse, fue grandioso”.

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